La hipertensión arterial o tensión arterial alta es un padecimiento que en términos sencillos, se caracteriza por la elevada y anormal presión arterial en los vasos sanguíneos y en el corazón.
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Cuando las mediciones sobrepasan los 140/90 mmHg, es necesaria la intervención de un médico, para iniciar un tratamiento basado en antihipertensivos que regulen la subida irregular de presión.
En los círculos médicos es conocida como «el asesino silencioso», ya que no todos los pacientes que la padecen presentan los síntomas más comunes que son:
- Dolor de cabeza
- Sensación de malestar
- Arritmias cardiacas
En el peor de los casos, no presentarán síntomas a pesar de no tener otro problema de salud.
En la actualidad, el ritmo de vida nos obliga a estar presionados a lo largo del día, ya sea en el trabajo, en nuestra casa, en la calle o en la escuela, lo que ocasiona estrés.
El estrés es considerado uno de los factores de riesgo que propician la hipertensión, junto con otros factores de riesgo modificables:
- Sedentarismo
- Tabaquismo
- Alcoholismo
- Mala alimentación
- Diabetes
- Obesidad
El estilo de vida acelerado que rige en la sociedad actual, condiciona enormemente la proliferación de casos de hipertensión. El Dr. Horacio Garrido Garduño, subdirector de cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS, señala que la hipertensión puede presentarse a cualquier edad, en algunos casos en niños, pero la población más afectada son los adultos mayores de 65 años[1]. También es un posible factor de riesgo no modificable el tener familiares ascendentes que hayan padecido esta enfermedad.
Cifras de la Organización Mundial de la Salud
De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de Salud, OMS por sus siglas, se calcula que hay 1280 millones de personas en el rango de edad de 30 a 79 años con hipertensión; el 46 % no tiene conocimiento de que padece la enfermedad.
La hipertensión causa muerte prematura y solo el 21 %, (uno de cada cinco pacientes) tiene control sobre el problema de salud)[2].
Medidas de prevención
Existen, sin embargo, medidas que aportan beneficios a la salud, no solo para la hipertensión sino para otras dolencias. La OMS recomienda lo siguiente:
- Reducir el consumo de sal
- Incluir frutas y verduras en la dieta
- Incrementar la actividad física
- Evitar el consumo de tabaco
- Moderar el consumo de bebidas alcohólicas
- Vigilar el consumo de grasas saturadas
- Cuidar la ingesta de grasas trans
Con estas medidas preventivas se evitarán problemas de riñones, vista, enfermedades cardiovasculares, infartos cerebrales y hasta muerte súbita; pero siempre es recomendable consultar con un profesional de la salud para evitar consecuencias graves y adquirir otros padecimientos.