La vida, en el ejercicio profesional, nos presenta, en determinadas situaciones, retos difíciles que enfrentar.
Ya sea por el contexto social en el que trabajamos, por creencias que dominan la mente de las personas, o por sensaciones físicas que genera una obra que estamos realizando que no se pueden controlar. Y este es el caso que hoy nos interesa…
Nos referimos a Frank Lincoln Wright o Frank Lloyd Wright (8 de junio de 1867 – 9 de abril de 1959), ilustre diseñador, escritor y educador estadounidense.
Le encantaba diseñar obras que estuvieran en armonía con la ecología y su paisaje natural, una tendencia adelantada a su tiempo, ya que denotaba una preocupación y cuido del medio ambiente.
Este gusto por la naturaleza se puede ver, por ejemplo, en su obra de la Casa de la Cascada, Fallingwater (1935), que ha sido llamada «la mejor obra de todos los tiempos de la arquitectura estadounidense» (1) y es, precisamente, durante la construcción de esta magnífica obra de arquitectura, que Wright tuvo que trabajar como obrero.
Esta es «una casa de verano construida para un millonario de Pittsburgh (EE.UU.), Fallingwater (1937) se ha denominado la casa moderna más famosa del mundo. La casa, en voladizo sobre una cascada, es una de las obras maestras de Frank Lloyd Wright» (2), es considerada actualmente como un Monumento Histórico Nacional de los EE.UU.
Esta casa tiene unos voladizos impresionantes. Durante su construcción se cuenta que, cuando se iba a demoler la última viga del encofrado de madera que sostenía el voladizo de la gran terraza que daba al vacío, los obreros se negaron a realizar el trabajo por considerarlo peligroso, ya que había riesgo que se desplomara y les quitara la vida.
Es así, que «los jefes del Sindicato de la Construcción comunicaron cortésmente a Wright que no estaban dispuestos a pagar el seguro a las familias de los hombres que quedarían sepultados bajo los escombros de aquella locura arquitectónica» (3).
Dicha situación enfureció al arquitecto Wright, que, sin mediar palabra, tomo un pico y se dirigió solo a demoler el armazón de madera. Algunos obreros que presenciaban la situación se hicieron la señal de la cruz al ver eso, y él hizo el trabajo.
Pero la terraza, como sabemos, todavía está intacta después de muchas décadas.
La vida es una serie de eventos, siempre hay una rutina diaria y situaciones difíciles que nos enfurecen. Algunas veces, parece que se cae el mundo encima de nosotros pero, realmente, son las situaciones difíciles las que nos ponen a prueba y las que nos hacen sacar lo mejor de nosotros mismos.
La suma y forma de responder a esos momentos difíciles a lo largo de nuestra vida es lo que realmente define a la persona que somos.
Cuando una persona es capaz de manejar esas situaciones difíciles de manera positiva, con fe en sí misma y con valor, no solo crece interiormente en fuerza y sabiduría, sino que, además, aprende a valorar la felicidad desde otra dimensión.
Ricardo Reyes Anariba es arquitecto por la Universidad Albert Einstein, San Salvador, El Salvador. Amante de la literatura y el arte, escritor por hobby y chef apasionado. Primeros libros: “Un hombre simplemente extraordinario” y “Amor elijo quedarme contigo”. | Twitter |