El faro es masculino, la mar es femenino, fonéticamente les separa un universo; mientras que la mar se derrama hacia el horizonte, el faro se estira hacia el cielo; la mar se nos antoja poderosa e indomable mientras que el faro es frágil y estático.
A pesar de todas estas diferencias, el faro y la mar se rozan, se funden no solo a nivel arquitectónico, sino también en su aspecto más literario.
Veintiún años atrás, el farero de Castelouriño, en La Coruña, asesinó a su esposa antes de suicidarse. Ese crimen pasional cobra actualidad cuando el cadáver de un varón aparece entre las rocas de los acantilados del faro… Carlos Dossel nos atrapa a base de buenas dosis de intriga, misterio y ambición en “Sombras en el faro” (2018).
Una tarde otoñal una mujer aparece asesinada a los pies del faro de Pasaia, en la costa vasca. El asesino se ha llevado la grasa del abdomen de la víctima… De esta forma tan trepidante arranca “El faro del silencio” (2014) del escritor Ibon Martín, el padre literario de la hipnótica Leire Altuna.
De la Patagonia a Egipto
Una de las mejores novelas literarias de Julio Verne es “El faro del fin del mundo” (1905). En una isla deshabitada de la Patagonia argentina, donde se enredan sin solución de continuidad las dos mares océanas, habita una banda de piratas comandada por el terrible Kongre. Su zona de confort dará un giro de ciento ochenta grados cuando el gobierno porteño decida construir el faro del fin del mundo.
Siguiendo la estela de James Joyce o Marcel Proust la escritora Virginia Woolf escribió en 1927 “Al faro”. Una novela en la que la trama juega un papel secundario y en donde la prosa hace de guía en un viaje a la reflexión filosófica y la introspección. La autora inglesa se recrea en los recuerdos de sus viajes a la isla escocesa de Sky.
El escritor PD James elige la costa de Cornualles como teatro de acción de su novela “El faro” (2005). Combe Island, un antiguo refugio de piratas, se ha convertido en un lugar de descanso para personajes de élite. Hasta allí se desplaza Adam Dalglieh para resolver el asesinato de Nathan Oliver, un escritor tan exitoso como odiado.
El término “faro” deriva de la isla Pharos, situada enfrente de Alejandría, el lugar donde se construyó el primero de estos monolitos luminosos y el lugar en el que se desarrolla la acción de “El faro de Alejandría” (2002).
Gillian Bradshaw nos sumerge en la epidermis de una mujer del siglo cuarto que huye de un matrimonio de conveniencia hasta Alejandría, allí descubrirá los arcanos del arte hipocrático. Una lectura obligada para los amantes de la buena novela histórica.
Faros nórdicos
Annie Wester, junto con su hijo Sam, se instalan en el faro abandonado de la isla de GrasKär, propiedad de su familia, desoyendo los rumores que circulan por la zona de que en esa isla vagan por la noche los espíritus de los muertos. La situación se complica cuando aparece asesinado el antiguo novio de Annie… Y es que “Los vigilantes del faro” (2009) es la creación más aterradora de Camila Läckberg.
Una atmósfera turbadora envuelve a “Bajo el faro” (2019), una de las novelas más absorbentes de Heine Bakkeid. Un policía –Thorkild Aske– intenta reinsertarse tras una temporada entre rejas tratando de encontrar a una joven que desapareció mientras restauraba un faro al norte del país.
El lector estará de acuerdo conmigo que los faros son mucho más que simples monolitos de piedra, son destellos de luz que establecen coordenadas magnéticas entre escritores de todas las épocas y los amantes de la buena literatura. A lo largo de cada una de estas estaciones literarias descubriremos las debilidades del alma humana, teniendo a los faros como espectadores omnipresentes.