Hablemos de Desmond Thomas Doss, nacido en Lynchburg, Virgina, Estados Unidos el 7 de febrero de 1919. Participó en la Segunda Guerra Mundial, en el cuerpo médico y estuvo en el frente del Pacífico, en batallas como las de Okinawa, Guam o Leyte.
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Su particularidad fue que se negó a empuñar un arma y matar a un soldado enemigo, cuestión que le costó innumerables problemas con sus propios compañeros que no le entendían y le vejaban continuamente, y hasta un juicio militar, por negarse a obedecer una simple orden: portar un arma. Era un ferviente adventista del Séptimo Día y sus creencias religiosas no le permitían empuñar un arma y muchos menos matar.
Desmond no fue el único objetor de conciencia en aquella guerra, se estima que más de 70.000 personas se declararon como tales, la mayoría por fuertes convicciones religiosas, contrarios a la guerra. Unos se negaron directamente a prestar servicio en el ejército, otros, como Desmond, se alistaron, en su caso como sanitario. Y él si participó en batallas, pero para ayudar salvar vidas y no para arrebatarlas.
Un poco de trasfondo
Se alistó en el ejército el 1 de abril de 1942 y, tras su pertinente paso por los campos de entrenamiento, fue asignado a un destacamento médico en una unidad de fusileros de infantería.
Este paso por el campo de entrenamiento fue una época complicada para Doss, pues tanto oficiales como compañeros le acosaban y agredían, verbal y físicamente. Le veían como un lastre, nadie confiaba en un soldado que no quería portar armas pensando que no sería de gran ayuda en pleno combate y le presionaron de esa brutal forma para que abandonara la unidad. No tuvo otra salida que aferrarse a su fe para poder continuar.
Al final consiguió su objetivo y su primer destino fue la isla de Guam, en julio de 1944. Allí, aquellos irascibles compañeros que le habían hecho la vida imposible cambiaron rápidamente de opinión al comprobar la valentía de Doss y cómo salvaba vidas en el campo de batalla. Esta actitud le valió su primera condecoración: La Estrella de Bronce.
El reconocimiento llega
La gloria le llegó un 5 de mayo de 1945 en la batalla de Okinawa, cuando el batallón de Doss tuvo que atacar una posición nipona situada en la cima del acantilado de Maeda, de muy difícil acceso con una pared rocosa que había que escalar. Pero el verdadero peligro comenzaba en la cima con los japoneses defendiendo sus posiciones con uñas y dientes.
Las bajas fueron cuantiosas pero cuando todo parecía conseguido un inesperado contraataque enemigo hizo que los marines tuvieran que replegarse. Menos de un tercio de ellos consiguió retroceder, el resto, muertos o mal heridos se quedaron esparcidos por el peligroso terreno a merced de los japoneses que no tuvieron piedad de ellos.
En ese momento fue cuando Desmond tomó la decisión de quedarse en la cima y de lanzarse al rescate de sus compañeros heridos, salvando la vida a 75 de ellos. Los fue arrastrando o cargando sobre sus hombros y con una fuerte soga fue bajando uno a uno poniendo en peligro su propia vida. Todo ello fiel a sus creencias sin disparar un solo tiro.
Unos días después, el 21 de mayo, su unidad tuvo que volver a subir a terminar el trabajo pendiente y fue herido junto a otros dos compañeros que se habían protegido de los bombardeos en un agujero provocado por un obús. Sufrió heridas en la pierna por metralla y al intentar ponerse a salvo fue alcanzado por el fuego de un francotirador en un brazo. Al llegar los equipos sanitarios y a pesar de la gravedad de sus heridas, pidió que atendieran primero a otro de sus compañeros en peor estado que él.
Influencia posterior
El 12 de octubre de 1945 el presidente estadounidense, Harry S. Truman le condecoró con la Medalla de Honor y en el solemne acto dijo: «Estoy orgulloso de ti. Realmente te lo mereces. Considero que esto es un honor más grande que ser presidente». Fue así el primer objetor de conciencia en recibir esta condecoración durante esta guerra. Siendo uno de los 431 que recibieron la Medalla de Honor del Congreso de los 16 millones de militares que participaron en la contienda mundial.
Años más tarde, uno de sus compañeros de combate, Fred Headrick, en unas declaraciones a la NBC News dijo:
«La mayoría de todos ellos (los soldados que habían sido condecorados con la Medalla de Honor) recibieron su medalla por matar a alguien. Mi amigo recibió la suya por haber salvado vidas».
Recibió, además de la Medalla de Honor del Congreso, una Estrella de Bronce, un Corazón Púrpura, la Medalla de la Campaña Asia-Pacífico y la Medalla de Buena Conducta. Y otros reconocimientos como darle su nombre a una sección de la autopista de Georgia (julio de 1990), o a la casa de huéspedes del Centro Médico militar Walter Reed en Washington, DC (julio de 2008),
Desmond Doss falleció en su casa en Piamonte, Alabama, el 23 de marzo de 2006, a la edad de 87 años, tras sufrir graves problemas respiratorios. En su entierro, como tributo, una formación de helicópteros militares sobrevoló el cementerio.
Su vida ha llegado a la gran pantalla con la película Hasta el último hombre, y a las librerías con el libro Desmond Doss: objetor de conciencia.