“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender lo aprendido y volver a aprender” Herbert Gerjuoy.
Desde el nacimiento comienza un largo camino que recorrer durante toda la vida, que es el camino del aprendizaje. En todo el curso de la existencia los seres humanos acumulan mucha información, la mayoría de las veces sin tomar consciencia de ella.
Aprender es indispensable para sobrevivir y coexistir en cualquier sociedad, grupo o comunidad, e incluso en la familia, y es un proceso continuo que va modelando la personalidad hasta que se llega a la madurez, de la cual construye cada persona su “marca personal”.
Una parte está conformada por información básica que se aprende para poder relacionarse con el medio ambiente, y otra amplia porción es información derivada de todo el conocimiento que se adquiere a través de la lectura o el estudio.
De hecho, algunas investigaciones han demostrado que, desde el vientre materno, el cerebro del bebé se va familiarizando con los distintos sonidos producidos por la mamá o por el ambiente, que influyen posteriormente en la capacidad de manejar el idioma y de hablar.
Cuando se llega a la etapa adulta ya se han fijado ciertas pautas, comportamientos o ideas, que mantienen segura a la persona y en una zona de comodidad. No obstante, no todo este bagaje del saber con el que constantemente se llena la “mochila” mental es positivo.
Muchos de esos patrones, que se repiten todo el tiempo en la vida, a veces conducen a callejones sin salida o a situaciones que limitan el desarrollo, ya sea en las relaciones familiares, laborales, sociales, e incluso en el éxito que se quiera obtener.
Definitivamente, existen comportamientos o conductas aprendidas que pueden resultar contraproducentes, poco beneficiosas e incluso inservibles, pero que se repiten a diario sin solución de continuidad. Esto produce mucha frustración o rabia, ya que la vida no resulta en los términos y condiciones que se querían o deseaban.
Sin embargo, no hay que preocuparse, puesto que, a pesar de haber modelado la arcilla vital de la personalidad de una forma que no sea agradable o no conduzca a una vida plena de satisfacciones y éxitos, se puede empezar desde este momento a aprender de nuevo para mejorar la condición y por ende las circunstancias, independientemente de la edad que se tenga.
Determinar los malos hábitos en sí y reconocer que trastornan la existencia de alguna manera es el primer paso para desterrarlos.
Esto es lo que se ha denominado como “desaprender”, que no es más que liberar la mente de ideas o conceptos inculcados desde pequeños, tanto por la familia como por el entorno social y educativo, que muchas veces son la razón de que no se despegue hacia esa vida llena de logros que tanto se anhela.
Cambiar comportamientos aprendidos por otros más positivos sí es posible y la mejor forma de “aprender a desaprenderlos” es llevar a cabo pequeños ejercicios con constancia, dedicación y con la convicción de que se puede lograr:
7 pasos para aprender a desaprender
1. Identificar cuáles son las conductas, comportamientos, patrones o pautas limitantes
Es vital saber qué se hace en forma reiterada en la vida diaria que impide lograr los objetivos.
Es recomendable buscar a un especialista en el área de la conducta humana para, juntos, trabajar en aislar y reconocer esas costumbres perjudiciales.
Pero no hay por qué detenerse si no se puede conseguir a un experto, pues en todo caso, también se puede trabajar con alguna persona proactiva y optimista (familiar o amigo) de confianza en la lista de esos hábitos no deseables.
2. Hacer el inventario escrito de todas esas conductas indeseables e inconvenientes
Una vez identificados esos patrones de comportamiento, es aconsejable verterlos detalladamente por escrito en una lista, ya que esto ayudará a mantenerlos presentes en la mente para corregirlos.
3. Construir otra lista donde se establezcan nuevas creencias
Hay que promover las diferencias y los cambios en la vida para mejorar.
Para llevar a cabo esto, se debe recopilar información novedosa y encontrar diferentes formas de aprendizaje basadas en experiencias positivas, es decir, no solo establecer nuevas pautas, sino comprometerse a ensayar estas formas de aprender para alcanzar nuevas metas.
4. Practicar constantemente las afirmaciones positivas
Adquirir el hábito derepetir palabras y frases positivas relacionadas con el nuevo aprendizaje hasta que atraviese la mente, los sentimientos y hasta que el cuerpo reaccione activamente ante ellas.
Pero, principalmente, se debe responder a esas afirmaciones con nuevas conductas o comportamientos.
5. Cultivar el hábito de la lectura
Leer libros motivacionales es, de por sí, muy edificante, pero, además, mejora los procesos mentales, aumenta la memoria, estimula la imaginación, desarrolla la concentración, enriquece el lenguaje, es un extraordinario relajante mental y corporal que evita el uso de medicamentos y también incentiva la capacidad de abstraerse o apartarse por un tiempo de la realidad.
6. Rodearse de gente positiva
Al juntarse con personas que contribuyan, estimulen y no saboteen el propósito de cambiar viejos patrones limitantes, se recibe de forma constante información, consejos e ideas que vivifican el deseo de abandonarlos para construir nuevas o mejores realidades que conduzcan al estado de bienestar deseado.
Además de que las personas optimistas transmiten buenas energías que refrescan el alma.
7. Hacer un seguimiento a todo el proceso
Es tarea fundamental evaluar el progreso de los cambios, examinar los avances obtenidos y los resultados conseguidos, puesto que esto es una forma de saber que se va por buen camino o, en todo caso, para ajustar el rumbo cuando sea necesario.
Desaprender significa no ser esclavo de las cosas perjudiciales que se han aprendido, pero implica también el deseo entusiasta y la capacidad de cambiar pensando de una nueva forma lo que se hace, por cuanto insistir en ello desfavorece o puede incluso lastimar.
Hay que tener presente que siempre van a existir distintos senderos que permitirán llegar al mismo lugar, que es abandonar las conductas improductivas por otras verdaderamente fecundas que no se hayan experimentado, pero siempre va a depender de cada quien.
Si no se está abierto a desaprender creencias que perjudican para aprender nuevas maneras o convicciones que beneficien y conduzcan a tener un futuro mejor, sencillamente será como una condena a estar bien preparados pero para un mundo que ya no existe.