Todos sabemos que el pasado no se puede cambiar, pero la época de la caza de brujas es uno de los tantos hechos terribles que ensombreció el accionar del hombre en la Tierra. La cacería de brujas se dio en una época colonial oscura y fue un delito cometido contra personas, mujeres, que fueron víctimas de los prejuicios y la ignorancia; en esta entrada te llevamos hacia las respuestas a la incógnita de por qué quemaban a las brujas, que en realidad fueron mujeres comunes y corrientes.
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La cacería de brujas del siglo XV ya tenía pasado de persecución a mujeres sabias y sanadoras que tenían el don de presentir o adivinar cosas. Además, la Inquisición Española iba en busca de todo aquello que podría atentar contra el catolicismo y la superstición fue el motor de que con el paso del tiempo desató la locura en Europa, donde la acusación de bruja significaba condenar a la mujer.
Desde Francia, Alemania, Escocia, Inglaterra, Italia, España, Portugal, hasta el este, y también en América del Norte y del Sur, la idea de quemar brujas en la Edad Media se había vuelto una euforia y también un asedio. Esto benefició el establecimiento de un legado sobre el hecho de quemar brujas, pero también se alineó con controles sociales y con el rechazo hacia la mujer.
Notablemente, el meollo de la asunto también tiene su raíz en lo que se conoce históricamente como los juicios de brujas de Salem (1692-1693), que ocurrió en Estados Unidos, en medio de serie de investigaciones y persecuciones que provocaron el ahorcamiento de 19 mujeres a las cuales tildaron de “brujas». Fueron condenadas y, a su vez, encarcelaron a muchos otros sospechosos de cometer “actos de brujería” en Salem Village, en la Colonia de la Bahía de Massachusetts, lo que ahora es Danvers, Massachusetts.
Los eventos en Salem no ocurrieron únicamente por una euforia masiva, puesto que, como hemos dicho antes, tiene su origen inicial en la Europa de los años 1300 y duró al menos 30 años. El fervor por ver brujas en la hoguera alcanzó su punto máximo entre las décadas de 1580 y 1590 y se extendió hasta 1630 y 1640; el oeste de Alemania, los Países Bajos, Francia, el norte de Italia y Suiza fueron protagonistas en estos hechos atroces que celebraban la caza de brujas en la Inquisición.
Con respecto a cuántas mujeres murieron en la caza de brujas, los registros históricos apuntan a una cifra entre las 40.000 y 60.000 mujeres que fueron ejecutadas, mientras que unas 110.000 personas fueron juzgadas por brujería.
Las «cacerías» fueron esfuerzos para identificar brujas en lugar de hacer persecuciones al azar sobre cualquier persona que se sospechara. Entonces, ¿Cuándo quemaban a las brujas? Los que tenían el poder de juzgar creían que las brujas eran seguidores de Satanás y que hacían pactos para traer plagas, que cambiaban de forma y se convertían en animales o que volaban en las noches para ir a reuniones y orgías para vender su alma.
Dicho esto, el proceso de ejecución se daba una vez que los rumores sobre alguien se fortalecían. Por ejemplo, el caso de las brujas de Salem se dio por una mezcla de política eclesiástica, disputas familiares, histeria de niños y colectiva y vacío de autoridad política.
¿Y cuándo llegó el fin de la caza de brujas? Como nos narra la historia, los hombres pasaron muchísimos años cazando brujas, señalando mujeres de cometer brujería e ir contra las leyes sociales y religiosas, pero en algún punto, todo llegó a su fin, a pesar de que más adelante la cacería de brujas cambió su forma de presentación.
Cuando nos referimos a la “histeria de niños”, es un tema real, puesto que los historiadores sostienen que fueron dos niñas las que empezaron a actuar extraño y hasta convirtieron actos vandálicos, gritaban, se contorsionaban y se quejaban de dolores en cuerpo. Rápidamente, las dos familias adineradas de Salem Village concluyeron que se trataba de “brujería vudú” y empezaron a buscar a las “brujas”, mujeres que no asistían a la congregación local.
Si en aquel entonces existiera un buen médico, quizás hubiese dicho que todo se trataba de un problema neurológico o de algo viral, pero eso no pasó. Tomando en cuenta lo anteriormente dicho, el fin de la cacería de brujas fue desvaneciéndose de forma gradual a medida que la sociedad mejoró en torno a los factores políticos, sociales y filosóficos e intelectuales fueron dejando a un lado la ignorancia de las personas.
En el caso de Europa, la caza de brujas se terminó aproximadamente en 1782 (último caso registrado en Suiza) cuando empezaron los cambios institucionales y se amalgamaron los demás factores que codificaron nuevas leyes para amoldar a la sociedad. Por supuesto, el cierre a la era de la caza de brujas se fue dando paulatinamente; en Estados Unidos tuvo su fin en 1693.
Anteriormente hemos mencionado varias de las causas del estallido de la histeria por la caza de brujas. Específicamente en el caso de Salem, las acusaciones de brujería empezaron por los «sospechosos habituales»:
También influyó el hecho de que las personas sospechosas, Rebecca Nurse, Martha, Giles Corey, John y Elizabeth Procter y muchos otros, se negaron a confesar para así no ser llevado a la horca. No obstante, los acusados dejaron de ser solo personas “extrañas” y también acusaron a personas “respetables” y esto hizo que la histeria se volviera cada vez más fuerte. Tal fue el caso de la esposa del gobernador de Mass-Bay Colony, quien se negó a declarar y eso llevó a más arrestos, pero también hizo que un tribunal especial indultara a las brujas condenadas y restaurara sus derechos civiles.
En síntesis, a través de la historia se ha comprobado el rechazo de los puritanos católicos por todo lo que es desconocido. En nombre de Dios se han cometido muchas guerras y asesinatos y la locura de las brujas quemadas no fue la excepción; un horror humano causado por la intolerancia, la falta de civismo y orden político, la ignorancia, los prejuicios y supersticiones.
Después de lo sucedido en Salem, el tribunal especial se fortaleció y decidió que la colonia no atacaría la creencia popular en las brujas, sino que permitiría que las personas acusadas se defendieran en juicios por difamación. Asimismo, la ley dejó de permitir que los acusadores adquirieran la propiedad de las mujeres condenadas, y ya en ese momento se volvió algo costoso acusar a alguien de brujería y eso ayudó a que cesaran las acusaciones y persecuciones.
A medida que pasó el tiempo, cuando Europa y América del Norte dejaron atrás los años de cacería de brujas, se evidenciaron actos de arrepentimiento individuales e institucionales por parte de muchos de los involucrados en los juicios. Por ejemplo, a inicios de 1697, el Tribunal General de Massachusetts declaró un día de ayuno y contemplación por la tragedia que había resultado de los juicios.
Seguidamente, en 1702 el Tribunal General declaró que los juicios habían sido ilegales, esto conllevó a que la mayoría de las que habían sido condenadas quedaran libre de culpa en 1711. Además, los familiares de las víctimas recibieron 600 libras esterlinas como indemnización por lo sucedido. Años más tarde, en 1957, el estado de Massachusetts se disculpó formalmente por los juicios, pero el fin de todo no llegó sino hasta 2001, cuando los últimos 11 de los condenados fueron totalmente exonerados.
A su vez, el precedente de los Juicios de Salem sirvió como un punto de quiebre para que se evaluaran cambios en los procedimientos judiciales de Estados Unidos, así como el establecimiento de la garantía de los derechos legales de los acusados, el derecho a contrainterrogar al acusador y la presunción de inocencia en lugar de culpabilidad.
A pesar de que, en retrospectiva, todo parece una locura y que nada tiene sentido, en su momento la cacería de brujas se hacía siguiendo ciertos pasos para llegar hasta el fin de la vida de la persona acusada.
Por supuesto, el primer paso para atacar a una mujer “sospechosa” era acusarla de brujería. La acusación procedía por una denuncia formal, rumor o alguna queja; por lo general, los juicios comenzaban cuando alguien pensaba o sentía que había sido embrujada y se quejaba a las autoridades.
Pero nada era de repente, más bien, las personas se embarcaban en investigaciones e iban tomando notas de “sucesos extraños” que podrían ser atribuidos a alguien que no parecía ser o actuar “normal”. No obstante, las denuncias formales fueron las que causaron incontables muertes y encarcelamientos, puesto que era una “cadena de brujas”: cuando una era acusada, otras mujeres también eran señaladas, encarceladas y torturadas.
En vista de que acusar a una mujer de ser bruja podía significar el fin de su existencia, el acusador debía ser “examinado”, lo que suponía entregar pruebas fidedignas que demostraran que la mujer en realidad era una bruja. Luego, esa evidencia preliminar pasaba a ser revisada.
Como generalmente las personas se enfocaban en sus juicios de valor, las mujeres que eran señaladas de brujas terminaban encarceladas y debían esperar por un abogado para que la defendiera, pero eso no era mucho consuelo, ya que en algunas ciudades no estaban permitidos, las mujeres no tenían cómo pagarlos o, en el peor de los casos, les negaban ese derecho.
En todo el proceso de encarcelamiento las mujeres fueron interrogadas y torturadas por los ejecutores que buscaban, quizás, escuchar “sí, soy una bruja”. Nunca se presentaron evidencias sólidas, solo vieron o pasó “algo raro”; en este punto, la caza de brujas en la Inquisición tuvo su triunfo al darse cuenta de que los efectos del dolor podían hacer que las personas dijeran cualquier cosa para que eso cesara.
Con respecto a la sentencia de las brujas, no siempre terminaban en asesinato, puesto que esto estaba sujeto al tipo de tribunal. Si eran religiosos, se decantaban por penas no letales, mientras que los tribunales seculares —que celebraron la mayoría de los juicios— aplicaban a una bruja la sentencia de muerte. Podrían ser ahorcadas, quemadas o decapitadas.
Aunque parezca increíble, a pesar de que la mujer estuviera sentenciada aún tenía posibilidad de apelar. Podían hacerlo ante un tribunal superior, en Roma, si era procesada por los tribunales inquisitoriales, o podía apelar ante el tribunal central de la nación si era procesada por un tribunal secular. Sin embargo, casi el 100% de las brujas acusadas no contó con la buena fe de los tribunales para apelar por su inocencia.
Finalmente, si la apelación fallaba, a los cazadores de brujas y a los inquisidores profesionales se les pagaba por cada bruja que fuera condenada. Esto quiere decir que se hicieron una fortuna y aunque insistieron que no cazaban brujas por dinero, la cacería comenzó a decaer cuando se redujeron los «salarios» de los cazadores de brujas. En algunos lugares, sin no existía salario, podían quedarse con la propiedad de la mujer acusada.
Los juicios de Salem y la caza de brujas en Europa se traducen en la actualidad como metáforas de la persecución de grupos minoritarios, es por ello que el término siguió en pie en los siglos XX y XXI. De acuerdo a los historiadores, el concepto de “cacería de brujas” permaneció, en gran medida, gracias al dramaturgo Arthur Miller en The Crucible (1953), donde habla de los eventos e individuos de 1692 como sustitutos alegóricos de la audiencia anticomunista dirigida por Joseph McCarthy durante el Terror Rojo de la década de 1950.
De acuerdo al profesor Darren Oldridge, de la Universidad de Worcester, quien es especialista en la historia de la brujería y el diablo, el uso moderno de la frase «caza de brujas» tiene que ver con que ya no compartimos “creencias que una vez sustentaron el delito de brujería, nos resulta difícil aceptar el delito al pie de la letra”.
“Luchamos por imaginar a la bruja del mundo premoderno, a quien la gente percibía como una figura de amenaza real”, sugiere en su análisis y resalta que es más fácil suponer que los juicios de brujas “fueron impulsados por motivos ocultos” como la venganza o la codicia, y también el desprecio por la justicia.
En los países en donde ser homosexual no es legal, se convierte en una “caza de brujas”. Las personas que no toleran a otras por su orientación y expresión sexual, no solo los ven con indiferencia, sino que también los persiguen por la forma de vestir, de hablar y también los “encuentran” dándose expresiones de amor que, a su juicio, no son normales y violentan sus derechos.
A pesar de que el colectivo LGBTIQ está en constante lucha para que se les respeten sus derechos, para que cese el acoso, los arrestos y las muertes, aún queda mucho trabajo social que hacer en el mundo.
En el caso de Estados Unidos, el movimiento Black Lives Matter emergió a causa de la muerte de un “hombre de color”, llamado George Floyd, quien fue arrestado por la policía y quedó en evidencia que él no se estaba resistiendo.
Este hecho no solo desató otra ola de arrestos a personas afroamericanas, sino que también se expresó en ataques a algunos miembros de la policía. Es decir, la cacería de brujas se fue hacia ambos lados, pero también dejó en evidencia que el racismo sigue vivo en Estados Unidos.
¿En qué año fue la caza de brujas? Siglos pasaron, pero en la actualidad, se puede asignar el título de “caza de brujas” a muchos hechos que han impactado en la memoria social, que, además, siguen dando pruebas que el retroceso en materia de derechos humanos, en el quebrantamiento de leyes y en la falta de civismo, puede traducirse en una cacería de brujas sin fin.