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Cuando hablamos de que se ha cometido un delito de amenazas, estamos ante un caso o una forma de violencia. Porque más allá de la intimidación o de las palabras en sí, todo esto tiene un trasfondo que puede afectar a la seguridad psicológica, lo que se traduce en una vida llena de miedos. Por lo que las consecuencias para quienes sufren un caso de este tipo pueden ser bastante importantes.
Es cierto que a veces se intenta dejarlo en un segundo plano, o no se le da la importancia que tiene, si lo comparamos con otro tipo de delitos, pero no es lo que se debe hacer. Porque un delito de amenazas puede tener graves consecuencias para quienes lo padecen. Es el momento de hablar más sobre él, pero, sobre todo, sobre el impacto que tiene tanto social como psicológico e incluso jurídico y que debes conocer.
Las amenazas pueden venir de las palabras, pero no son solo eso, sino que se manifiestan como una toma de control. Un control que una persona quiere ejercer sobre otra. Ahí entra en juego la manipulación y puede llevar a invadir diferentes contextos. ¡Nadie está libre de sufrirlas! Ya que tanto en el ámbito laboral como en las relaciones familiares o de pareja e incluso en el entorno escolar siguen sucediendo casos de este tipo, por desgracia. Uno de los puntos que más preocupa, es que el delito de amenazas genera problemas crónicos en las víctimas, como es el estrés. Ya que, como mencionamos, el miedo es quien estará presente en la vida de cada una de esas personas, llevándolas a problemas de carácter mental o a la ansiedad. Sabiendo todo esto, nos damos cuenta de que las amenazas constituyen un problema de salud pública.
Ya hemos avanzado que las amenazas pueden aparecer en diferentes ámbitos, pero estos son los más comunes.
Demostrar un delito de amenazas puede ser todo un gran reto. Por eso es importante dejarlo en manos de los expertos abogados de amenazas. Ellos sabrán bien cómo actuar y qué pasos dar para conseguir el mejor de los resultados a sus clientes. Ya que, si pensamos en las amenazas como tal, muchas veces son verbales y no se pueden demostrar o rastrear como ocurre con otro tipo de delitos, donde sí hay pruebas físicas. Aun así, hoy en día tenemos la ayuda de la tecnología que puede hacer lo propio y echarnos una mano con la finalidad de demostrar lo que ocurre.
Por eso, hay que intentar hacer una recopilación de todos los hechos, ya sea en forma de correos electrónicos o de audios. Sin olvidarnos de que los testigos juegan un papel primordial a la hora de demostrar los hechos. Al mismo tiempo, la víctima puede ser valorada por un psicólogo, quien emitirá un informe y este se recogerá como prueba.
Desde el punto de vista legal, las amenazas son delitos contra la seguridad y la libertad de las personas. Hay que mencionar que están reguladas en los artículos 169 y 171 del Código Penal. Pero es cierto que para que sean consideradas delito necesitan tener algunas características básicas, como por ejemplo que sea repetitiva y que genere temor. Además de que exista la voluntad, por parte del agresor, a que se lleve a cabo dicha amenaza, y como no, que implique un daño de cara al futuro. Por eso, conviene tener siempre suficientes pruebas para que un juez no tenga dudas a la hora de aplicar las leyes. Dependiendo de la gravedad del caso, un delito de amenazas puede tener como consecuencia o castigo multas, pero también penas de prisión.
Todo acto, como el que mencionamos, viene cargado de consecuencias y de repercusión. Las secuelas que puede causar en las víctimas son algo que se dejarán ver a largo plazo. Porque no solo es el miedo del momento, sino que pueden llegar a cambiar sus vidas por completo, haciendo que sus relaciones personales, o quizás laborables, no sean iguales. Para quien comete un delito como este, las amenazas pueden ser el primer paso de muchos problemas más. Por lo que es importante que las sanciones siempre estén presentes pero también la importancia de la prevención. Aunque esta última es todo un desafío para la sociedad.
La concienciación y educación, así como el fortalecimiento de las leyes, son algunas de las medidas a tomar. Sin olvidar del apoyo a las víctimas o de hacer un buen uso de las redes sociales. Ya que un delito de amenazas no debe pasarse por alto, ni en los casos más leves, porque su impacto tiene consecuencias tanto psicológicas como sociales e incluso jurídicas. Lo convierte así, en un problema que requiere atención, y mucha. Por eso es sumamente importante ponerse en manos de abogados expertos en el tema. ¡Estar en buenas manos siempre añade un plus de tranquilidad!