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Madrid

Paseando por el hemiciclo del Congreso de los Diputados

Si alguna vez has paseado por el centro de Madrid seguramente te habrás detenido frente a un majestuoso edificio neoclásico custodiado por dos imponentes leones de bronce. Aunque muchos lo conocen simplemente como “el Congreso”, su nombre oficial es Palacio de las Cortes y comenzó a construirse en 1843, bajo el reinado de Isabel II.

El Salón de Sesiones, el corazón del Congreso de los Diputados, es mucho más que un espacio físico. Es un símbolo de la democracia española, un lugar donde se debate y se decide el futuro de la nación. Mientas los diputados ejercen su encomiable labor están rodeados de un sofisticado programa iconográfico que buscaba legitimar la monarquía constitucional isabelina.

Los cuadros laterales

El Salón de Sesiones es una obra de arte que refleja la historia y la cultura españolas. Los dos grandes cuadros que flanquean la presidencia nos transportan a momentos clave del pasado parlamentario: “María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295” y “El Juramento de las Cortes de Cádiz”.

"María de Molina presenta a su hijo a las Cortes de Valladolid, 1863"
«María de Molina presenta a su hijo a las Cortes de Valladolid, 1863», (Antonio Gisbert, Public domain, via Wikimedia Commons).

La escena del cuadro de la derecha de la presidencia nos transporta a 1295. La reina María de Molina, viuda del rey Sancho IV, presenta a su hijo Fernando IV -un niño de apenas 9 años- ante las Cortes de Valladolid para que sea reconocido como heredero legítimo del trono de Castilla.

La pobre María tenía dos problemas enormes en aquellos momentos: primero, muchos nobles cuestionaban la legitimidad del pequeño Fernando; segundo, debía defender el reino frente a las ambiciones de nobles revoltosos y reinos vecinos.

El mensaje subliminal de este cuadro era clarísimo para los diputados que lo veían cada día: “Mirad cómo las Cortes medievales apoyan a una reina en apuros y a su hijo legítimo, ¡vosotros debéis hacer lo mismo con Isabel II!”. Una lección de historia convertida en propaganda política del siglo XIX.

No hay que olvidar que Isabel también accedió al trono siendo niña (tres años) tras la muerte de su padre Fernando VII. Su madre, María Cristina, actuó como regente -igual que María de Molina-. La legitimidad de Isabel fue disputada por su tío Carlos María Isidro, desencadenando las Guerras Carlistas. En definitiva, ambas reinas -María de Molina e Isabel II- necesitaban desesperadamente el apoyo de las Cortes para mantener el poder.

"El juramento de las Cortes de Cádiz en 1810"
«El juramento de las Cortes de Cádiz en 1810» (José Casado del Alisal, Public domain).

El cuadro de la izquierda de la presidencianos traslada a la Guerra de la Independencia. Representa el nacimiento del parlamentarismo moderno español. Los diputados de las Cortes de Cádiz, vestidos con sus mejores galas, están jurando defender la soberanía nacional, un concepto revolucionario para la época.

Isabel II era nieta de Carlos IV, el rey depuesto por Napoleón que desencadenó toda esta historia. Durante su reinado (1833-1868) España vivió constantes vaivenes entre liberales y conservadores, todos invocando de alguna manera el espíritu de las Cortes de Cádiz. Al ordenar este cuadro para el Congreso, Isabel II estaba implícitamente legitimando su trono a través de la continuidad constitucional que comenzó en Cádiz.

El medallón de la bóveda: un cielo de alegorías

Levantemos la vista hacia la bóveda del hemiciclo, donde un impresionante medallón central nos invita a reflexionar sobre los valores que sustentan la democracia. En el centro del medallón, encontramos la figura de España, representada como una mujer majestuosa y serena. Esta figura simboliza la unidad y la grandeza de la nación española; es la que centraliza la obra, y a su alrededor se encuentran las alegorías.

El medallón es también un homenaje a figuras clave de la historia y la cultura españolas. Entre ellas, destacan: Miguel de Cervantes, Diego Velázquez,El Cid, Cristóbal Colón, Saavedra Fajardo, Campomanes, Jovellanos, Lope de Vega, Juan de Herrera, Berruguete, Luis Vives, Francisco Salinas y Juan de Mariana.

Uno de los elementos más intrigantes del medallón es la presencia del Tetragrámaton, las cuatro letras hebreas que representan el nombre de Dios (YHWH). La presencia del Tetragrámaton en la bóveda del hemiciclo refleja la concepción decimonónica de que las leyes humanas deben estar inspiradas y legitimadas por un orden trascendente.

Representa la idea de que la justicia terrestre debe aspirar a reflejar la justicia divina, el concepto de que existe un orden moral superior que debe servir de guía a la labor legislativa y la noción de que los diputados están bajo la mirada divina al realizar su trabajo.

Este elemento, aunque de origen religioso, trascendió en el contexto del Congreso hacia un significado más amplio, representando los valores universales y principios éticos que deben inspirar la actividad parlamentaria.

Rodeando a España, observamos las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Estas virtudes, esenciales para el buen gobierno, nos recuerdan la importancia de la sabiduría, la equidad, el valor y la moderación en la vida pública.

La judería de Palma de Mallorca, un tesoro que palpita

Estrechas callejuelas empedradas donde cada piedra cuenta una historia milenaria, donde el eco de conversaciones en hebreo aún parece resonar entre muros centenarios, donde el aroma de especias exóticas se mezcla con la brisa mediterránea y donde las casas se apiñan creando un laberinto fascinante que ha resistido el paso de los siglos.

Entre las muchas curiosidades que esconde la judería de Palma de Mallorca destaca que, desde el aire, el entramado de sus calles adopta la forma de media estrella de David.

Las huellas de una época medieval

Conocido localmente como El Call, un término que proviene del hebreo kahal -que significa comunidad-, este enclave histórico representa uno de los testimonios más valiosos de la presencia judía en el Mediterráneo occidental.

Un legado cultural que se remonta al siglo V y que alcanzó su esplendor durante la Edad Media cuando Mallorca era un enclave comercial estratégico donde convivían cristianos musulmanes y judíos en un equilibrio tan fascinante como frágil.

Al adentrarnos en la judería desde la Plaza de Santa Eulalia lo primero que nos recibe es esa atmósfera única que transporta al visitante a otra época: las calles estrechas y sinuosas diseñadas así de forma intencionada para protegerse del calor estival, pero también por razones defensivas.

Conforman un andamiaje urbano que ha permanecido prácticamente intacto desde el medievo, un testimonio vivo de cómo era la vida cotidiana en estos barrios donde la comunidad sefardí desarrolló una próspera actividad comercial artesanal e intelectual.

Palma de Mallorca, Ibiza, España.
Palma de Mallorca, Ibiza, España (Joerg Mangelsen, Pexels).

La calle Sol representa la arteria principal, una vía que conectaba los dos sectores de la judería y cuyo nombre hace referencia a la orientación este-oeste que permitía aprovechar al máximo la luz natural en aquellos tiempos, cuando la iluminación artificial era un lujo.

El muro de las lamentaciones palmesano

Uno de los tesoros mejores conservados y más emocionantes de visitar es, sin duda, la sinagoga Mayor. Ubicada en lo que hoy conocemos como Can Bordils, un edificio que tras sucesivas transformaciones aún conserva elementos de su estructura original como la sala de oración y el espacio reservado para las mujeres -conocido como matroneum-.

Sus muros siguen impregnados de esa espiritualidad y sabiduría que caracterizaba a los antiguos centros religiosos judíos auténticos focos de conocimiento donde se estudiaba la Torá, se debatía sobre filosofía y se tomaban las decisiones más importantes para la comunidad. Todavía hoy en día algunas personas dejan papeles en un pequeño muro siguiendo la tradición del muro de las lamentaciones de Jerusalén.

Siguiendo nuestros pasos por la calle Montesión llegamos a uno de los enclaves más emblemáticos y a la vez desconocidos de la judería, el antiguo baño ritual o mikvé. Una instalación fundamental en la vida religiosa judía donde se realizaban las abluciones rituales.

Iglesia de Montesión (Monte Sión) en Palma de Mallorca
La sinagoga más grande se convirtió en la Iglesia de Montesión (Monte Sión) en Palma de Mallorca (Drozi Yarka, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons).

Situado en el sótano de un edificio del siglo XIV este espacio sagrado nos permite comprender la importancia que la purificación espiritual y corporal tenía para esta comunidad un testimonio arquitectónico único en el Mediterráneo occidental que sorprende por su excelente estado de conservación y por la belleza de sus bóvedas de piedra.

El estigma de los chuetas

La historia de la judería de Palma no estaría completa sin mencionar a los xuetas o chuetas, los descendientes de judíos conversos que tras la expulsión decretada por los Reyes Católicos en 1492 decidieron bautizarse para permanecer en la isla. Aunque oficialmente abrazaron el cristianismo, muchos de ellos mantuvieron en secreto sus tradiciones y costumbres judías creando una identidad cultural única que ha perdurado hasta nuestros días.

Curiosamente estos plateros xuetas desarrollaron un estilo propio en la joyería mallorquina incorporando sutilmente elementos de la iconografía judía en diseños aparentemente cristianos una forma ingeniosa de preservar su identidad mientras se protegían de la persecución religiosa.

Actualmente hay estos apellidos chuetas reconocidos: Aguiló, Bonnín, Cortés, Forteza, Fuster, Martí, Miró, Picó, Piña o Pinya, Pomar, Segura, Valls, Valentí, Valleriola y Tarongí.

El judío de los mapas y las brújulas

No podemos hablar de la judería sin mencionar la gastronomía, un aspecto cultural que ha dejado una huella indeleble en la cocina tradicional mallorquina, platos como el pa amb oli -las empanadas de verdura- o los pasteles de almendra tienen claras influencias sefardíes adaptadas a los productos locales y las restricciones alimentarias impuestas por la ley kosher.

Un capítulo fascinante, aunque trágico de la historia de la judería mallorquina, se desarrolló en torno a la figura de Jafudà Cresques, cartógrafo y cosmógrafo judío que dirigió la famosa Escuela Cartográfica Mallorquina. Sus mapas y portulanos fueron codiciados por todas las potencias marítimas de la época, ya que estos documentos representaban el conocimiento más avanzado sobre geografía y navegación.

"Atles Català" de Jafudà Cresques
Imagen parcial del «Atles Català» atribuído a Jafudà Cresques.

Al atardecer, cuando los últimos rayos de sol tiñen de dorado las fachadas ocres de las casas del Call, es el momento perfecto para detenerse en alguna de las pequeñas plazas del barrio y dejarse envolver por esa atmósfera mágica que solo se puede percibir cuando la mayoría de turistas ya han abandonado las calles.

Es entonces cuando los rincones de la judería revelan sus secretos más íntimos e imaginar cómo era la vida cotidiana en este enclave. Cuando el sonido del shofar anunciaba el inicio del Shabat, invitando a las familias a recogerse en sus hogares para celebrar el día sagrado.

Huellas de fe: paseando por los Barrios Armenio y Judío de Jerusalén

Jerusalén, la Ciudad Santa, un crisol de culturas y religiones, despliega su rica historia entre las murallas de su casco antiguo. Cuatro barrios distintos, como capítulos de un libro milenario, conforman este laberinto de piedra y fe: el Cristiano, el Musulmán, el Armenio y el Judío. Cada uno con su propia atmósfera, su propia historia, su propia alma.

En este artículo nos centraremos en dos de estos barrios, dos mundos que, aunque vecinos, ofrecen experiencias profundamente contrastantes: el Barrio Armenio y el Barrio Judío. Nos adentraremos en sus callejuelas, exploraremos sus lugares sagrados y escucharemos las historias que sus piedras susurran.

Un oasis de serenidad

Entre murallas de piedra y callejuelas laberínticas palpita una historia milenaria, un legado de fe, resiliencia y tradición que nos transporta a un mundo aparte.

Tras cruzar la Puerta de Sión dejamos atrás el bullicio del mercado y nos adentramos en un laberinto de callejuelas empedradas. El aire se vuelve más tranquilo, más sereno. Los sonidos del exterior se atenúan, reemplazados por el murmullo de voces en armenio, el suave repique de campanas y el eco de pasos sobre la piedra antigua.

El Barrio Armenio, aunque pequeño en extensión, es el más antiguo de los cuatro barrios de la Ciudad Vieja. Su historia se remonta al siglo IV, cuando Armenia, la primera nación en adoptar el cristianismo como religión oficial, estableció una presencia permanente en Tierra Santa. Desde entonces, los armenios han sido guardianes de los lugares sagrados, testigos de la historia y custodios de su propia identidad.

Nuestra primera parada es el Monasterio de Santiago, el corazón espiritual del barrio. Este complejo, que data del siglo XII, es un laberinto de patios, capillas y salas ornamentadas, un testimonio de la rica tradición artística y religiosa armenia. Al entrar, nos encontramos con el Patriarcado Armenio de Jerusalén, una institución que ha desempeñado un papel crucial en la preservación de la presencia armenia en Tierra Santa.

El Museo Armenio, ubicado dentro del monasterio, nos ofrece una visión más amplia de la historia y la cultura armenia. Aquí, encontramos artefactos religiosos, trajes tradicionales, herramientas antiguas y documentos históricos que nos permiten comprender mejor la vida y las costumbres de la comunidad.

Caminando por las callejuelas, nos encontramos con la Biblioteca del Patriarcado Armenio, un tesoro de manuscritos antiguos, algunos de ellos iluminados con miniaturas exquisitas. Estos libros son un testimonio de la rica herencia cultural de la comunidad. Otra parada obligatoria es la imprenta armenia, una de las más antiguas de Jerusalén. Aquí, se imprimen libros, periódicos y otros materiales en armenio, preservando el idioma y la cultura de la comunidad.

Calles que susurran historias milenarias

Unos pocos pasos más y el murmullo armenio se desvanece, es reemplazado por el vibrante eco del barrio judío. Aquí, la historia palpita con una intensidad diferente, una mezcla de antigüedad y renovación.

El Barrio Judío, reconstruido en gran parte después de la Guerra de los Seis Días en 1967, es un mosaico de sinagogas antiguas, yeshivas (escuelas rabínicas) y casas modernas. A diferencia del Barrio Armenio, que conserva un aire de tranquilidad y aislamiento, este barrio bulle con vida propia, en donde peregrinos, estudiantes y residentes se mezclan en sus estrechas calles.

Nuestro primer destino es el Cardo, una antigua calle romana que atravesaba Jerusalén en la época bizantina. Excavada y restaurada, el Cardo ofrece una visión fascinante del pasado romano de la ciudad. Sus columnas de piedra, sus tiendas de época y sus mosaicos nos transportan a un tiempo en que Jerusalén era un centro comercial y cultural importante.

Caminando por el Cardo, llegamos a la Sinagoga Hurva, un símbolo de la resiliencia judía. Originalmente construida en el siglo XVIII, fue destruida y reconstruida varias veces a lo largo de su historia. La sinagoga actual, con su imponente cúpula y su diseño moderno, es un testimonio de la determinación de la comunidad judía de preservar su legado.

A pocos pasos encontramos la Sinagoga de los Cuatro Sefardíes, un lugar de oración íntimo y acogedor, que conserva el estilo y las tradiciones de los judíos sefardíes, descendientes de los judíos expulsados de España en 1492.

El barrio judío también es hogar de la Yeshiva Porat Yosef, una de las más importantes instituciones de estudio de la Torá en Jerusalén. El sonido del estudio, el murmullo de las voces que debaten los textos sagrados, llena el aire, creando una atmósfera de intensa actividad intelectual.

Continuando nuestro recorrido, llegamos al Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del judaísmo. Aquí, miles de personas se congregan cada día para orar, para dejar sus peticiones escritas entre las grietas de las piedras antiguas. El Muro, un vestigio del segundo templo, es un símbolo de la conexión eterna entre el pueblo judío y Jerusalén.

La atmósfera en el Muro es palpable, una mezcla de devoción, esperanza y tristeza. Los peregrinos, de todas las edades y orígenes, se acercan al Muro con reverencia, tocando las piedras, rezando en silencio. Es un lugar de encuentro con la historia, con la fe, con la propia identidad.

Dejando el Muro, nos adentramos en las callejuelas residenciales del barrio. Aquí, encontramos casas antiguas restauradas, patios llenos de flores y familias que disfrutan de la vida cotidiana. El Barrio Judío no es solo un lugar de peregrinación; es un hogar, un lugar donde la tradición y la modernidad se entrelazan. Es un lugar que nos invita a reflexionar sobre la historia, la fe y la identidad.

El barrio donde la tradición judía se codea con el hipsterismo moderno

¿Williamsburg? ¡Ay, Dios!

Bienvenidos a Williamsburg, Brooklyn, donde los hasídicos y los hipsters han encontrado una manera peculiar de compartir las aceras.

Si alguna vez te has preguntado cómo se ve la convivencia entre hombres con sombreros negros de fieltro y jóvenes con gorros de lana artesanales, has venido al lugar correcto.

Williamsburg no siempre fue el epicentro de la barba facial artística y los cafés de especialidad. Todo comenzó en los años 40 y 50 cuando los supervivientes de la shoah, particularmente los seguidores del Rabino Joel Teitelbaum, fundador de la dinastía Satmar, establecieron aquí su nuevo hogar.

Recreémonos por un momento en la escena: un grupo de judíos hasídicos llegando a lo que entonces era un barrio industrial en decadencia, decididos a reconstruir el mundo que habían perdido en Europa.

La división invisible

Williamsburg está dividido en dos mundos que coexisten como el bagel y el lox: perfectamente complementarios pero distintos. Al sur de Division Avenue -el nombre es bastante literal- encontramos la comunidad hasídica, mientras que al norte está el reino de los hipsters. Es como si alguien hubiera dibujado una línea y dijera: “aquí los sombreros negros, allá los gorros de lana”.

Los Satmar son uno de los grupos hasídicos más grandes del mundo y han convertido South Williamsburg en su Jerusalén particular.

Hasidic Jewish Men, Williamsburg, Brooklyn

Algunas curiosidades que probablemente no sabías:

  • Las pelucas que usan las mujeres casadas (sheitel) pueden costar miles de dólares
  • Los edificios tienen “balcones de Sucot” -especiales para celebrar la festividad de Sucot-, que parecen invernaderos en miniatura.
  • Tienen su propia patrulla de seguridad llamada «Shomrim» (guardianes).

Cada viernes al atardecer algo mágico ocurre en South Williamsburg: las tiendas cierran, los teléfonos se apagan, y las calles se llenan del sonido de familias caminando hacia la sinagoga. Los temporizadores automáticos (relojes Shabat) se encargan de las luces, y sí, hay ascensores que se desconectan en cada piso automáticamente (elevadores Shabat). Es como si alguien pusiera el barrio en modo avión.

Sukkot

La comida kosher en Williamsburg es una experiencia en sí misma. El restaurante Gottlieb’s ha estado sirviendo delicatessen kosher desde 1962 y su cholent (guiso de Shabat) tiene tantos fans como el concierto de Taylor Swift.

Las panaderías kosher producen jalá (pan trenzado) que haría llorar al gourmet más exigente; también existe algo llamado “comida kosher hípster”, porque incluso el tofu orgánico necesita certificación rabínica.

Los hipsters llegan al barrio

En los años 90, cuando los artistas comenzaron a mudarse al norte de Williamsburg, nadie imaginaba que crearían uno de los barrios más trendy del mundo. La coexistencia entre hasídicos e hipsters ha producido algunas situaciones curiosas: tiendas de bicicletas vintage junto a tiendas de pelucas kosher, cervecerías artesanales al lado de panaderías de jalá, food trucks gourmet compartiendo calle con restaurantes glatt kosher o grafitis artísticos junto a carteles en yiddish.

Williamsburg hipsters

Y es que mientras los niños hipster aprenden sobre agricultura orgánica en escuelas Montessori, los niños hasídicos estudian en yeshivas tradicionales. Las escuelas hasídicas (jeder para niños y beis yaakov para niñas) mantienen viva una tradición educativa milenaria. Y sí, probablemente, son los únicos niños en Brooklyn que no están pegados todo el día a un iPad.

A pesar de las diferencias evidentes, hasídicos e hipsters comparten más de lo que parece: ambos grupos son muy particulares sobre su vestimenta, los dos valoran la autenticidad y la tradición, lucen barbas impresionantes por razones muy distintas y los dos grupos son expertos en gentrificar (aunque los hasídicos lo llevan haciendo desde antes que fuera cool).

En definitiva, Williamsburg es la prueba viviente de que la diversidad funciona, incluso cuando parece improbable. Si visitas este barrio recuerda que estás presenciando uno de los experimentos sociales más fascinantes de Nueva York. Y puedes tomar fotos, pero sé respetuoso: nadie quiere ser tratado como una exhibición de museo, ya sea que lleves un streimel (sombrero de piel hasídico) o unos auriculares vintage.

El Trastévere: el barrio que Roma no pudo domesticar

Bienvenidos al Trastévere o, como yo prefiero llamarlo, “el barrio que los antiguos romanos miraban por encima del hombro”.  Su nombre viene del latín “trans Tiberim” que significa “más allá del Tíber”, y ya ese nombre nos dice mucho: era el barrio de los “otros”, los que vivían al otro lado del río. Básicamente, era el Brooklyn de la Roma antigua, pero con más gatos y menos hipsters.

Vista Panorámica del Ponte Sisto, en Roma, Italia
Vista Panorámica del Ponte Sisto, en Roma, Italia (Daria Agafonova, Pexels).

Cuando ser “del otro lado” era literal

En la antigua Roma, el Trastévere era el barrio de los extranjeros, los trabajadores y, sobre todo, de los judíos. Imaginen la ironía: los romanos construyeron un imperio enorme, pero mantenían a los extranjeros “al otro lado del río”, como quien mantiene las visitas incómodas en el trastero. Sin embargo, esta segregación inicial acabó creando uno de los barrios más vibrantes y auténticos de Roma.

El trazado de las calles del Trastévere parece haber sido diseñado por alguien que había bebido demasiado vino. Las callejuelas se retuercen y giran sin ningún sentido aparente, creando un laberinto que ha hecho perder el norte a más de un turista confiado. Pero hay una explicación: estas calles crecieron orgánicamente durante siglos, sin planificación urbana.

Una de las características calles del Trastévere, Roma.
Una de las características calles del Trastévere, Roma (Pixabay).

Por todo el barrio encontraremos unas fuentes de agua llamadas “nasoni” (narizones), llamadas así por su forma de nariz. El agua que sale de estas fuentes es potable y procede directamente de los acueductos romanos.

Pero si hay algo que caracteriza a las calles del Trastévere son sus gatos. Estos felinos son los auténticos aristócratas del barrio, paseándose por las ruinas romanas como si fueran sus sofás personales. De hecho, en Roma los gatos están protegidos por ley como “patrimonio biocultural” de la ciudad.

Gato de Trastévere, Roma.
Gato de Trastévere, Roma (Pexels).

La donna sigue siendo la protagonista de las trattorias

La Basílica de Santa María en Trastévere es la iglesia más antigua dedicada a la Virgen María en Roma. Según la leyenda, en el lugar donde hoy se encuentra la iglesia brotó una fuente de aceite el día que nació Jesús. Los romanos, que nunca desperdiciaban una buena historia, construyeron aquí una de sus iglesias más importantes.

El mercado de Porta Portese es una institución del Trastévere. Cada domingo, las calles se llenan de puestos donde puedes encontrar de todo: desde antigüedades auténticas hasta “antigüedades” fabricadas la semana pasada en China. El regateo aquí es un deporte olímpico, y los vendedores son medallistas de oro en el arte de convencerte de que necesitas esa lámpara de lava con la cara de Julio César.

Basílica de Santa María en Trastévere, Roma
Basílica de Santa María en Trastévere, Roma (Diego Delso, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons).

Los restaurantes del Trastévere son famosos por mantener vivas las recetas tradicionales romanas. Aquí encontrarás la auténtica pasta alla carbonara (y no, no lleva nata, ni siquiera lo sugieras) y el cacio e pepe que te hace llorar de felicidad. Cada restaurante familiar tiene su propia “nonna” en la cocina, custodiando recetas que han pasado de generación en generación como si fueran secretos de estado.

Las ventanas: el facebook del siglo XVI

Las ventanas del Trastévere son como las redes sociales de la época pre-internet. Cada una cuenta una historia: la ropa tendida, las plantas en los balcones, las conversaciones a gritos entre vecinas. Es el twitter medieval, pero con más ropa interior al viento y menos trolls.

En los últimos años el Trastévere se ha convertido en el hogar de numerosos artistas callejeros. Las paredes están decoradas con grafitis que van desde obras maestras dignas de un museo hasta garabatos que harían llorar al mismísimo Miguel Ángel.

Grafiti en una calle del Trastévere, Roma, Italia.
Grafiti en una calle del Trastévere, Roma (Djedj, Pixabay).

Pero como todo barrio “auténtico” que se precie, el Trastévere está experimentando su propia batalla con la gentrificación. Los bares de zumos y las tiendas de ropa vintage están reemplazando gradualmente a las trattorias familiares y las tiendas de ultramarinos. Es la eterna lucha entre lo nuevo y lo viejo, aunque en Roma, “nuevo” significa cualquier cosa posterior al Imperio Romano.

Un último consejo, si te pierdes en el Trastévere -y te perderás- sigue a los gatos. Ellos conocen el barrio mejor que cualquier GPS y, además, tienen más de dos mil años de experiencia navegando por estas calles. Y, si todo falla, siéntate en una plaza, pide un vino, y recuerda que perderse en Roma nunca es perderse realmente.

Descubriendo los secretos de Alcalá de Henares, la Atenas española

Fundada en 1499 por el Cardenal Cisneros, la Universidad de Alcalá fue una de las primeras y más importantes de Europa. Surgió como un proyecto común entre los Reyes Católicos, el papa Alejandro VI, y el cardenal, que en aquellos tiempos era titular de la Mitra Toledana.

Su prestigio atrajo a estudiantes y profesores de toda España y más allá, convirtiéndola en un centro de conocimiento y debate intelectual. Al igual que Atenas había sido la cuna de la filosofía y la cultura en la Antigua Grecia, Alcalá de Henares, gracias a su universidad, jugó un papel similar en la Monarquía Hispánica.

Las cadenas que se encuentran, todavía a día de hoy, en la puerta de la universidad son el símbolo de su autonomía, ya que delimitaban un espacio que poseía jurisdicción propia. Hay que tener en cuenta que durante el Siglo de Oro las diferentes ciudades que configuraban la Península Ibérica no tenían un mismo ordenamiento jurídico.

Las primeras mirillas

El eje de la vida pública y comercial de la ciudad es la Calle Mayor, conocida en la Edad Media como calle Mayor de la judería. El viajero atento y advertido podrá descubrir en el techo de sus soportales pequeñas aberturas que tienen una historia y una función muy interesantes. Se las conoce como mirillas y eran un ingenioso sistema utilizado en el pasado.

Hay que tener en cuenta que en el medioevo los judíos tenían la tienda en la planta baja y la vivienda en la planta alta. Cuando alguien llamaba a su puerta, puesto que no existían timbres ni videoporteros, para evitar tener que bajar las escaleras podían simplemente asomarse a través de estas mirillas. Así, podían ver quién era la persona que llamaba y decidir si abrir la puerta o no. A día de hoy es posible ver estas mirillas en los números 13, 17, 32 y 37 de la Calle Mayor, y también en la plaza Cervantes, en los números 21, 29 y 32.

San Ignacio de Loyola, cocinero antes que fraile

En la Calle Mayor se encuentra situada la casa natal del autor de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. En su interior es posible visitar algunas estancias, distribuidas en dos pisos. Una de ellas –la botica- era el lugar en el que trabajaba Rodrigo Cervantes, el padre del escritor, que era zurujano, una profesión que se encontraba a caballo entre el médico y el barbero-sangrador.

En la botica es posible contemplar el sillón de madera de cirujano sangrador, la bacía de barbero, una alacena de estilo mudéjar con albarelos, un almirez de bronce y varios adminículos quirúrgicos de la época.

Contigua a esta casa se encuentra el Hospital de Antezana, el solar que antaño fue la Casa-Palacio de don Luis de Antezana y doña Isabel de Guzmán. Un centro que, muy posiblemente, sea el hospital más antiguo de Europa Occidental con funcionamiento ininterrumpido -540 años de historia- y que en la actualidad acoge a una residencia de la Tercera Edad. 

Hospital de Antezana, Alcalá de Henares
Hospital de Antezana, Alcalá de Henares (Richard Mortel from Riyadh, Saudi Arabia, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons).

A este hospital acudían los estudiantes de medicina del Siglo de Oro a realizar sus prácticas, siguiendo las ordenanzas que estableció el cardenal Cisneros. Al principio las prácticas se prolongaban durante un periodo de seis meses y luego se extendió a dos años.

El lugar, si cabe, tiene todavía mayor interés cuando el viajero curioso descubre que en los fogones de las cocinas trabajó durante algún tiempo san Ignacio de Loyola, haciendo verdaderas delicias culinarias para los enfermos que allí estaban ingresados.

La torre de Pisa madrileña

Para que una catedral adquiriese el título de Magistral era requisito sine qua non que el canónigo del templo hubiera sido catedrático de Teología o Filosofía. Pues bien, tan solo hay dos catedrales en el mundo que disfrutan de esta singularidad, la Colegiata de San Pedro en Lovaina (Bélgica) y la catedral de Alcalá de Henares.

Catedral Magistral de Alcalá de Henares.
Catedral Magistral de Alcalá de Henares (Santiago López-Pastor, Flickr).

Si nos fijamos con detalle en la bella torre de la Catedral-Magistral podemos observar que tiene una cierta inclinación, no es perpendicular al suelo. Esto se debe a un terremoto que sufrió la ciudad allá por 1689, un seísmo que derrumbó algunos muros y que hizo palidecer a más de un lugareño.

Si pasamos al interior de la catedral, en la zona de la girola se encuentra el sepulcro de Gregorio Fernández, canónigo y capellán a comienzos del siglo XVI. En torno a esta escultura surgió una tradición que afirmaba que toda chica casadera que se acercase a ella y le tocase la nariz a Gregorio Fernández encontraría novio en un breve plazo de tiempo.

Algunos nombres curiosos de pueblos madrileños: de Miraflores a Chinchón, pasando por Valdemanco

“La poesía no da ni para merendar”, sentenciaba Vicente Aleixandre cuando un periodista le preguntó si era posible comer de la creación literaria. Mientras el Nobel buscaba inspiración en la naturaleza de Miraflores de la Sierra, los pueblos madrileños guardaban en sus nombres historias milenarias. Y es que un viaje por sus topónimos es como sumergirse en un libro de aventuras, donde cada palabra esconde un relato fascinante.

Sin salir de Miraflores, en el siglo XIII este rincón serrano era conocido como Porquerizas, un nombre que evocaba la abundancia de jabalíes. Sin embargo, fue la reina Isabel de Borbón –la esposa de Felipe IV- quien, cautivada por su belleza, le regaló el nombre con el que hoy le conocemos al exclamar: “¡Mira, flores!”.

El Censo de Pecheros: contando habitantes y desvelando historias

Mucho tiempo antes, Carlos V, en su afán por conocer la riqueza y el potencial de sus dominios, había ordenado realizar un censo en nuestro país. Corría el año 1528. Las razones que llevaron al emperador a decretar este exhaustivo recuento fueron múltiples, desde las necesidades financieras hasta el conocimiento del territorio, pasando por la organización administrativa.

Y es que la creciente complejidad del Estado moderno y las constantes guerras en las que se vio envuelto exigían una mayor recaudación de impuestos. El censo permitía obtener información detallada sobre la población, la agricultura, la ganadería y la industria de cada localidad, lo que era fundamental para la toma de decisiones políticas y económicas. Además, con ello contribuía a mejorar la organización administrativa del reino, facilitando la gestión de los impuestos y la movilización de recursos en caso de necesidad.

El proyecto tardó casi ocho años en completarse y abarcó gran parte de la Corona de Castilla, las islas Canarias, el Reino de Granada y el Reino de Navarra. Con el Censo de los Pecheros la Administración dibujó una radiografía detallada de la población y de los recursos de gran parte de la península Ibérica del siglo XVI.

Los vecinos pecheros eran aquellos que tenía que pagar impuestos, quedando exentos de “pechar” la iglesia, la nobleza y los pobres, mientras que las viudas y los niños lo hacían a la mitad.

Por cierto, la palabra “pechero” nos remite al corazón, símbolo de valor y coraje (del latín cor, corazón). No en vano, aquellos que “sacan pecho” demuestran valentía y arrojo.

Topónimos curiosos: del chichón al manco

Con el paso del tiempo algunos de aquellos pueblos mudaron de nombre. Así, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid el municipio de Pesadilla se transformó en San Sebastián de los Reyes, Degollados en Robledo de Chabela y Perales y Corita, en Getafe.

¿La razón de estos cambios? A menudo, se buscaba un nombre más auspicioso o que hiciera referencia a algún acontecimiento histórico o característica geográfica del lugar.

De los 179 municipios que hay en la Comunidad de Madrid todavía hay algunos que guardan un origen evocador, que no pasa desapercibido al turista curioso.

Por ejemplo, Cenicientos alude al color ceniza de sus campos y rocas graníticas, El Molar hace referencia a la proximidad de cuatro cerros casi simétricos y que vistos desde cierta perspectiva asemejan a una muela; mientras que Chinchón debe su nombre a un cerro cercano que, por su forma redondeada, recuerda a un chichón.

Pero si hay un nombre que destaca por su singularidad es Valdemanco. La leyenda cuenta que un vecino de Bustarviejo, apodado “el Manco” por su discapacidad, y ante la imposibilidad de dedicarse a las labores labriegas y ganaderas, abrió una venta en un paraje cercano. Con el tiempo, este lugar se convirtió en un punto de encuentro para viajeros y comerciantes, y alrededor de él surgió el pueblo que hoy conocemos.

Albacete, donde la historia y la fábula se dan la mano

Albacete debe su nombre a una antigua ciudad árabe llamada Al-Basit, un término que puede ser traducido por llanura o llano, en clara alusión a su planicie geográfica.

Su escudo es un símbolo cargado de historia y misterio: sobre un fondo blanco -plata en términos heráldicos- se levantan tres torres almenadas coronadas por un murciélago. El significado exacto de cada elemento y la historia que se esconde detrás siguen siendo un enigma, algunos estudiosos han querido ver en el murciélago una metáfora de la oscuridad y lo desconocido.

Una de las calles más bonitas de España

La burguesía albaceteña que vivió entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial se enriqueció con la venta de trigo a uno y otro bando, lo cual le permitió disponer del suficiente poder adquisitivo como para monumentalizar la ciudad. Una de las calles que se construyeron en aquella época es la conocida como Pasaje de Lodares, en alusión al apellido de uno de los arquitectos que participó en el proyecto.

Esta calle, pasaje comercial y residencial, es una de las joyas arquitectónicas no solo de la ciudad, sino también de España. Un claro ejemplo de la arquitectura modernista capaz de conjugar los espacios con la luz natural.

Una de las entradas del Pasaje de Lodares, la de la calle Mayor, está presidida por un clavo mágico, un elemento en el que algunos han tratado de adivinar la presencia de la masonería y las fuerzas telúricas. Este clavo se encuentra situado en el suelo, junto a una de las columnatas de entrada, y su aspecto, aparentemente pulido, se debe a que sobre él los lugareños frotan sus pertenencias personales en busca de la buena suerte.

Los secretos de la catedral

a catedral de San Juan Bautista es de estilo neogótico y entre sus muros guarda algunos secretos que despiertan la curiosidad de los turistas avisados. Uno de ellos es la presencia de un hongo atómico en uno de los frescos. Algunos lo han interpretado como una advertencia ante los peligros de la ciencia y la tecnología, especialmente tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.

En los frescos de la catedral también es posible apreciar figuras de hombres ataviados con vestimentas que recuerdan a los científicos de épocas pasadas, algunos de los cuales portan instrumentos que aluden de forma directa a la investigación y al conocimiento. Su presencia en un espacio religioso es una forma de plantear interrogantes sobre la relación entre fe y razón.

Más adelante, al fondo de la catedral, en la zona del ábside, es posible descubrir la imagen de un demonio oculto labrado en el sitial del obispo, lo cual simboliza la lucha constante entre el bien y el mal. De alguna forma, el obispo, como representante de la Iglesia y autoridad moral, se enfrenta a las tentaciones y a las fuerzas oscuras que buscan corromperlo. El demonio recordaría a los fieles la humildad y la fragilidad humana.

Las cicatrices de la guerra

Albacete, una ciudad que hoy en día respira paz y tradición, guarda en su memoria colectiva una de las páginas más oscuras de su historia: los bombardeos de la Legión Cóndor. Aunque el paso del tiempo y la reconstrucción han borrado gran parte de las huellas físicas de estos ataques, aún es posible encontrar algunos vestigios que nos recuerdan este doloroso episodio de nuestra historia. Uno de esos lugares es la verja del Palacio Provincial, en donde todavía es posible observar los impactos de las metrallas que quedaron incrustadas.

Y ya que hablamos de la Alemania nazi. En una de las aceras próximas a la estación de ferrocarril es posible contemplar una stolpersteine, una piedra del tropiezo. Se trata de una pequeña placa de latón –del tamaño de un adoquín- que sirve para recordar a una de las víctimas de la barbarie. En este caso se recuerda la memoria de José Ocaña García que fue deportado al campo de concentración de Mauthausen.

La Bicha de Balazote

Imaginemos por un momento una criatura mitad toro, mitad humano y con una expresión casi enigmática. Esa es la Bicha de Balazote, una escultura íbera de hace más de 2.500 años. Fue encontrada en la localidad de Balazote, en la provincia de Albacete, y hoy en día es una de las piezas más valiosas del Museo Arqueológico Nacional de España.

La Bicha de Balazote representa al dios Aqueloo, divinidad de los ríos y la fertilidad en la mitología griega. Y es que los íberos, pueblo que habitó la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos, adoptaron y adaptaron muchas de las creencias y dioses de los griegos.

Una copia de la original se encuentra en la plaza de Altozano, a escasos metros de la oficina de turismo de Albacete, debajo de la cual se esconde un tesoro histórico: el refugio antiaéreo de Altozano. Un testimonio de un pasado convulso y un lugar que nos permite conectar con la historia de una manera muy tangible.

No muy lejos de allí, en los aledaños de la catedral también es posible admirar una copia de la Dama Oferente, una escultura femenina que representa una de las figuras más destacadas de la aristocracia ibérica. Su descubrimiento a mediados del siglo XIX supuso un hito en el estudio de esta antigua civilización.

Esta escultura destaca por su realismo y el cuidado en los detalles. Su rostro, con ojos grandes y párpados marcados, refleja una belleza serena y majestuosa. En sus manos porta un vaso en los que se colocaban sustancias con propiedades terapéuticas.

Dos ladrones en piedra

El edificio de la Fábrica de Harinas, situado en el Paseo de la Cuba, encierra una de las leyendas más conocidas de la ciudad. Se cuenta que dos ladrones entraron a robar grano y que cuando estaban a punto de huir un ángel se les apareció. Trataron de justificarse explicando que el hurto había sido fruto de la necesidad, por lo que el ángel se apiadó de ellos y decidió perdonarles su acción.

Uno de los ladrones decidió vender el botín y especular con él, mientras que el otro lo utilizó para sembrarlo y alimentar a su familia. Pero como todo tiene un final, al cabo de un tiempo decidieron regresar a la fábrica para cometer un segundo robo. Nuevamente el ángel les sorprendió, pero lejos de ser tan comprensivo como la primera vez, los convirtió en dos grandes leones, los cuales, con un rostro humanoide, todavía pueden ser contemplados.

El ladrón que utilizó el grano para alimentar a su familia mira hacia el este, para que cada día pueda ver la salida del sol, mientras que el otro, el que especuló con el robo mira hacia el oeste, privado de esa maravilla de la naturaleza.

Segovia, un cuento de hadas de piedra

Comenzamos nuestro recorrido en el corazón de Segovia, en el Acueducto Romano. Esta impresionante obra de ingeniería, construida hace casi dos mil años, a finales del reinado del emperador Trajano, es el símbolo de la ciudad. Tiene más de 167 arcos y 20.400 piedras y, lo más curioso, se construyó sin utilizar ningún tipo de argamasa ¡Una auténtica proeza de la ingeniería romana!

Cuenta la leyenda que una joven aguadora estaba cansada de cargar pesadas cántaras de agua por las empinadas calles de la ciudad. Harta de su dura labor decidió hacer un pacto con el diablo. Prometió su alma a cambio de que construyera un acueducto que llevara el agua hasta la puerta de su casa, liberándola así de su pesada tarea.

El diablo, siempre dispuesto a hacer un “mal” negocio, aceptó el trato y comenzó a trabajar incansablemente. Noche tras noche, utilizando su magia negra, construía los arcos del acueducto. Estaba tan cerca de terminar su obra que incluso se imaginaba ya cobrando su deuda.

Sin embargo, la aguadora, al ver la inminente finalización del acueducto, se arrepintió de su pacto y comprendió el error que había cometido. Justo antes de que el gallo cantara, señalando el amanecer y el fin del plazo pactado, la joven se confesó con un sacerdote.

El capellán, conmovido por su arrepentimiento, le indicó que rociara con agua bendita los arcos del acueducto para anular el hechizo del diablo. La aguadora así lo hizo, y al contacto con el agua bendita, el diablo, derrotado, huyó dejando incompleta su obra. ¿Y dónde está el diablo ahora?

Un diablo con móvil

A pocos metros del acueducto hay una escultura de José Antonio Abella, en la que se nos muestra al diablo, aparece como un personaje más cercano y contemporáneo. Lejos de la imagen tradicional de un ser maléfico y aterrador, este diablo se presenta como un ser pícaro y travieso, casi cómico, con una expresión de resignación y sosteniendo una especie de teléfono móvil, como si estuviera tomando un selfi.

Diablo de Segovia, escultura de José Antonio Abella
Diablo de Segovia, escultura de José Antonio Abella (turismodesegovia.com)

En las cercanías del acueducto se encuentra la escultura de la loba Capitolina, una pieza cargada de simbolismo e historia. Se trata de una escultura de bronce que representa a una loba amamantando a dos gemelos, Rómulo y Remo, los míticos fundadores de Roma.

La Casa de los Picos

Desde el Acueducto, dirigimos nuestros pasos hacia la Plaza Mayor siguiendo el trazado de la Calle Cervantes. En el camino podemos admirar la conocida Casa de los Picos, una de las construcciones más singulares y llamativas de Segovia. Su nombre se debe a los picos de granito que adornan su fachada, creando un efecto visual único y misterioso.

Se cree que fue construida en el siglo XV, aunque su origen exacto sigue siendo objeto de debate entre los historiadores. Se desconoce la función exacta de los picos, pero se barajan diversas teorías: desde una función decorativa hasta una protección contra el frío o el fuego.

La casa es un magnífico ejemplo de la arquitectura civil gótica castellana. Su interior, al que se puede acceder en algunas ocasiones, alberga un patio central y diversas salas decoradas con elementos mudéjares.

Casa de los Picos, Segovia
Casa de los Picos, Segovia (Emilio J. Rodríguez Posada, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons).

En el año 1500 la Casa de los Picos fue adquirida por el regidor Juan de la Hoz, de hecho, en la clave de la puerta de acceso, así como en los dinteles de la balconada puede verse el escudo de este linaje.

Siguiendo nuestro recorrido hacia la Plaza Mayor, un poco más adelante y a la izquierda es posible contemplar el palacio del Conde Alpuente, un edificio construido en el último tercio del siglo XV. En su fachada podemos admirar unos espléndidos ventanales geminados gótico-flamígeros y una muestra del esgrafiado segoviano, dibujos geométricos que simulan un encaje. Una forma original y sencilla de embellecer fachadas construidas con materiales pobres.

La Plaza Mayor

Esta plaza, rodeada de soportales y edificios históricos, ha sido testigo de numerosos acontecimientos a lo largo de los siglos. Aquí se han celebrado mercados, fiestas y torneos. La plaza que conocemos hoy en día no siempre tuvo esta apariencia, a mediados del siglo XVI la iglesia de San Miguel -que estaba ubicada en el centro de la plaza- se derrumbó. Este hecho obligó a rediseñar completamente el espacio, dando lugar a la plaza rectangular que conocemos actualmente.

El 13 de diciembre de 1474, precisamente, en el atrio de esta iglesia tuvo lugar uno de los momentos más trascendentales de la historia de España: la proclamación de Isabel como reina de Castilla. Un acto solemne al que asistieron nobles, clérigos y representantes del pueblo. Ante todos ellos, Isabel fue proclamada reina de los castellanos en virtud del Tratado de los Toros de Guisando, que la reconocía como heredera legítima al trono.

Plaza Mayor de Segovia
Plaza Mayor de Segovia (Jorge Franganillo, Flickr).

Si prestamos atención al pavimento, en la Plaza Mayor es posible encontrar algunas de las veinticuatro placas de bronce que marcan el itinerario subterráneo del acueducto entre la plaza del Seminario y la entrada al Alcázar.

Canción de despedida

Antonio Machado vivió en Segovia entre 1919 y 1932, años en los que ejerció como profesor de instituto. Durante este tiempo, la ciudad se convirtió en una fuente de inspiración para el poeta, quedando plasmado en sus versos tanto la belleza de sus paisajes como la esencia de sus habitantes.

En agradecimiento, la ciudad mandó levantar una escultura en su honor y ubicarla en la Plaza Mayor. Se encuentra sobre una base en la que se pueden leer versos del poema “Canción de Despedida”, escritos en Segovia en 1922:

“Verdad que el agua del Eresma / nos va lamiendo el corazón…/¡Torres de Segovia, /cigüeñas al sol!”

El gran batacazo de las marcas de lujo en la industria de la moda: de Burberry a Swatch

Asistimos a un año sin precedentes en la industria de la moda de lujo, que está viviendo las consecuencias del desplome del consumo en mercados clave como China, Hong Kong y Reino Unido.

En estas últimas semanas estamos siendo testigos de los cambios significativos que se están produciendo en el sector. Burberry, una de las casas de moda más icónicas del Reino Unido se ha visto forzada a tomar medidas tan drásticas como suspender el pago de dividendos y reemplazar a su director general, Jonathan Akeroyd, todo ello en medio de un profit warning que subraya la tambaleante situación financiera de la compañía.

¿Qué es un “profit warning”?

Un profit warning es una advertencia emitida por una empresa cuando esta prevé que sus beneficios no van a alcanzar la cifra esperada debido a factores como condiciones desfavorables del mercado o a costes inesperados.

Esta advertencia tiene como propósito alertar a accionistas e inversores sobre los riesgos potenciales, así como explicar las causas y las medidas paliativas que se van a llevar a cabo. Las consecuencias pueden ser dramáticas, pudiendo afectar significativamente al precio de la acción.

A la desesperada, con el objetivo de mostrar confianza y estabilizar la percepción de los inversores, esta misma mañana se ha publicado que Gerry Murphy, presidente de Burberry, ha realizado una compra significativa de acciones.

La desaceleración económica en China está afectando significativamente a las ventas de lujo.

Por desgracia, no tiene pinta de que esta acción vaya a resultar suficiente para contrarrestar el gran impacto que está teniendo la disminución de las ventas y beneficios de la marca.

Sin embargo, la de Burberry no es una situación aislada, sino que refleja una tendencia más amplia que incluye a otras marcas de lujo, como Swatch.

Según un informe de MENAFN, en el primer semestre de 2024, el gigante suizo de relojes y joyas ha sufrido una caída en sus ganancias de un 70,5%, o a 147 millones de francos suizos (151 millones de euros), mientras que las ventas cayeron un 14,3%, a 3400 millones de francos (3488 millones de euros).

La compañía atribuye esta caída a la debilidad de la demanda en China, Hong Kong y Macao.

Las marcas de lujo están ofreciendo descuentos de hasta el 50% para atraer a consumidores.

La amplia desaceleración económica que está viviendo China ha agravado el descenso de la demanda de productos de lujo en general, lo que está traduciéndose en medidas desesperadas por parte de las marcas, que recurren a descuentos agresivos, de hasta el 50% para atraer a los consumidores asiáticos.

Este tipo de estrategias en este tipo de mercados podrían, sin embargo, dañar la percepción de exclusividad que tanto tiempo les ha costado cultivar, erosionando aún más sus márgenes de beneficio.

Otra conocida marca que ha visto sus expectativas de demanda reducidas drásticamente, ni solo en China, sino también en el Reino Unido, ha sido Hugo Boss.

La caída ha sido tal, que ha forzado a la empresa a revisar sus estrategias y a considerar nuevos enfoques para intentar recuperar terreno.

Datos interesantes sobre las principales marcas de lujo

  1. Chanel: Fundada por Coco Chanel, revolucionó la moda femenina. Karl Lagerfeld modernizó la marca en los años 80.
  2. Hermès: Fundada en 1837, es famosa por sus exclusivos bolsos Birkin y Kelly y porque limita la producción para mantener su prestigio.
  3. Louis Vuitton: Utiliza una política de «no venya» y colabora con celebridades como BTS y Naomi Osaka. Sus marcas principales son Louis Vuitton, Dior, Bulgari, Tiffany & Co., Fendi, Givenchy
  4. Gucci: Es popular entre la Gen Z y los millennials. Estratégicamente se mantiene en la cultura pop con embajadores como Harry Styles.
  5. Prada: Ha introducido una línea de nylon sostenible y adoptado medidas de ahorro energético.
  6. Fendi: Crea cuero ecológico a partir de hongos colaborando con MycoWorks.
  7. Balenciaga: Ha colaborado con Fortnite y ha lanzado colecciones virtuales.
  8. Versace: Conocida por sus diseños atrevidos y por sus colaboraciones con celebridades como Jennifer Lopez.
  9. Ralph Lauren: Ha ampliado su marca a otros sectores, como decoración, fragancias y restaurantes.
  10. Dior: Tiene una gran presencia en redes sociales y su línea de cosméticos ha contribuido significativamente a su éxito global.
  11. Saint Laurent: Revolucionó la moda con diseños de género neutro y colaboraciones artísticas.
  12. Cartier: Es famosa por su motivo de pantera y por la joyería para la realeza.
  13. Bottega Veneta: Su «Stealth Wealth» se centra en la calidad sin logotipos prominentes.

Y toda esta situación se complica aún más debido a la creciente competencia de marcas emergentes que, ofreciendo precios más asequibles y ofertas innovadoras, están captando toda la atención de esos consumidores más jóvenes.

Esta nueva situación del mercado, que no solo afecta a marcas individuales, sino a la industria de la moda de lujo en su conjunto, está obligando a las marcas a reconsiderar sus estructuras y sus modelos de negocio para atraer a una generación más joven que valora tanto la sostenibilidad como la exclusividad.

Sobrevivir y prosperar en la industria de la moda de lujo hoy en día implica adaptarse rápidamente a las nuevas realidades del mercado, que incluyen la personalización de productos y el acceso a los mismos a través del comercio electrónico.