Un estudio exhaustivo realizado por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) ha revelado una preocupante verdad sobre el suministro de agua potable en Estados Unidos: la presencia generalizada de compuestos per- y polifluorados, conocidos como PFAS, en niveles alarmantes tanto en sistemas públicos como en pozos privados.
Estos químicos persistentes están asociados con riesgos significativos para la salud, incluyendo el cáncer testicular y de riñón.
Sorprendentemente, a pesar de los conocidos peligros para la salud, aún no existen políticas federales efectivas para regular su presencia en el agua.
La propuesta de límites federales para seis tipos de PFAS por parte de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) destaca la gravedad del problema, pero se anticipa que las decisiones finales sobre estas regulaciones se tomen más adelante en 2024.
La falta de acciones preventivas para controlar la fuente de estos contaminantes ha sido criticada por Scott Faber del Grupo de Trabajo Ambiental, quien argumenta que se debería abordar el problema desde su origen.
El estudio del USGS, que abarcó un período entre 2016 y 2021, tomó muestras de agua de 716 grifos en una variedad de ubicaciones, desde zonas rurales hasta urbanas, revelando una infiltración generalizada de PFAS en el suministro de agua a nivel nacional.
La hidróloga Kelly Smalling, autora principal del informe, señala que este análisis detallado ofrece una perspectiva inédita sobre la persistencia de los PFAS en el ambiente y su impacto en la salud humana.
Los PFAS son sustancias químicas difíciles de eliminar del cuerpo humano y del medio ambiente, lo que plantea desafíos significativos para su tratamiento y eliminación.
Su presencia no se limita al agua potable, sino que se encuentran en productos cotidianos como sartenes antiadherentes y envases de alimentos, lo que subraya la complejidad de enfrentar su contaminación.
A pesar de que el gobierno de Estados Unidos ha comenzado a reconocer la amenaza que representan los PFAS para la salud pública, la acción reguladora ha sido lenta.
El informe del USGS podría ser un recurso crucial para evaluar riesgos de exposición y tomar medidas preventivas a nivel individual y comunitario.
Sin embargo, la solución definitiva requerirá un enfoque colaborativo que involucre a autoridades reguladoras y a las industrias responsables de la contaminación original.
El problema de la contaminación del agua potable con PFAS no es nuevo. Estos compuestos se han utilizado ampliamente en aplicaciones industriales y comerciales durante décadas debido a su resistencia a temperaturas extremas, durabilidad y propiedades antiadherentes.
Sin embargo, su impacto negativo en la salud humana ha sido motivo de preocupación desde principios de la década de 2000, cuando se detectaron PFOA y PFOS en muestras de sangre humana.
El informe del USGS revela que al menos una variedad de PFAS podría estar presente en aproximadamente el 45% de las muestras de agua de grifo en todo el país.
Las concentraciones más elevadas se hallaron en zonas urbanas y cercanas a posibles fuentes de contaminación, como áreas industriales y vertederos. Aunque las pruebas en regiones rurales también arrojaron resultados positivos, indicando una preocupante dispersión de estos químicos.
Los propietarios de pozos privados, especialmente aquellos en áreas vulnerables, deben considerar la instalación de filtros que utilicen carbón activado o membranas de ósmosis inversa para eliminar los PFAS del agua potable.
La conciencia sobre este problema es fundamental para proteger la salud pública y promover la acción reguladora a nivel nacional.