Un profesor de la Universidad de Michigan, ha llevado a cabo un estudio con el que ha descubierto la solución a la brecha existente entre las baterías estructurales y la seguridad de su funcionamiento basándose en las propiedades de los tejidos cartilaginosos.
Esto llevó al diseño de un prototipo de “batería estructural”, ensamblada con materiales similares al cartílago humano, para mejorar su rendimiento en cuanto a durabilidad y maleabilidad.
El equipo de investigación, liderado por Florence V. Cejka, empleó zinc y nanofibras ramificadas de aramida, que se asemejan mucho a las fibras de colágeno presentes en el cartílago y cumplen la misma función.
Así, las membranas desarrolladas pueden transportar iones de zinc entre los electrodos, simulando las funciones del cartílago como fuerza mecánica y durabilidad, dejando que los nutrientes pasen a través de él.
De momento, las baterías de zinc tradicionales son mejores que las estructurales en cuanto a durabilidad.
Sin embargo, el equipo que desarrolló la batería estructural sigue estudiando las posibilidades de mejora de la misma, a partir de un mejor electrodo.