La conducta de la especie humana refleja características que se han mantenido intactas a lo largo de los siglos. Es por eso que la mitología, especialmente la grecorromana en el caso de la cultura occidental, nos ayuda a entender con total claridad el funcionamiento de la psiquis y sus accidentes. Y por tal motivo, no hay mejor manera de comprender el narcisismo que a través del mito de Narciso.
Según la Dra. Nancy Mc Williams –investigadora, psicoanalista y psicoterapeuta norteamericana nacida en el año 1945, con honores recibidos en varios países y que ha publicado diversas obras sobre la materia–, el narcisismo es un trastorno de la personalidad que se expresa mediante conductas que a veces pueden pasar desapercibidas.
De acuerdo a sus estudios, estos comportamientos que tienen origen en la crianza, son sumamente perjudiciales para el entorno en el que se desenvuelve quien sufre la patología del narcisismo. Así mismo, el sujeto narcisista, aunque no es consciente de su padecimiento, en el fondo es una persona muy infeliz que amerita una adecuada terapia.
Por otra parte, la teoría del desarrollo de la personalidad del reconocido psicólogo clínico canadiense James Marcia, nacido en 1966 y alumno del psicoanalista Erik Erikson (1902-1994), refuerza la tesis de que una personalidad inmadura, lo cual caracteriza al narcisismo, depende en gran medida del tipo de padres que tiene el adolescente, ya que la identidad se adquiere durante esta etapa de la vida.
Existen dos narraciones del mito de Narciso que presentan algunas leves diferencias. De ellas, la más conocida es la versión romana del poeta Ovidio (43 a.C. – 17 d.C.), quien fuera famoso por numerosas obras que luego fueron estudiadas durante siglos; especialmente durante la Edad Media y el Renacimiento.
Narciso era un joven extremadamente hermoso, que despertaba el amor tanto de los hombres como de las mujeres que vivían en los alrededores del río Cefiso, cuyo espíritu era su progenitor. Pero Narciso a todos despreciaba ya que a nadie consideraba merecedor de sus afectos.
En el bosque vivía también la ninfa Eco que, perdidamente enamorada de Narciso, le perseguía en silencio. Eco había recibido una maldición de la diosa Hera, esposa del casquivano Zeus, quien procuraba a todas las ninfas a lo largo y ancho de Grecia y sus alrededores.
Eco, antes de ser embrujada por Hera, tenía una cualidad muy especial: su voz era cristalina y de su garganta salían las frases más bellas, lo que despertó la ira de Hera al ver que su marido la andaba pretendiendo, por lo que la condenó a solo poder repetir la última palabra que escuchara.
En cierta ocasión, Eco pisó una rama y así Narciso la descubrió. La ninfa trató de abrazarlo pero solo recibió burla y despreció, por lo que, muy triste, se refugió en una cueva hasta morir. Entonces la diosa Némesis, que castiga la soberbia, sentenció que también Narciso sufriera el dolor de un amor imposible.
Némesis hizo que Narciso se asomara al arroyo, donde vio reflejado su rostro, quedando profundamente enamorado del mismo. Algunos dicen que se suicidó ante la imposibilidad de tocar al ser amado y otros dicen que murió ahogado al arrojarse al agua.
El mito de Narciso describe perfectamente el fenómeno: los seres que padecen el narcisismo son incapaces de amar a alguien más. Se consideran superiores al resto de los mortales y no existe nadie que merezca ser amado, aunque suelen perseguir relaciones con personas que le garanticen poder, dinero o status.
Los narcisistas pueden tener pareja, siempre y cuando esta rinda culto a su personalidad, le admire y se subordine a sus designios. Seguramente tendrán varios consortes a lo largo de su vida, a menos que encuentren uno perfecto que se mantenga subordinado.
La unión con una persona de educación o preparación académica inferior le da seguridad al narcisista, ya que le garantiza el protagonismo en todos los ámbitos domésticos sin que nadie le haga sombra.
Y en caso de que la pareja tenga un nivel económico, social o profesional superior, buscará la manera de hacerle sentir en desventaja, resaltando en todo momento los defectos o inseguridades a través de una inteligente manipulación psicológica, en lo que poseen especial habilidad.
Será en el ámbito profesional donde el narcisista encuentre mayor dificultad, puesto que no puede elegir a sus compañeros, a menos que sea el jefe o la jefa. En este sentido, se observa cómo ciertos líderes de empresas –y también políticos– se rodean de gente ineficaz para sentirse superiores.
Pero a pesar de no poder considerar a los demás como iguales y respetar sus talentos, los narcisistas suelen ser individuos encantadores y populares que fingen estar pendientes de todo el mundo. Esta es la forma de asegurarse el reconocimiento de sus congéneres, lo que se convierte en una especie de chantaje.
Las características más destacables del narcisista son:
Según los especialistas, los narcisistas presentan diversos niveles de trastorno, por lo que no es fácil percatarse. De igual forma, si el individuo es una persona reconocida por haber obtenido éxito en el campo social, profesional, político o económico, es común atribuir su comportamiento egocéntrico a estas circunstancias.
Los narcisistas dependen de lo que opinen los demás y carecen de recursos internos para autoafirmarse. Son individuos muy frágiles, con baja autoestima y, para compensar su debilidad, pueden llegar a ser vengativos y crueles. En el fondo sienten una gran soledad.
La doctora McWilliams atribuye el trastorno de la personalidad narcisista a la crianza y relación con los progenitores. Argumenta que a veces los niños son objeto del narcisismo de sus padres, quienes se reafirman mediante el orgullo de tener hijos perfectos de acuerdo a su medida.
En este tipo de hogar, el niño no es aceptado por su forma de ser, sino por su comportamiento según el rol esperado. Existe una constante evaluación de sus actuaciones y, si no cubre las expectativas, sus procreadores se decepcionan manifestándoselo de forma abierta o con actitudes.
Estas respuestas de los padres no siempre son castigadoras, es más, pueden tratarse de conductas excesivamente complacientes, siempre y cuando el niño cumpla con lo deseado. De esta manera, el infante aprende qué debe hacer para obtener beneficios y evitar inconvenientes.
Por otra parte, de acuerdo a la teoría del desarrollo de Erikson, la característica más destacable de la adolescencia es la búsqueda de la identidad, lo que logra a través de contradicciones que producen crisis, hasta que finalmente consigue reconocerse como individualidad corporal, social y moral.
En este sentido, James Marcia determinó cinco estados en el desarrollo de la personalidad, asegurando que los mismos estaban asociados al tipo de progenitores del adolescente. Uno de los tipos corresponde a la “identidad inmadura o hipotecada”, que consiste en que el joven no toma sus propias decisiones sino que se adapta a los valores y creencias de las figuras de autoridad.
Uniendo la teoría de Marcia a lo expresado por McWilliams, se concluye que unos padres excesivamente críticos o manipuladores, truncarán el desarrollo de la personalidad de sus hijos y harán de éstos seres inmaduros y narcisistas.