La costumbre de derrocar a un rey por la vía rápida
Sin duda es un titular exagerado pero no muy alejado de la realidad. En aquella época había cierta “costumbre” a la deposición violenta del rey por quien ambicionaba ocupar su lugar, de hecho, se ha bautizado esa “costumbre” como morbo gótico. Aunque el propio termino ya viene del siglo VI, cuando el obispo Gregorio de Tours se refería a ello de esta forma.
Los visigodos no fueron tan innovadores
Pero no olvidemos que esta costumbre, por llamarla de alguna manera, ya lo era en el Imperio Romano, ¿o no se acuerda nadie? Calígula, Domiciano, Galba, Vitelio, Caracalla, Cómodo…, solo por mencionar algunos. Y muy habitual además en otros reinos de la vieja Europa.
La forma de gobierno del Estado hispano-visigodo era la Monarquía, que fue siempre electiva, regulado en el canon 75 del IVº Concilio de Toledo, aunque es cierto que, en la práctica, se usó con frecuencia la asociación al trono por el monarca reinante del sucesor deseado y también este macabro camino que estamos comentando.
Se pusieron a ello desde el primer momento
Y esta tendencia empezó desde el primer minuto, ya con el primer rey visigodo, Ataúlfo, seguido de su sucesor, Sigerico, al que le duró poco el poder ya que fue asesinado a los pocos días. Comenzaba la carrera.
De los 34 reyes visigodos que nuestros padres tuvieron que aprenderse de carrerilla, sea dicho de paso en un excelente ejercicio memo-técnico, un tercio fue víctima de esta especie de mal. Siendo el cenit la primera mitad del siglo VI, del 507 que ocupa el trono Gasaleico al 551 que es asesinado Agila I. 44 años entre los que fueron asesinados, aparte de los citados, Amalarico, Teudis y Teudiselo.
Y no se perdió la costumbre hasta el final. En la segunda mitad del siglo VII y hasta la llegada de Táriq a la Península, o lo que es lo mismo, entre la muerte de Recesvinto y la de Rodrigo, con cinco reinados de por medio, encontramos media docena de conjuras contra el soberano reinante que tuvieron amplia repercusión, algunas frustradas y otras con éxito. El morbo gótico acompañó siempre a la historia del reino.
El caso especial del rey Wamba
Caso peculiar fue el del rey Wamba que, aunque no cumple el patrón del morbo gótico, sí fue víctima de una original conjura para ser depuesto. Fue supuestamente envenenado con un brebaje que le adormeció temporalmente.
A primeras horas de la noche del domingo 14 de octubre de 680 el rey cayó al suelo desvanecido. Los cortesanos pensaron que se estaba muriendo, pues era la sensación que daba, y se le dio la extrema unción y se procedió a los rituales de la época. Fue tonsurado, es decir, se le rapó la cabeza, se le vistió con hábito de monje y sobre su cuerpo se trazó una cruz de ceniza.
En el mismo velatorio, con el cuerpo presente, Wamba despertó de aquel somnífero ante la sorpresa y susto de los presentes. Aunque el mas sorprendido puede que fuera él mismo y, al darse cuenta de la situación, reclamó la continuidad en su trono, pero ya era tarde. Las leyes visigodas impedía reinar a un religioso o tonsurado. La conjura tuvo éxito y Wamba fue depuesto, pero por lo menos murió años después por muerte natural.
Podríamos pensar que todo esto es muy típico de nuestra historia y nos viene a la memoria las palabras de pesadumbre de Amadeo de Saboya cuando estaba apunto de tirar la toalla y marcharse: «si fuesen extranjeros los enemigos de España, pero….», y nada más lejos de la realidad.
Como hemos visto, la tendencia a las conjuras, destronamientos y asesinatos de reyes estaba al orden del día, pero que no nos confunda y, como hemos dicho al principio, esto no fue algo innovador de los visigodos, sino que, en el fondo, importaron la idea de antecesores y contemporáneos. Como ya hay voces que lo proclaman, bien puede ser el morbo gótico un predecesor nítido de la Leyenda Negra.