En tiempos de amores idealizados, de relaciones de una noche y de un perfeccionismo mal entendido, las verdaderas relaciones cara a cara o face to face ya casi no existen.
Vamos a entender en principio que en toda relación humana siempre van a existir diferencias y en todo amor siempre habrá distintas formas de ver las cosas.
Los seres humanos debemos tener claro que conocer a alguien implica una doble tarea. Una, la mas básica, es recordarnos que nuestra especie es variada, diversa, diferente; y la otra, es obligarnos a entender que debemos respetar las similitudes, las igualdades y las diferencias para convivir en armonía.
Para esto, tengamos claro que el conocer al otro se inicia con el descubrimiento de uno mismo, descubrimiento que muchas veces surge en nuestras peores circunstancias.
“Una sociedad no vive sin utopías, es decir, sin un sueño de dignidad, de respeto a la vida y de convivencia pacífica entre las personas y pueblos” -Leonardo Boff.
El aceptar las cosas que nos hacen iguales o diferentes, respetando el derecho de los demás y saliendo de nuestra zona de confort, permitiéndonos el hecho de ver mas allá de lo básico, nos obligará a ser mas cercanos, haciendo que sea más fácil comprendernos.
Nuestro crecimiento personal va de la mano del respeto que le demos a cada uno de los sentimientos de todos y a cada uno de los compañeros de nuestra vida.
Hacer una buena convivencia va a depender de la forma en cómo manejemos, entendamos y respetemos las diferencias en los sentimientos, las opiniones y las decisiones de los demás, y más aun en la forma como manejemos, entendamos y permitamos que esas situaciones afecten nuestra forma de enfrentar la vida.
Una buena forma de vivir bien es aprender que nuestra paz no es indiferente a la paz de nuestro entorno y, por tanto, se desarrolla con el aporte de todos, incluido el respeto a las diferencias.
Solo echemos una mirada a nuestra vida y veremos que todos hemos errado, erraremos y lo volveremos a hacer, porque al final solo somos eso, un montón de defectos, para los que no tenemos manual.
Solo la humildad nos permitirá ser más cercanos a los demás. Cuando entendamos que debemos valorar más cualidades que criticar y resaltar defectos, habremos andado un largo trayecto.
“Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio” -Mahatma Gandhi.
La diferenciación es una condición innata de los seres humanos. Cada ser humano es único, tiene su forma de pensar, de sentir y de actuar, sin importar que, desde el punto de vista social, existan ciertos convencionalismos sociales con ciertas semejanzas, que traten de encasillar el libre albedrío.
En todas las relaciones la diferenciación nos obliga a mejorar. Nos muestra un nuevo mundo de oportunidades y situaciones que, de no ser por las diferencias, nunca habríamos vivido ni sentido.
Así, la diferencia de ideas y de opiniones enfrentan nuestra realidad y es una salida obligada de nuestra tranquilidad y de nuestra zona de confort.
Esta salida frecuente, irreverente, de frente y sin miedo, de nuestra zona de tranquilidad, genera un crecimiento personal. Ver que somos capaces de conseguir aquello a lo que tememos es un aporte muy importante para nuestra alma, esa que nunca nos abandona y que nos acompaña todos los días.
Entender y respetar la diferenciación en última instancia es mejorar. Aceptar la diferenciación es positivo porque enseña a aceptar que hay otras formas de ver el mundo, sin que eso implique tener o no la razón o ser dueño de la verdad, más aun cuando la aceptación apunta hacia el buen vivir.
Las grandes sociedades del mundo no se permiten ser excluyentes y, ahora más que nunca, este tiene que ser el mensaje para que aprendamos a vivir juntos con nuestras diferencias.
“La diversidad no es una amenaza, es lo que somos» -Michelle Obama.