Biológico, orgánico y ecológico pueden parecer términos muy similares, pero en realidad no lo son tanto. Aquí te ayudaremos a entender sus diferencias y sus similitudes.
Ya adquieras con regularidad tus alimentos en el mercado de productores de tu ciudad, en un amplio supermercado o prefieras al pequeño minorista de la esquina, lo cierto es que en el momento de las compras, saber qué estás consumiendo exactamente es una variable muy importante que debes considerar.
Ya no se trata solo de rendir el dinero en tu compra quincenal o mensual. También se trata del impacto que estos alimentos puedan tener en tu salud, en la economía de tu región y en la sustentabilidad ambiental.
Salud, longevidad y eco-consumo
Como consumidores, cada vez somos más conscientes de la importancia de comer alimentos más sanos desde su origen. Investigadores como Stéphane Bellon y organizaciones como la FAO también insisten en ello, al tiempo que recomiendan la transición que las comunidades y las familias deben hacer hacia una agricultura orgánica y ecológica.
Sabemos que una dieta saludable ayuda a prevenir enfermedades y puede hacernos vivir más y mejor. Esto se ha convertido en un propósito de vida para muchos. La humanidad está cada vez más preocupada por conocer qué contienen los alimentos, cómo se procesan y de dónde vienen.
Esta necesidad de los consumidores abrió las puertas para la diversidad de productos procesados, biológicos, orgánicos y ecológicos. Estos tres últimos han ganado espacios en el mercado hasta el punto que estudios de la FAO y encuestas a consumidores europeos revelan que 7 de cada 10 personas prefieren comprar productos que sean más saludables.
Investigaciones científicas realizadas desde los años 60 advierten que los pesticidas y tóxicos usados en los cultivos y en la cría de animales se han ido acumulando en el organismo humano y en los ecosistemas. Con el pasar del tiempo, esto ha resultado perjudicial para la salud, al reducir la calidad nutricional de los alimentos que comemos y causar efectos devastadores en el medio ambiente.
En este sentido, la vuelta a lo natural o la llamada «ecologización de la agricultura» cobra cada día más fuerza en todo el mundo.
Diferencias de nomenclatura e impacto en el ambiente
A esta nueva tendencia de productos también se les denomina alimentos respetuosos con el medio ambiente. Ahora, cabe preguntarse si son 100% saludables todos los productos marcados como biológicos, orgánicos y ecológicos. Y, si es así, cuál sería el mejor.
Para responder todas estas dudas lo primero es definir cada uno de ellos.
Alimentos biológicos
También se les denomina alimentos sin manipulación ni alteración genética. Se trata de productos que suelen tener una etiqueta diferenciadora que dice “Bio”. Al ver este sello podemos afirmar que ni en el desarrollo de estos alimentos y tampoco en los laboratorios agrícolas donde se siguieron los controles se aplicaron variaciones para obtener el producto final.
Sin embargo, que sea un alimento bio no significa que esté libre de pesticidas, fertilizantes químicos o antibióticos durante su producción.
Alimentos orgánicos
Cuando vemos en la etiqueta que es “orgánico” quiere decir que está libre de químicos como pesticidas y fertilizantes. Para la siembra solo se usan abonos naturales como el estiércol, siempre y cuando los animales hayan sido alimentados exclusivamente con productos orgánicos.
En la siembra y cría orgánica se aprovecha la absorción del carbono atmosférico en el suelo. Un alimento puede ser orgánico y biológico al mismo tiempo, pero también puede ser orgánico y no biológico. Ello en el caso de que se hallan realizado manipulaciones genéticas para mejorar su resistencia a plagas u optimizar su rendimiento.
Alimentos ecológicos
Un alimento ecológico se desarrolla por sí solo bajo condiciones ambientales óptimas. Muchos de ellos son sembrados por campesinos que aprovechan los recursos naturales para el mismo cultivo, dando como resultado alimentos frescos y amigables con el medio ambiente.
Los alimentos ecológicos tienen un sabor más intenso porque poseen mayor concentración de vitaminas, minerales y antioxidantes. No se usan pesticidas, ni fertilizantes, tampoco hay alteraciones en el suelo, ni en el agua para el riego. Es un proceso de producción 100% respetuoso con el ambiente y con trato ético a los animales.
En este grupo de productos ecológicos también nos encontramos con los que no son de origen agrícola, aunque se aplican procesos respetuosos con el medio ambiente al momento de producirlos. Entre ellos encontramos las líneas de higiene y cuidado personal 100% naturales.
Como podemos ver, los productos biológicos, orgánicos y ecológicos son diferentes aunque tienen algo en común: implican el cuidado del medio ambiente.
Etiquetado de los alimentos
En la actualidad, grandes y pequeñas empresas distribuidoras de alimentos aplican una política de ser más transparentes con los consumidores. Por eso colocan etiquetas a todo lo que consumimos para así ofrecer información del producto desde su origen hasta cuál es la forma más adecuada para su preparación.
No es una modalidad nueva. Las primeras etiquetas se colocaron en la década de 1980 y han evolucionado tanto que hoy existen unas 158 etiquetas diferentes. Todos los alimentos tienen un sello para poder diferenciar a cuál grupo pertenecen. Estas regulaciones están basadas en normas internacionales establecidas por la Comisión del Codex Alimentarius.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) promueve en todo el mundo el etiquetado de alimentos como “una herramienta eficaz para proteger la salud de los consumidores”, como lo reseña su página web.
¿Cómo saber qué alimento estás comprando?
Solo hay que mirar bien la etiqueta antes de adquirir el producto. Muchos estamos acostumbrados a revisar los sellos para confirmar fechas de elaboración, vencimiento y el peso de un empaque de alimentos.
En el caso de los consumidores cada vez más conscientes de la alimentación saludable, también se mira el etiquetado de los alimentos, bolsas o cajas para confirmar si son “orgánicos”, “bio” o “eco”.
Si no ves una indicación por ninguna parte, lo más seguro es que provengan de sistemas de agricultura con usos de plaguicidas y modos de explotación extensivos o industrializados que no respetan el ciclo natural y el equilibrio de plantas, animales y ecosistemas.
Impacto en la agricultura mundial
En todo el mundo, la siembra de alimentos más respetuosos es una acción que cuenta con el apoyo de líderes y organizaciones gubernamentales o independientes.
En Francia, por ejemplo, en el Instituto Nacional Francés de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (INRAE) son notables los aportes de Stéphane Bellon y muchos otros investigadores al movimiento ecológico. En su libro “Agricultura ecológica, prototipo de agricultura sostenible”, Bellon muestra cómo la siembra y la ganadería sustentable pueden ser un componente social y positivo para consumidores y productores.
Otras iniciativas relevantes son:
- La creación de granjas con modelos de producción orgánica en distintos países. Son promovidas por la FAO y el INRAE. Brasil, es uno de estos casos.
- En Bolivia se llevan a cabo sistemas agrónomos más respetuosos con el planeta a través del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).
- España espera alcanzar, para el año 2030, la meta de lograr que el 25% de su producción agraria y ganadera sea más natural. Somos el país de la Unión Europea con mayor producción de alimentos ecológicos, algo que han sabido aprovechar nuevas empresas como Proyecto Kulto, cuyo objetivo es que los consumidores accedan al producto ecológico de las granjas más cercanas, eliminado los intermediarios y fomentando el consumo local y de temporada.
- Estados Unidos se posiciona como el primer mercado mundial de productos ecológicos. Tiene su propia norma denominada Producción Ecológica (NOP: National Organic Program).
- En Cuba recientemente se inició la producción de azúcar ecológico en una central azucarera cuya elaboración en su mayoría es para la importación.
Estos son solo algunos ejemplos y las iniciativas siguen creciendo. En todo el mundo, la producción de alimentos biológicos, orgánicos y ecológicos mantiene su curso en la medida en que el consumidor final sea cada vez más consciente de lo que adquiere. Informarte implica también conocer tus preferencias y necesidades y no ir a ciegas sobre lo que en realidad estás comprando.