Las cinco villas que componen Cinque Terre aún conservan una arquitectura de antaño y sus típicos senderos como la principal vía de comunicación y transporte.
En cuanto a su ubicación, se encuentra dentro de una curva montañosa al este de la Riviera italiana. Así son cada una de las cinco villas que la conforman.
Riomaggiore es la villa más grande de las cinco aldeas y el punto de partida de los turistas para recorrer las otras cuatro. Data del año 1200 y se encuentra enmarcada por sus imponentes casas de estilo colonial en tonos pastel.
El principal atractivo de esta aldea, es su sendero plano llamado Via dell’Amore, o el camino del amor, que en sus mejores tiempos contó con gran variedad de tiendas, cafés y restaurantes.
Después de haber sido cerrado por algunos años debido a fallos estructurales, las autoridades locales tienen previsto reabrir el paso por este sendero, que conecta Riomaggiore con Manarola.
Si bien Riomaggiore es la villa más grande de Cinque Terre, Manarola es la más concurrida y por tanto, la más bulliciosa.
Repleta de senderos pintorescos, Manarola destaca por la presencia de viñedos y olivares. Estos viñedos, aún activos, producen el vino Cinque Terre, Sciacchetrà.
Mientras que las pequeñas calles llevan a un puerto rocoso desde donde se puede zambullirse en el mar, Punta Bonfiglio, una caminata cuesta arriba; lleva a un bar con área de juegos para niños y a espectaculares vistas para fotografiar.
Corniglia es la más antigua de las cinco villas de Cinque Terre, situada a 100 metros de altura sobre el nivel del mar. También posee algunos viñedos, pero su característica más resaltante son sus calles que dan hacia una amplia terraza que conduce al mar.
Esta terraza es el punto más alto de todo Cinque Terre, desde la cual se pueden ver todas las demás villas en una sola postal.
Para un recorrido más nutrido por esta villa, se puede caminar hacia San Bernadino y disfrutar un café en el bar, así como de las impresionantes vistas cercanas a Corniglia.
Vernazza fue en su momento una villa fortificada, por lo que probablemente haya sido destinada como punto de defensa contra barcos invasores.
Esta pintoresca aldea, cuenta con una calle principal que une la estación del tren y el puerto, que a la vez se puede ver repleta de tiendas, restaurantes y cafés.
La torre de la fortaleza que se encuentra en Vernazza es un lugar imperdible, así como la Piazza Marconi, provista de un anfiteatro que da hacia el mar.
La última aldea de Cinque Terre es toda una joya al final del recorrido. Siendo la única villa con una playa apta para bañistas, Monterosso suele ser muy visitada en verano.
También posee limoneros que dibujan un semblante característico en la aldea, así como deliciosas anchoas servidas desde los barcos del lugar.
Este pueblo, el más alejado al norte de Cinque Terre, se encontraba aislado hasta la llegada del ferrocarril, en 1800. En la playa, puede verse los restos de una estatua dedicada a Neptuno, dios del mar.