Uno de los problemas más importantes del mundo en la actualidad es la desigualdad social, una situación que divide a las personas y coloca obstáculos para su desarrollo. Y la organización desigual de la sociedad provoca desigualdad económica, lo que hace mucho más compleja esta problemática.
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Entender el desigual social que padecen muchas sociedades requiere que tengamos un concepto de desigualdad social que nos ayude a comprender este fenómeno. Una vez tengamos clara la definición, podremos hablar de sus características, entender todas sus consecuencias, identificar ejemplos de inequidad, reconocer sus causas y, en general, ampliar nuestra perspectiva sobre esta lacra tan presente en nuestra sociedad.
Podemos definir la desigualdad social como la disparidad entre personas y sectores sociales con relación a un aspecto donde uno o varios de estos sectores salen desfavorecidos. Puesto de otro modo, podemos hablar de desigualdad en todos aquellos ámbitos en que no hay un nivel igual de posesión o accesibilidad de recursos, y donde la diferencia constituye un obstáculo para el desarrollo de los desventajados.
La diferencia social en recursos es un problema común a todos los países, pero la gravedad de dicha diferencia es reducida a partir de la fortaleza de las instituciones y de las acciones que ellas emprendan sobre las causas de desigualdad. Por ende, en los espacios en que la desigualdad social es un problema grande se puede señalar una debilidad o inactividad institucional.
Entre las características de la desigualdad social está su componente estructural, es decir, tiene su origen en la organización y funcionamiento de la sociedad y de las instituciones que las componen y que, a su vez, están integradas por personas. Esta definición en sociología de desigualdad social implica que la desigualdad se extiende y desarrolla en los patrones instituidos a lo largo de la sociedad, facilitando su asimilación por los individuos.
Otro rasgo común a casi toda definición de desigualdad social la señala como un fenómeno complejo en que interactúan muchas variables y que tiene de varias capas. En otros términos, la desigualdad social no suele presentarse en un único ámbito de la vida social, sino que está presente en muchas de sus dimensiones, lo que dificulta comprenderla y identificar una causa única.
Vale indicar también que la desigualdad social es un fenómeno histórico, y que es fácil encontrar antecedentes de la desigualdad social en tiempos remotos. Por ejemplo, puede hablarse de desigualdad social en la época colonial con solo mencionar la posesión y comercio de esclavos, que eran tratados más como mercancía que como seres humanos. Su caso es tan visible que es muy útil para ilustrar rápidamente qué significa desigualdad social y para hablar de patrones heredados en la actualidad.
La desigualdad social se nutre de otras desigualdades que afectan nuestras sociedades. Cada uno de los tipos de desigualdad social involucra uno de los ámbitos donde nos desplazamos todos los días y que nos afecta directa o indirectamente y en distintas formas, no todas fácilmente visibles para nosotros.
Podemos destacar cuatro tipos de inequidad social que son relevantes en la actualidad y cuya comprensión nos facilita profundizar en el significado de desigualdad social.
La desigualdad económica refiere a la distribución diferenciada de la riqueza entre personas y/o entre grupos sociales. Dicha distribución diferenciada condiciona el acceso que los individuos o grupos pueden tener respecto a bienes y servicios.
Esta desigualdad se vuelve un problema cuando la distribución de la riqueza condiciona en exceso el desarrollo de los menos beneficiados, que se ven envueltos en una desigualdad de oportunidades respecto a las personas que acumulan la mayor proporción de riqueza en una sociedad. Uno de sus agravantes es la disminución del poder adquisitivo, que es propio de los contextos de inflación o hiperinflación.
Puede definirse la desigualdad política como la falta de representación o la subrepresentación de un grupo de personas en una instancia de poder, lo que afecta negativamente su poder de decisión frente a otros.
A lo largo de la historia, la desigualdad política ha estado muy vinculada con la desigualdad de clases sociales en tanto las menos favorecidas carecían de los mismos derechos políticos que las más privilegiadas. La Revolución Francesa sería un punto de inflexión, sentando las bases de lo que es la Democracia Moderna.
Conocida también como desigualdad de derechos, la desigualdad legal supone el trato diferenciado que recibe una persona natural o jurídica frente a los tribunales, sea para favorecerla o perjudicarla respecto a otras personas.
La desigualdad legal involucra un reconocimiento desigual de las personas ante la ley, lo que puede dar pie a otras situaciones de desigualdad.
La desigualdad educativa refiere a la diferencia existente entre sectores sociales respecto a las oportunidades de estudio.
El reducido acceso a la educación que unos tienen frente a otros supone una importante causa de la desigualdad por no haber una adquisición equitativa de las competencias sociales y laborales necesarias para una óptima calidad de vida, lo que resultará en más problemas de desigualdad y, particularmente, en problemas de integración a la vida en sociedad.
Todas las dimensiones que involucra la desigualdad social en el mundo motivan que sus consecuencias afecten a la sociedad por entero y en varios de sus ámbitos, por no decir todos. Es una de las razones de su complejidad y por las que exige un enfoque completo para poder resolverse. Tres de sus consecuencias más graves y visibles son:
La pobreza es de las consecuencias más graves de la desigualdad en el mundo, entre otras cosas, porque es origen de mayor desigualdad en la sociedad por condicionar las oportunidades de desarrollo y bienestar de los pobres y de posicionarlos en una situación de clara desventaja respecto a los ricos. Hay pobreza porque existe la desigualdad, y la desigualdad existe, entre otras cosas, porque hay pobreza.
La desigualdad social puede fomentar la exclusión de una persona o de todo un sector social en la dinámica de un país, lo que tiene implicaciones económicas, políticas y culturales para el sujeto excluido, que encontrará dificultades para integrarse y reconocerse como miembro pleno de la sociedad.
Las condiciones de desigualdad social impulsan el movimiento migratorio forzado de las víctimas de la desigualdad, que buscarían mejores condiciones de vida en otro territorio del país o del continente.
El flujo migratorio puede ser un problema para el territorio de acogida si no tiene la capacidad económica, social y legal para recibir a los desplazados.
Las causas de la desigualdad social y pobreza en el mundo se pueden subdividir en tres categorías principales: causas económicas, causas sociales, y causas culturales. Ellas confluyen y se cruzan para generar los casos y ejemplos de desigualdad económica y social de la actualidad.
El desempleo y las brechas salariales son dos causas de desigualdad económica que involucran también desigualdad social. Mientras que el desempleo impide que una persona reúna el dinero suficiente para adquirir bienes y servicios, la brecha salarial limita las posibilidades de desarrollo de la persona que no recibe el mismo pago que otra que ejecuta su misma labor debido a factores extra laborales.
El subempleo es una causa económica que deriva directamente del desempleo de una sociedad. La reducida accesibilidad a cargos laborales de calidad puede motivar a las personas a tomar trabajos precarios y de condiciones adversas para ellos por la ganancia mínima que perciban de ellos.
La discriminación es un factor de trasfondo crucial en el surgimiento de la desigualdad. La discriminación que efectúan personas o grupos sobre otros se basa en muchos aspectos dependiendo del contexto, siendo los más comunes la posición socioeconómica, lugar de residencia, género, raza y las creencias religiosas.
Otra causa social es el crecimiento demográfico, específicamente cuando la tasa de fecundidad en los sectores pobres supera el número de nacimientos de los sectores más acaudalados. Como se ve, este fenómeno incrementa el número de personas en situación de pobreza, y complejiza aún más la situación de los padres. Esta relación entre desigualdad social y distribución de la población ha llegado a convertirse en un patrón histórico complejo de resolver.
El acceso reducido al conocimiento es una causa cultural importante de la desigualdad social. La falta de los procesos de aprendizaje en la vida de un niño incidirá directamente en sus habilidades para enfrentar la realidad social y especialmente el mercado laboral, que goza de niveles de competitividad muy altos hoy en día, lo que puede llevarlo a escenarios de desempleo o subempleo.
La homogeneización cultural representa otra causa de la desigualdad debido a que los patrones y grupos que se resistan a dicha homogeneización pueden y tienden a quedar excluidos de las dinámicas modernizadoras de las sociedades actuales. Es una situación bastante común para los pueblos originarios de América.
Los ejemplos de desigualdad social no son precisamente escasos hoy en día, siendo la desigualdad social en la historia un fenómeno que solo se ha empezado a combatir en los últimos dos a tres siglos y que aún está muy lejos de resolverse.
La discriminación racial en Estados Unidos ha sido un problema histórico y que es motivo de convulsión social en la actualidad. Entre los ejemplos más recientes y conocidos está la muerte de George Floyd a manos de agentes de policía en mayo de 2020, muerte que desató protestas civiles en varias ciudades del mundo a mediados del año.
La crisis en Venezuela es un ejemplo de desigualdad económica y social muy extremo. Esta crisis surge debido a la destrucción de los servicios públicos, la devaluación de la moneda local y el incremento acelerado de los precios de bienes y servicios, lo que resulta en un deterioro económico, alimentario, educativo y profesional que coloca a la nación en clara desventaja con el resto del continente.
Esta coyuntura ha generado la crisis migratoria venezolana, que es un problema de desigualdad de alcance continental en América del Sur. Los migrantes venezolanos, que salen de sus países por las adversas condiciones de vida que padecen, se encuentran con situaciones inciertas a llegar a su territorio de destino, donde pueden ser objeto de desigualdad legal, social y económica por los naturales del país de acogida. Según ACNUR, la cifra de migrantes y refugiados venezolanos llega a los 4 millones de personas, y está en aumento.
Las protestas en Chile entre 2019 y 2020 son otro ejemplo de la desigualdad en América Latina. Estas manifestaciones son impulsadas por los sectores menos favorecidos debido a la concentración inequitativa de la riqueza en la población, y por la accesibilidad reducida a derechos como la salud, vivienda, educación y jubilación, que son ofrecidos principalmente por iniciativa de entes privados en sustitución del Estado, situación que ha nutrido una fuerte desigualdad socioeconómica en el país sudamericano.
La desigualdad social y económica es un fenómeno que impide el crecimiento y desarrollo de los países y regiones que conforman el mundo, por la desigualdad es un tema común de encontrar en la agenda global a través del tiempo. Reducir la desigualdad en y entre los países es el décimo objetivo entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, lo que da cuenta de la importancia del tema en la agenda global.
La inversión en cooperación y desarrollo es uno de los mecanismos institucionales más promovidos para la lucha contra las desigualdades sociales. La idea es que los países mejor desarrollados destinen algunos recursos hacia los menos desarrollados para paliar sus desigualdades y así dar paso a sociedades más justas y competitivas en el ámbito global. Esto sería posible a través del aumento del gasto público, el diseño de políticas orientadas a los sectores vulnerables, alianzas con los entes privados, y otras vías.
Otra de las propuestas para combatir la desigualdad social es reducir las brechas salariales, lo que es una causa directa en la marginación social, el empobrecimiento y la explotación laboral. La reducción de las brechas salariales implicaría cambios en la legislación laboral que contemplen la desigualdad de género y la nivelación general de los salarios de manera que el valor del trabajo realizado sea retribuido equitativamente.
Mejorar el acceso a los bienes y servicios básicos es otra propuesta común para acabar con la desigualdad social. Dicha propuesta acentúa lo importante que es para los miembros de una sociedad el acceso a la educación y a la vivienda, servicios públicos estables, y espacios de recreación y formación laboral. Esta propuesta requiere, entre otras cosas, cierto grado de desprivatización de modo que los sectores menos favorecidos puedan acceder más fácilmente.
La desigualdad social en España ha sido recientemente cuantificada en el VIII Informe FOESSA, que fue publicado en el año 2019. Según el informe, el número de personas que viven en situación de exclusión social es de 8,5 millones de personas, lo que representa un 18,6% de la población.
Como veremos más adelante, esta cifra representa un aumento de poco más de 1 millón de personas respecto a lo calculado 12 años atrás, en 2007, el año anterior al estallido de la crisis financiera global que tuvo serias consecuencias en el territorio español en la dinámica de la desigualdad.
Una de las consecuencias de la desigualdad social de la nueva España es la baja participación política de los sectores pobres. De acuerdo con el VIII Informe FOESSA, en los barrios menos favorecidos pueden encontrarse tasas de abstención de hasta 75%, lo que da cuenta de una falta de integración de estos sectores a las vías regulares de representación política.
Cabe señalar también que este informe señala que el 11% de la población española vive en el umbral de la pobreza severa si a su salario se le descuenta el pago de la vivienda y la adquisición de los bienes dirigidos a ella. Esta cifra, aunque relativamente baja, ilustra un porcentaje de la población con muchas dificultades para su desarrollo.
La desigualdad social en España no empezó con la crisis de 2008, pero este sí fue un momento que ha fomentado nuevas desigualdades y nutrido diferencias ya existentes. Un ejemplo de ello es que el número de personas en situación de exclusión social aumentó en 1,2 millones en 2019 respecto a 2007, el año previo a la recesión.
Es importante indicar también que una de las condicionantes de la crisis de 2008 es la distribución desigual de la renta en España. Según un informe de Oxfam de 2017, las personas con mayores ingresos en España acumulaban el 25% de la renta nacional, mientras que el 50% de la población más pobre tenía únicamente el 26,3%.
Un escenario de desigualdad social en España lo encontramos sobre todo en la posición desventajosa que enfrentan las mujeres frente a los hombres en el mundo laboral. Según el Informe FOESSA, solamente el 67% de las mujeres en edad laboral tienen empleo frente al 80% de los hombres, lo que da cuenta de la accesibilidad reducida de ellas frente a sus contrapartes varones.
Por otro lado, la población española ha encontrado complicaciones para gozar de una vivienda segura y adecuada en tiempos recientes. El informe FOESSA indica que son dos millones los españoles que tienen el miedo de quedarse sin vivienda, una situación de inseguridad que involucra sus dificultades para pagarla y para dotarla de suministros.
El gobierno español publicó en 2019 su Estrategia Nacional para la Exclusión y Pobreza Social. Este documento, que se asienta en la Agenda 2030 y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propone 85 líneas de actuación con la idea de combatir todas las manifestaciones de la desigualdad social en el territorio europeo. Algunas de estas son:
La desigualdad social en México está atribuida a razones no solamente económicas y políticas, sino también étnicas debido a la población indígena que aún hace vida en el país y que encuentra dificultades para integrarse a la dinámica modernizadora de la nación.
Este es un sector que, además de habitar viviendas de baja calidad y con acceso reducido o nulo a servicios públicos, está sujeto a una alta precariedad laboral debido a su formación laboral insuficiente, agravada y causada por su poca integración en las instituciones educativas del país.
Una consecuencia muy visible de la desigualdad social en México es el movimiento migratorio hacia Estados Unidos. Dicho flujo migratorio obedecería a las adversas condiciones de vida que padecen algunos sectores de la sociedad mexicana, que probarían su suerte al intentar cruzar la frontera que separa al país del territorio norteamericano.
La relevancia de la informalidad laboral es otro signo de desigualdad en tanto representa una carencia o falta de cobertura por parte de la legislación en materia de trabajo. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), en el primer trimestre de 2020 hubo un 56,0% de informalidad laboral siendo uno de los ejemplos de desigualdad en México más preocupantes.
Así como en España, entre las causas de la desigualdad social en México se encuentra la distribución desigual de la riqueza del país. Un estudio de Oxfam señaló que el 1% de la población más acaudalada del país concentra el 43% de la riqueza nacional, un signo de profundad disparidad en términos materiales y económicos.
Lo anterior se fundamenta parcialmente en las notables diferencias en el nivel de ingreso de la población mexicana. Según el INEGI, el ingreso promedio de un mexicano del sector más acaudalado de la población es de 1.853 pesos diarios, mientras que un mexicano del sector más pobre recibe solamente 103 pesos por día.
Los casos de desigualdad en México no se distribuyen en el territorio de manera homogénea. Es más difícil ascender de estrato social en el sur del país que en el norte, una zona económicamente más dinámica por su proximidad con Estados Unidos. En concreto, el 23% de las personas que nacen pobres en el norte de México se mantienen así toda su vida, una cifra que asciende al 67% para los mexicanos nacidos en el sur.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México calculó que el 22,6% del PIB mexicano del 2018 vino por parte del sector informal. Este es un signo del volumen que ha adquirido el comercio informal en la producción de bienes y servicios, y cómo este sector ha encontrado un nicho importante en la actividad comercial del país.
México no ha diseñado un plan sistemático para acabar o reducir la desigualdad social como lo ha hecho España. Sin embargo, el núcleo mexicano de Oxfam, un movimiento global que busca poner fin a la injusticia social y la pobreza, diseñó una lista con algunas propuestas y recomendaciones para solventar la problemática de desigualdad en el país. Entre las propuestas encontramos:
A pesar de la variabilidad existente entre nuestras sociedades hoy en día, es posible medir el fenómeno de la desigualdad socioeconómica en cada una de ellas por medio de indicadores que permitan comparar la situación entre países respecto a uno o varios aspectos. Sus capacidades los hacen muy útiles para fines analíticos, algo que agradece todo texto argumentativo sobre la desigualdad social.
Uno de los indicadores más usados para comparar la desigualdad social es el Coeficiente de Gini, creado por el estadístico italiano Corrado Gini a principios del siglo XX. Originalmente, el Coeficiente de Gini se usa para medir la desigualdad de ingresos de una población en un periodo de tiempo previsto, pero sus implicaciones pueden usarse para aproximarse a la situación social de la población estudiada.
El coeficiente se distribuye en el intervalo comprendido entre 0 y 1, siendo 0 equivalente a “máxima igualdad” y 1 a “máxima desigualdad”, ambos referidos a ingresos salariales. De este modo, se puede interpretar que los países cuyos valores estén próximos a 1 son naciones en que hay una mayor desigualdad salarial respecto a las naciones más cercanas a 0.
La cifra arrojada por el Coeficiente de GINI permite realizar comparaciones entre países en torno a su desigualdad o igualdad salarial. Además, como es una cifra que permite visualizar la situación salarial dentro de un territorio, puede ser usada para orientar el diseño e implementación de políticas y cambios en la legislación laboral.
El Índice de Pobreza Multidimensional es un índice elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en colaboración con la Iniciativa y Pobreza de la Universidad de Oxford. Fue publicado en el año 2010.
El Índice se compone de tres dimensiones (Salud, Educación y Nivel de Vida), y es usado para identificar las carencias que tiene una persona en su día a día a través de 10 indicadores distribuidos en las dimensiones y que se relacionan con su entorno familiar. Los resultados son agregados para formar índices de distintos alcances, permitiendo escenarios donde se puedan comparar países, regiones, grupos étnicos, zonas rurales y zonas urbanas, etcétera.
Una de las ventajas del IPM es que permite visualizar que la pobreza no es un asunto puramente material, sino que comprende más dimensiones que afectan de igual modo la vida del individuo y el desarrollo de un país.
Repasaremos brevemente algunos puntos anteriores sobre desigualdad social, pero también abordaremos tres cuestiones no desarrolladas previamente.
La desigualdad social es la situación en que una persona o grupo se encuentra en desventaja respecto a otro grupo, siendo esta desventaja resultado de condiciones estructurales de la sociedad en que ambos grupos conviven. La desigualdad social condiciona las oportunidades de los desfavorecidos y afecta su calidad de vida, pero también incide negativamente en el desarrollo del país.
Es la situación de superioridad o inferioridad entre sectores sociales. La desigualdad socioeconómica supone mejores posibilidades y oportunidades para los sectores mejor posicionados respecto a quienes se encuentran desfavorecidos, que no pueden aspirar a un desarrollo en iguales condiciones.
La desigualdad cultural es la disparidad entre personas o sectores respecto a la posesión y uso de recursos culturales. Puede hablarse de desigualdad cultural en los casos en que el ejercicio y absorción de elementos culturales determine el desarrollo satisfactorio de una persona o grupo en un entorno específico.
Pueden y deben darse convergencias entre la sociedad civil y las instituciones del gobierno para la sensibilización sobre la desigualdad social para la posterior inclusión de los afectados. Al mismo tiempo, es recomendable el diseño de políticas y estrategias para abordar las distintas dimensiones de la desigualdad con el fin de disminuir la distancia entre sectores.
La desigualdad social reduce el conjunto de posibilidades y oportunidades de desarrollo de los jóvenes que están en desfavorecidos. También dificulta las relaciones con otras personas, ya que las desigualdades atentan contra la autoestima y son un factor que les impide involucrarse e integrarse en las dinámicas sociales de su edad.
La desigualdad social es un fenómeno muy complejo y que se manifiesta de muchas maneras, y en todo caso es un obstáculo para el desarrollo individual de los más desfavorecidos, pero también de la sociedad como un todo. La comprensión de este fenómeno y el de la desigualdad económica, uno de sus factores más importantes, constituye un primer paso para poder solucionar esta problemática y mejorar el nivel de vida de los más perjudicados.