Es fácil imaginar a niños jugando en la calle, comerciantes vociferando su mercancía para atraer la atención de posibles clientes, el paso de carros, caballos, comitivas religiosas y cohortes urbanas (vigilancia militar). Todo ello suponía un gran problema de movilidad y numerosos problemas para poder trasladarse de un lugar a otro.
Caída del Imperio romano:
Cronología del fin de uno de los imperios más importantes y grandes de la historia
Un poco de historia (o presente)
Hoy en día nos regimos por la ley de Seguridad vial, pero ya en la antigua Roma se idearon normas y medidas para que fueran menos peligrosa la libre circulación de personas y vehículos.
Julio César se autoproclamó curator viarum, o “director de las grandes carreteras” y redactó una serie de normas, algunas siendo similares a las que tenemos ahora.
Se estableció una ley que prohibía a los carros con mercancías circular por Roma desde el amanecer hasta el anochecer. Estos carros de trasporte solo podían circular de noche, una clara medida para descongestionar el tráfico en horas diurnas.
Estas normas se contemplan en la Lex lulia municipalis, cuya única edición se conserva se encuentra en un museo de Nápoles.
De día, solo se permitía el paso de vehículos especiales que trasportaran materiales para la construcción de obras públicas, como acueductos, templos, etcétera, así como la circulación de comitivas religiosas, el triunfo de algún general victorioso y carros de recogida de residuos. El resto de carros solo tenían permitido entrar en la ciudad a partir de las tres de la tarde.
La mayoría de trasporte se realizaba por la noche, lo que creaba un gran problema de ruido nocturno: las llantas eran de metal y al rozar las piedras de la calzada hacían mucho escándalo, lo que dificultaba el descanso.
El poeta Juvenal nos ha dejado testimonio de lo difícil que resultaba el conciliar el sueño en Roma, y es que los más adinerados solían vivir en barrios de las afueras y ahí no había tanto trafico ni ruido.
“Solo los más adinerados pueden dormir en Roma”.
¿Que hemos heredado sobre normas de circulación romanas?
Las aceras
En nuestras ciudades seguimos utilizando el modelo de acera que crearon los romanos. Las ciudades más importantes de Roma tenían calles empedradas y a ambos lados se construyeron unas aceras que era para que pasaran los peatones estas aceras eran de mayor altura que las calzadas para evitar que los carros atropellaran a los viandantes.
Los pasos de cebra
A cada cierto trecho en las calzadas se encontraba una hilera de bloques de piedra, que facilitaba el paso de los peatones. Esto era algo muy útil si llovía ya que podían cruzar sin embarrarse los pies. Además, dificultaba la circulación de los vehículos, lo que les hacía moderar la velocidad.
Badenes
Los mismos bloques de piedra que servían de paso de peatones obligaban a los vehículos a moderar la velocidad, ya que tenían que pasar las ruedas entre la separación de los bloques de piedra.
Las señales de tráfico: otro tipo de herencia
En la Antigua Roma, ya idearon un sistema de señales de tráfico mucha, inteligentemente pensadas, y precursoras de algunas de nuestras señales verticales.
La dirección prohibida
La dirección prohibida que idearon era un palo colocado a la entrada de una calle que era cambiado según las necesidades de circulación. Los que la encontraban de frente esa señal sabían que la circulación solo podía ser en el sentido opuesto y por ello no entraban en la calle, un anticipo de la señalización electrónica-móvil actual.
La señal de Stop
Como señal de Stop los romanos tenían una hermosa estatua del dios Hermes (Mercurio). Esta estatua se colocaba en los cruces de calles que se consideraban más peligrosas. Al verlas, los conductores moderaban la velocidad e incluso se detenían para comprobar que no fuera peligroso entrar en el cruce.
Teselas
Para poder iluminar un poco la calzada de noche colocaron una serie de teselas que reflejaban la luz de las antorchas y la luna, algo parecido a nuestras marcas luminosas.
Miliarios
Los miliarios son parecidos a nuestras señales o postes km. En estos postes se enumeraba en números romanos la distancia en millas desde Roma a un poste en la vía, que el emperador mandó a construir y sobre la cual se hicieron reparaciones. Los miliarios eran muy útiles para orientar e informar a los que transitaban por las vías, a pie, a caballo o en carro.
Eric Paulher, arqueólogo de tráfico, realizó un estudio en Pompeya y según esas pruebas determinó que allí se circulaba por la derecha.
Algunos estudios sobre la Antigüedad indican que se circulaba por la izquierda, ya que las personas diestras manejaban los caballos con la mano izquierda y así tenían libre la derecha para poder defenderse de posibles ataques.
Preferencia de paso
Al entrar en un cruce, si había conflicto de quien pasaba primero, los romanos idearon dar la preferencia al vehículo de mayor categoría o al conductor de mayor edad. Posiblemente esto creaba más de un conflicto.
El jurista Alfenus nos ha dejado un testimonio posiblemente del primer accidente de tráfico de la historia: un accidente entre dos carros, donde uno se quedó sin frenos y acabó arrollando a otro que terminó atropellando a un esclavo.
Como dato curioso os comento que en Egipto se puso la primera multa de tráfico, que recibió un conductor que iba bebido y que atropelló a unos peatones matando a un niño. La multa fue muy alta, y se le colgó a la puerta de la taberna. Aquello de si bebes no conduzcas ya se producía en la Antigüedad.