Uno de los inicios más aplaudidos de la literatura es el de “Ana Karenina”:
“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”.
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Pero, ¿qué es una familia? De las diez acepciones que tiene la RAE para el vocablo familia nos quedamos con estas dos: “grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas” y “conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje”.
A lo largo de la literatura universal hemos conocido las familias más diversas, pero ¿seríamos capaces de descubrirlas con simplemente una pequeña descripción? Vamos, al menos, a intentarlo.
Una de las familias más conocidas de la literatura tiene apellido italiano. La trama de la novela es sencilla: un inmigrante escapa de las garras de la mafia siciliana y crea su propio imperio en Norteamérica, con la complicidad de Michael, su hijo menor.
¿Quién no conoce a estas alturas a los Corleone? La célebre saga que vio la luz gracias a la pluma de Mario Puzo y que fue llevada, tiempo después, a la gran pantalla por Francis Ford Coppola.
La siguiente familia fue fundadora de un pueblo. A lo largo de sus seis generaciones hubo paternidades equívocas, rivalidades malentendidas entre hermanos y hermanas, incestos, asesinatos…, y sobre todo, soledad.
La familia de José Arcadio Buendía, el fundador de Macondo, protagoniza una de las grandes novelas del siglo pasado: “Cien años de soledad”.
La esencia del mal
La lectura de la novela en la que reside la siguiente familia nos lleva a hacernos preguntas del estilo: ¿Hasta dónde llega el miedo a las consecuencias por hacer el mal? ¿Qué es el libre albedrío? O, simplemente, ¿se puede llevar a cabo un comportamiento moralmente aceptable por temor?
La trama gira en torno a las relaciones que se establecen entre un padre y sus cuatro hijos, hasta que es asesinado por uno de ellos –Dimitri–, que será juzgado y condenado. El título de la novela no es otro que “Los hermanos Karamazov”, del escritor Fiódor Dostovevski.
Envenenamientos, envidias, desaciertos, visitas inoportunas de un fantasma…, son algunas de las aristas de la tragedia de la familia real de Dinamarca. ¿Su título? “Hamlet”, una de las obras más conocidas del universo shakespeariano.
Drama protagonizado por mujeres
Angustias, Martirio, Magdalena, Amelia, Adela, María Josefa y Poncia viven sometidas a la autoridad de Bernarda, que tras haber enviudado por segunda vez –a los sesenta años– decide vivir los siguientes ocho años en el más riguroso luto.
Este es el punto de partida de “La casa de Bernarda Alba”, la última obra que escribió Federico García Lorca.
Una de las mejores novelas del siglo veinte narra la historia de los Valle-Trueba a lo largo de cuatro generaciones. El único personaje que sobrevive desde el principio hasta el fin es Esteban. Es llamativo como el nombre de algunos de los personajes femeninos de la novela tienen relación con el blanco, el color de la pureza: Nívea, Clara, Alba y Blanca.
Esta saga pertenece a una de las novelas más aclamadas de la escritora chilena Isabel Allende: “La casa de los espíritus”. En ella lo cotidiano adquiere matices extraordinarios y es determinante para el devenir de la familia.
Ficción autobiográfica
La última parada de este personal recorrido la hacemos en una novela escrita por primera persona desde la cárcel. El protagonista recuerda cada una de las calamidades que se han ido sucediendo a lo largo de su dilatada vida, desde la muerte de sus hijos hasta la de su hermano Mario, pasando por el alcoholismo de su madre, la muerte de su padre Esteban tras la mordedura de un perro rabioso, la prostitución de su hermana Rosario…
La novela se titula “La familia de Pascual Duarte”, una de las obras cumbre de Camilo José Cela y que marca el inicio de un nuevo género literario, el tremendismo, el cual “bebe” de la novela picaresca, del naturalismo decimonónico y de la novela social de la década de los treinta del siglo pasado.