La revolución tecnológica también ha llegado al sector textil y al de la moda. Las prendas de ropa inteligente están más cerca de lo que se podría imaginar.
Según un informe de PwC, el uso de la tecnología wearable (la que llevamos puesta) creció del 21% en el año 2014 al 49% en el 2016. Sin embargo, el sector de la ropa inteligente apenas está comenzando.
Cientifica, una empresa del área de wearables textiles inteligentes y nanotecnología, espera que el volumen de negocio de este sector supere los 104 millones de euros en el año 2025.
Este tipo de prendas se han usado hasta el momento en el sector laboral, deportivo y de la salud. Aún no se encuentran a gran escala en el sector textil. Sin embargo, algunas marcas reconocidas están comenzando a apostar por ellas.
Google y Levi’s han lanzado una chaqueta con sensores y botones con la cual se puede controlar un smartphone. Por otra parte, Tommy Hilfiger sacó a la venta en el 2014 una chaqueta de edición limitada con celdas en la parte de atrás, mediante las cuales se captura la energía solar y pueden cargarse los dispositivos.
El problema a la hora de adquirir este tipo de prendas es su precio. La chaqueta de Tommy Hilfiger cuesta 480 euros, y la de Google, 286 euros. Según Anastasia Pistofidou, la fundadora del laboratorio de textiles y materiales en Fab Lab Barcelona, las prendas están fabricadas con materiales conductivos que, además de ser muy caros, tienen un ciclo de apenas 100 lavados.
El fundador de Sepiia, Federico Sainz, considera que aún hay falta de formación tecnológica en el sector de la moda. Su empresa produce camisas anti olores, anti manchas y antiarrugas para hombres. Actualmente, vende a través de su tienda online alrededor de 400 camisas mensuales por un precio de 84 euros. Pronto lanzará una línea femenina de polos.
En el área laboral existe ropa inteligente, como chalecos con sensores para detectar gases tóxicos y otros que permiten saber si un empleado se ha caído. También hay guantes a través de los cuales se pueden identificar piezas.
