Los avances tecnológicos son posibles gracias a un montón de pruebas y de fracasos previos. En el caso de la aviación, para llegar al punto en el que nos encontramos ahora, donde el avión es el tipo de transporte más seguro que existe, se han llevado a cabo experimentos de todo tipo, sobre todo de manos de la NASA.
Tanto antes de aterrizar, como cuando un avión presenta problemas en pleno vuelo, los pilotos descargan el combustible lanzándolo directamente al exterior. Aunque generalmente se disipa antes de llegar al suelo, es un contaminante peligroso que, en ocasiones, se arroja lo suficientemente cerca de los humanos que les pone en alto riesgo.
Pero esta manera de actuar es la “correcta” después de las pruebas de combustible realizadas por la NASA y la FAA en 1984, donde se estudiaba la posibilidad de que tanto el aparato como los pasajeros resistieran la ignición, tal y como puede verse en el vídeo grabado en aquel entonces.
Para la prueba cogieron un avión de entrenamiento retirado, lo llenaron con muñecos de prueba y luego lo pilotaron a distancia para recrear un aterrizaje forzoso en el desierto de Mojave.
A pesar de que el avión desciende bruscamente, logra mantenerse de una sola pieza mientras atraviesa montículos de tierra y obstáculos. Si no llevara gasolina, las posibilidades de que todos sobrevivieran serían altas. Pero con un tanque lleno…
Se produjo una bola de fuego espectacular que requirió más de 1 hora para que lograran extinguirla por completo. Las conclusiones de la FAA fueron 3:
- Que aproximadamente una cuarta parte de los pasajeros habrían sobrevivido.
- Que el combustible de prueba de queroseno anti-humo utilizado no reducía suficientemente el riesgo de incendio.
- Que se precisaba realizar cambios importantes en el equipamiento del compartimento de pasajeros de la aeronave.