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La inseguridad alimentaria aumenta drásticamente debido a la crisis climática y la pandemia, según informa Nada Al-Nashif

En el último año, más de 333 millones de personas en todo el mundo se han enfrentado a niveles alarmantes de inseguridad alimentaria, un aumento significativo de casi 200 millones en comparación con los niveles previos a la pandemia. Esta creciente crisis ha sido destacada por Nada Al-Nashif, alta comisionada adjunta de las Naciones Unidas para los derechos humanos, durante un debate en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

El cambio climático agrava la crisis alimentaria y contribuye a conflictos y desplazamientos.

Los expertos han advertido sobre la preocupante interconexión entre la crisis climática y la inseguridad alimentaria. El cambio climático, con sus efectos devastadores como olas de calor, sequías, aumento del nivel del mar e inundaciones, ha causado estragos en los cultivos y los sistemas de producción y distribución de alimentos, provocando pérdidas significativas para las comunidades que dependen de ellos. Al-Nashif enfatizó que:

«los impactos climáticos agravan la inseguridad alimentaria, mientras que la dependencia excesiva de los sistemas alimentarios industriales exacerba el cambio climático y la vulnerabilidad de las comunidades».

Además de agravar el hambre y la inanición en el mundo, el cambio climático también contribuye a los conflictos que golpean la vida y los derechos humanos de las personas, así como al desplazamiento forzado que las expulsa de sus hogares y tierras.

En este contexto, Al-Nashif instó a los Estados a reconocer los derechos de los pueblos indígenas, campesinos, personas en situación de pobreza y vulnerabilidad, y otros grupos a poseer, acceder y utilizar de forma sostenible las tierras y los recursos.

Se necesitan sistemas alimentarios más sostenibles, equitativos y resistentes al clima.

La alta comisionada adjunta también hizo un llamado a la comunidad internacional para implementar planes de financiación y políticas que propicien sistemas alimentarios «más sostenibles, equitativos y resistentes al clima», así como una mayor protección social que garantice el acceso a alimentos de calidad para todas las personas. Como ejemplos, destacó los planes financieros desarrollados actualmente por varios países para impulsar la producción local de alimentos por cooperativas o la capacitación de las comunidades pesqueras para perseguir medios de vida más sostenibles.

Sin embargo, a pesar de estos avances, Al-Nashif advirtió que, si no se toman medidas adicionales para abordar esta crisis, casi 600 millones de personas seguirán padeciendo hambre a finales de esta década, según las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

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