¿Qué es la felicidad y dónde se encuentra? Muchos intelectuales han discutido el término, pero ninguno como Aristóteles. Según la visión aristotélica, existe consenso de que la felicidad es el principal objetivo que persigue el hombre, es el bien supremo o el fin último, aunque no todos saben cómo hallarla.
Para el sabio griego, es complicado definir y explicar la felicidad. Esto debido a que no todo el mundo percibe y siente la felicidad de la misma forma. Mientras para unos es la obtención de placer o recibir reconocimientos, para otros ser feliz radica en el aumento del conocimiento intelectual (la contemplación).
Se preguntaba Aristóteles si la felicidad puede encontrarse en amasar fortuna y bienes. Su conclusión era que no, ya que la riqueza, aunque permite acceder a placeres y honores, puede terminar centralizando todos los esfuerzos y atenciones, tergiversando su verdadero significado. Para él, la felicidad es autosuficiente, no depende de algo, es perfecta y si bien las posesiones o el placer pueden usarse como vía o pretexto para alcanzar la felicidad, esto no hará feliz al hombre.
Para entender mejor la concepción aristotélica de la felicidad y cómo buscarla, es oportuno revisar sus dos tratados éticos. Tanto en “Ética a Nicómaco” (Nicomachean Ethics) como en “Ética Eudemiana” (Eudemian Ethics), Aristóteles comienza con una discusión acerca de la “eudaimonia” (la «felicidad» o lo «floreciente»). Luego desglosa la naturaleza de “aretê” («virtud», «excelencia») y las condiciones que necesitan los humanos para llevar una existencia lo más plena posible.
En el libro 1 de “Ética a Nicómaco” aporta luces para una argumentación inicial:
“A juzgar por las vidas que llevan los hombres, la mayoría de los hombres, y los hombres del tipo más vulgar, parecen (no sin cierto fundamento) identificar el bien o la felicidad con placer; que es la razón por la que aman la vida de disfrute”.
Destaca tres tipos de vida. La prominente (personas vulgares que relacionan el placer con la felicidad), la política y la contemplativa. Entre los “prominentes” identifica a los que llevan una existencia “servil a sus gustos” (como las “bestias”) y los que ocupan altas posiciones por riquezas e influencias. Para estos prominentes con “refinamiento superior” y para quienes llevan la vida política, la felicidad viene del honor y del reconocimiento público. Ambas vidas son superficiales y se distancian de la felicidad, según Aristóteles.
“La vida de hacer dinero se realiza bajo compulsión, y la riqueza evidentemente no es lo bueno que estamos buscando”.
La vida contemplativa, de aprendizaje, accionar y sabiduría, es aquella que más conduce a la felicidad. Aristóteles argumenta que ser felices está vinculado con el “bien” que cada una busca y eso depende de cada persona. Para un médico, por ejemplo, el bien es dar salud. Para un arquitecto es construir una casa y para un guerrero es conseguir la victoria. Pero estos no son “fin finales”, sino resultado de acciones. “La felicidad, entonces, es algo final y autosuficiente, y es el final de la acción”.
Las acciones del hombre vinculadas con el alma, la bondad, la virtud y la excelencia son el bien humano y conducen a una vida feliz. Implican un actuar racional, una autorrealización y llevan su tiempo. Al respecto, escribió:
“Para una golondrina no hace un verano, ni un día; y también un día, o poco tiempo, no hace que un hombre sea bendecido y feliz”.
Para Aristóteles, el ser humano es feliz cuando vive bien y lo hace bien, cuando equilibra la buena vida y la buena acción. No se puede ser feliz estando “dormido” (sin accionar) y sin relacionar la felicidad con el desarrollo de las virtudes, el amor a lo noble, a lo justo y el agradar a otros.
Vivir una vida prudente también es un tipo de felicidad, pero menos apegada a la esencia del hombre. Considera importante llevar una vida sin miserias, con salud y manteniendo ciertos bienes externos.
El filósofo griego se preguntaba si la felicidad era aprendida, si venía dada por la costumbre o era otorgada por la providencia divina. A su juicio, ser feliz podría ser bien un regalo de Dios, aunque él considera que viene a ser el resultado de la virtud y del aprendizaje o entrenamiento. La felicidad es la recompensa por el accionar bien, como una actividad virtuosa del alma.
En el caso de los niños, refiere que su felicidad radica en las esperanzas que los adultos tienen sobre ellos para el logro de una vida completa, con cambios y oportunidades para ser prósperos y desarrollar actividades virtuosas, sin caer en la miseria.
Las desgracias, cuando son soportadas con nobleza y grandeza del alma, pueden llevar a una vida maravillosa y feliz si se aprovechan las circunstancias, al igual que un militar aprovecha lo mejor de su ejército o un zapatero crea bellas piezas con las pieles que le dan.
En síntesis, para Aristóteles, la felicidad viene de vivir una vida de acuerdo con la razón, el obrar bien y buscar el bien final, en función de encontrarse así mismo, sentirse completo y autosuficiente. Es lograr la eudaimonia, que no es más que la autorrealización y llevar al máximo las propias capacidades.
Referencias: