En la región más al sur del planeta, abarcando parte del territorio de Chile y gran parte de Argentina, se sitúa la Patagonia.
Se trata de un lugar lleno de diversidad natural, con un clima que cambia drásticamente en cuestión de horas. Sin embargo, aunque las inclemencias del tiempo obstaculicen el viaje, los asombrosos escenarios ofrece a los visitantes una experiencia irrepetible.
Tanto la Patagonia chilena como la argentina tiene encantos difíciles de despreciar. Lo ideal es tener una visión integral visitándola desde ambos países, aunque todo depende de la disponibilidad y del presupuesto.
La mejor opción para conocer las dos culturas es llegar a la Patagonia desde Santiago de Chile y, al regresar, volar hacia Buenos Aires.
Si las circunstancias lo permiten, se recomienda explorar la zona haciendo el recorrido en barco, bordeando la costa.
Es importante elegir bien a la empresa de transporte, pues muchas embarcaciones se han hundido en esta zona del mundo.
Una de las compañías más recomendadas es Ventus Australis, con una nave diseñada específicamente para navegar estas aguas. El crucero tiene la capacidad de alojar a 210 pasajeros y navega desde Ushuaia, Argentina, hasta Punta Arenas, Chile.
La mejor temporada para conocer la Patagonia es durante el verano en América del Sur, es decir, entre finales de noviembre y marzo. De hecho, muchos turoperadores solo organizan viajes y rutas a este destino en esa época del año.
En invierno muchos caminos están cerrados y el viaje resulta incómodo debido a la nieve.
La Patagonia es un destino dominado por la naturaleza salvaje, y los lugares de visita se sitúan a largas distancias unos de otros. En cualquier mapa puede verse con facilidad la inmensidad de cada región.
Es importante calcular bien las distancias y los tiempos a la hora de crear el itinerario, pero lo que es primordial para viajar a la Patagonia es garantizar la seguridad de los viajeros. Lo recomendable para ello es viajar acompañado de un guía o a través de una empresa especializada.