Clyde Champion Barrow y Bonnie Elizabeth Parker fueron una de las parejas criminales más buscadas en los Estados Unidos en 1934.
En el mes de mayo de 1934, ambos eran buscados por múltiples cargos, entre los que se encontraban asesinato y robo. Otros crímenes de la pareja incluyen ser pinups criminales, que traficaron con fotografías glamurosas que guardaban en algunos escondites.
Pero en ese mismo mes de mayo, la policía, en complicidad con otro criminal que trabajó junto a la pareja, pudo realizar la emboscada perfecta.
Todo sucedió un 24 de mayo de 1934
Ese 24 de mayo, Bonnie y Clyde habían llegado al estacionamiento del café de Ma Canfield en Louisiana, cerca de la frontera con Texas.
Clyde se bajó del coche y, según los testigos, compró un desayuno de hamburguesas, el cual entregó a su compañera Bonnie al entrar en el automóvil.
Al partir del aparcamiento del local de comida y avanzar en la carretera que habían cogido con su Ford, la pareja divisó a algunos metros un camión que parecía averiado.
El conductor, que estaba presuntamente accidentado a orillas de la carretera, era Ivy Methvin, padre de Henry, quien pertenecía a la pandilla criminal de la pareja. Clyde se detuvo para ver en qué podía ayudar a Ivy.
En realidad Ivy no necesitaba ayuda, pues no estaba accidentado. Todo era parte de la emboscada que la policía local orquestó con la ayuda del cómplice, para finalmente detener a Bonnie y Clyde.
Esta colaboración se dio gracias a la ayuda de Henry, el hijo de Ivy, quien, como parte de la reducción de la condena que cumplía en la cárcel por asesinato mientras trabajaba para la pandilla de Clyde, tomó la alternativa de ayudar a la policía, dando importante información sobre el criminal.
De esta manera, el padre de Henry fue pieza clave para desempeñar el rol del anzuelo.
La escandalosa muerte de los criminales más peligrosos de Estados Unidos
La pareja a duras penas había disminuido la velocidad del Ford en el que viajaban para saber qué ocurría con Ivy, cuando seis oficiales de la policía salieron al paso para abrir lo que fue descrito luego como una ráfaga de disparos.
Según los pocos testigos que pudieron escuchar lo que ocurría en la operación de emboscada, en realidad se escuchó como una ventisca de disparos.
Al final, se contabilizaron un total de 167 disparos propinados por parte de los oficiales. De esta forma fueron ajusticiados los dos criminales más buscados de la época, en Estados Unidos.
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