En 1371, casada con el noble Artal de Fortiá, Sibila de Fortiá formaba parte de las damas de compañía de la reina Leonor de Sicilia, tercera esposa del rey Pedro IV. Al morir la reina, y siendo ella también viuda, se convirtió en amante del rey, de cuyos amoríos nació su hija Isabel en enero del año 1375.
Como amante real, Sibila gozaba del respeto de los nobles más allegados al rey, su influencia era tal que obtuvo rentas, e incluso una corte propia.
Era tal su acceso al poder que se convirtió en la cuarta esposa real. El matrimonio se celebró en Barcelona el 11 de octubre de 1377, enlace que no gusto nada a los infantes Juan y Martín, que temían la gran influencia de Sibila.
Tanto Juan como Martín, cuando Sibila era solamente la amante de su padre, disimulaban el desprecio que sentían por esta mujer de escasa cultura y de su origen de pequeña nobleza.
A partir de este enlace, las diferencias entre padre e hijos se hicieron más visibles y más grandes, sobre todo cuando el heredero del rey Juan se casó con Violante de Bar contradiciendo a su padre.
Sibila consiguió grandes favores para su familia sobre todo para su hermano Bernardo que fue su camarlengo.
La enemistad de los infantes con Sibila y el rey era tal que se negaron a asistir a la coronación de la reina. Este desaire molestó bastante a Pedro IV y preocupó a Sibila, (tenía el temor de que esta enemistad la perjudicara a ella y a los suyos).
El rey hizo confirmar por el infante y ratificar en las cortes (1384) las donaciones hechas a Sibila.
Cuando el rey emprendió la guerra contra el conde de Ampurias y su hijo Juan se mostró ambiguo, las relaciones entre padre e hijo se rompieron. El comportamiento de Juan en parte se debía a que el rey delegó el mando de las tropas a Bernardo de Fortiá, el hermano de Sibila.
El infante siempre atribuyó su enemistad con el rey por causa de las intrigas de la reina. Cuando el rey enfermó gravemente, Sibila, con temor de las represalias, huyo llevándose sus vestidos y joyas acompañada por sus amigos y familiares, primero a Sitges y después al castillo de San Martín de Sarroca, propiedad de su hermano.
Hasta allí la prosiguió la venganza de su hijastro, hasta que renunció a de todos los bienes que le había concedido el rey. El rey murió el 5 de enero de 1387 mientras el castillo donde se refugió su esposa era asediado por la fuerza del infante Martín.
Sibila fue capturada, encarcelada y acusada de abandono del rey, robo y traición. Alguno de sus partidarios fueron ejecutados, pero Sibila y su hermano contaron con el apoyo del Papa de Aviñón, Papa que contó en otro tiempo con el favor de la reina.
Fue recluida en el castillo de Montcada (Barcelona) hasta que renunció a de todos los bienes que le había concedido el rey obteniendo a cambio una pensión anual, tanto para ella como para su hermano.
Sibila finalmente se retiró al convento de San francisco, donde encontró la muerte en 1406.
Sibila de Fortiá (Fortiá, 1350 – Barcelona 1406).