La Galería de Arte de la Universidad de Yale informó que ha finalizado los planes para devolver una escultura de una diosa budista a Nepal, una entrega que marca la última de una serie de repatriaciones de museos de artefactos nepalíes. De acuerdo a los informes, Yale adquirió el artefacto en 2015, aunque el donante nunca ha sido revelado.
La decisión de traer la obra de regreso a Nepal fue una “colaboración” con el gobierno del país el año pasado. Por su parte, Bishnu Prasad Gautam, cónsul general interino de Nepal, dijo en un comunicado que el regreso “ayudará a Nepal a preservar su historia y cultura y también apoyará los esfuerzos nacionales para recuperar y restablecer las propiedades culturales perdidas”.
El artefacto, una escultura de la deidad Tara, proviene del Templo Bir Bhadreshwor Mahadev en Bhaktapur. Se remonta a finales del siglo IX o principios del siglo X d.C. Según Yale, el consulado de Nueva York para Nepal contactó al museo sobre la devolución a la mitad de su investigación sobre la historia de la escultura.
Un nuevo estudio de la Universidad de Stanford que revela cómo un componente común de muchos protectores solares que usan los turistas que exploran los arrecifes de coral puede acelerar la desaparición de estos ecosistemas en peligro de extinción, se está enfocando en el desarrollo y la comercialización de protectores solares “efectivos y seguros para los corales”.
Los autores de la investigación esperan que la oxibenzona, un compuesto orgánico que se encuentra en muchos protectores solares, y que puede dañar los corales, ya no sea necesario para el uso humano. Vale resaltar que la oxibenzona hace que la luz del sol fuera tóxica para los corales.
Por los momentos los científicos siguen estudiando los demás componentes de los protectores solares para poder establecer si son seguros para los corales y, más pronto que tarde, poder desarrollar un protector que no dañe al ecosistema marino.
Un arqueólogo suizo aficionado descubrió un tesoro de 1,290 monedas romanas que datan del reinado de Constantino el Grande. Según los medios locales, Daniel Lüdin encontró las monedas dentro de una olla de barro que estaba enterrada bajo tierra, todo con un detector de metales común. El año pasado, en septiembre, encontró la olla en un bosque cerca del castillo de Wildenstein en Bubendorf, Suiza.
Lüdin, que estaba explorando la zona, primero descubrió varias monedas romanas y fragmentos de cerámica. Después de darse cuenta de la extensión del tesoro, contactó a los expertos locales de Archäologie Baselland, que dirige varias iniciativas dedicadas a la arqueología en la región de Basilea-Campiña de Suiza.
Las monedas, que datan del 332 al 355 d. C., se acuñaron durante un período de paz y prosperidad en el Imperio Romano bajo Constantino el Grande, quien estuvo en el poder del 306 al 377 d. C. Se han descubierto pocas monedas de ese período.
Una nueva técnica llamada CandyCode utiliza diminutos dulces multicolores sin igual o «cientos de miles» como un recubrimiento identificable de forma única para cápsulas y píldoras farmacéuticas, para evitar su falsificación. El responsable de este método es el bioingeniero William Grover, quien se inspiró en los pequeños caramelos de chocolate de colores.
“Resulta que las probabilidades de que un patrón de dulces generado aleatoriamente se repita son básicamente cero, por lo que cada uno de estos dulces es único y nunca se duplicará por casualidad”, explicó y detalló que esa fue la mejor forma de enlazar los dulces con los medicamentos.
Los consumidores pueden cargar una fotografía de un teléfono inteligente de una píldora y si su CandyCode coincide con uno en la base de datos, el consumidor puede estar seguro de que la píldora es genuina. De lo contrario, el usuario puede asumir que está ante un fraude.
La Universidad de Bath ha llevado a cabo un estudio que ha revelado que dejar solo una semana las redes sociales (Instagram, Twitter, Facebook, TikTok) puede reducir la depresión y la ansiedad.
El Dr. Jeff Lambert, quien dirigió el equipo de investigadores, dijo que estas redes sociales son parte de la vida y “para muchas personas, es una parte indispensable de quiénes son y cómo interactúan con los demás”, pero si algún momento alguien se siente afectado negativamente, “podría valer la pena reducir su uso para ver si ayuda”.
Las investigaciones de Lambert y compañía sugieren que “incluso un pequeño descanso puede tener un impacto”, y que las pausas en las redes sociales podrían convertirse en parte de un paquete de recomendaciones clínicas para ayudar a las personas a controlar su salud mental.