Parece una leyenda urbana, pero no lo es, y siempre nos hemos preguntado cómo se despiertan los sordos. A las personas con sordera o con algún tipo profundo de pérdida de la audición, se les hace más complicado despertar a una hora determinada que a quienes escuchan con normalidad y pueden ver interrumpido su sueño por una cantidad enorme de estímulos auditivos. Soluciones sencillas para cualquiera, como programar un reloj despertador, por ejemplo, no son efectivas para los sordos, y es por eso que requieren de otro tipo de estimulaciones para levantarse a tiempo y llegar a una reunión o despertar de la siesta a tiempo para ir a recoger a los niños al cole.
El sentido del oído, responsable en gran medida de nuestra integración con el mundo que nos rodea, lleva a cuestas una enorme responsabilidad evolutiva: ser nuestro vínculo más inmediato con la realidad. Incluso antes que la vista y el olfato, el oído constituye una alerta natural y constante respecto a lo que pase alrededor.
Basta con ver la respuesta inmediata y casi instintiva de una madre respecto al llanto de su hijo, capaz de percibirlo incluso cuando otros no, o ese sentido innato de orientación y equilibrio que en muchos brinda un oído despierto. Sin llegar a ser el sexto sentido de Spiderman, el oído es una forma inmediata de vincularnos con lo que está pasando, incluso cuando estamos dormidos.
Las personas que padecen problemas de audición cuentan con un elemento vital de menos a la hora de lidiar con el entorno. Eso hace indispensable acudir a otro tipo de estrategias a la hora de levantarse, las cuales revisamos a continuación:
El método clásico, social, confiable en la mayoría de los casos, de pedirle a la pareja, al compañero de piso o a los padres que por favor hagan las veces de centinela. Más allá de que se le pueda pasar o que, por cualquier motivo, no pueda cumplir con esta labor, se trata de un método infalible pero dependiente, poco a mano para quienes vivan solos o se encuentren en solitario a la hora de dormir. Además, digan lo que digan, seguramente deteriore la relación con ese familiar encargado, cada día, de sacarte de tus más plácidos sueños.
Mucho menos complejos de lo que parecen, estos sistemas instalados en la habitación por un electricista especializado permiten sincronizar el reloj despertador con el sistema de luces, para que a la hora indicada se pase de la oscuridad a la luz y despierte a la persona sorda. ¿A que suena como una idea genial? Y lo es, excepto para aquellos numerosísimos durmientes a quienes la luz y la oscuridad no importan cuando se trata de dormir.
Se trata de un reloj despertador ordinario, sí, pero que en vez de sonar a la hora indicada, hace vibrar un adjunto bajo la almohada que despierta a la persona. Una solución bastante apropiada, excepto en materia de fallos de luz o de esos soñadores inquietos que abandonan la almohada a mitad de la noche. Hay también quien emplea este mismo sistema con su Smartphone, configurándolo para vibrar a la hora indicada y metiéndolo a la vez bajo la almohada. El riesgo de esa última opción no es tanto quedarse dormido, como arrojar por descuido el Smartphone fuera de la cama. ¡Y adiós a la pantalla del móvil!
Posiblemente la mejor opción del mercado. Hablamos de un despertador para sordos como este, que es de pulsera, no corre el riesgo de soltarse y caer, despertará hasta al soñador más empedernido y no depende de nadie más para activarse. Ni siquiera molesta a quien duerma alrededor. La mayoría de este tipo funcionan con pilas y son totalmente programables, aportando a la persona la independencia que requiere para sus despertares. Además, hay una amplia oferta disponible en el mercado, así que hay diseños y modelos para elegir.
Elegir entre estos cuatro métodos distintos para despertarse puede ser un factor decisivo a la hora de cuidar la propia calidad de vida o de los familiares con altos grados de hipoacusia.
Todo esto puede parecer baladí, pero dista bastante de serlo. No sólo por la obvia importancia que tiene en la vida social y laboral cumplir con las horas acordadas, sino además porque un mal despertar suele ser fuente de cuotas de estrés que han sido a menudo vinculadas con el debilitamiento cardíaco y vascular, así como con períodos más largos de recuperación psíquica y emocional después del sueño. ¡Así que no es poca cosa, conviene despertar con el buen pie!
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Es curioso como cosas que para nosotros son rutina, para alguien con problemas de sordera supone todo un reto. En mis 10 años de experiencia en el sector he instalado dos veces un sistema de luces para dos personas sordas y el resultado ha sido de gran ayuda para ellos y muy satisfactorio para mi.
Gracias por compartir esta info.