En un esfuerzo por reducir el consumo de nutrientes críticos como la sal, el azúcar y las grasas saturadas, cuyo exceso está directamente vinculado a la obesidad, diversas entidades han destacado la importancia de asumir una responsabilidad compartida.
Este llamado a la corresponsabilidad surge de una reunión informativa organizada por Europa Press, donde representantes de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la Federación de Industrias de Alimentos y Bebidas (FIAB) y el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (Eufic) intercambiaron perspectivas.
En el encuentro, celebrado el pasado 3 de junio de 2023, se abordó la necesidad de aunar esfuerzos para promover hábitos alimentarios saludables y reducir el consumo de ingredientes perjudiciales.
La directora ejecutiva de la Aesan, Isabel Peña-Rey, enfatizó que hay que luchar por este propósito, mientras que Enrique García, portavoz de la OCU, subrayó que es un problema el que todos tienen corresponsabilidad.
El plan de reformulación de ingredientes, iniciado en 2016 con la participación de la industria fabricante, la restauración y las máquinas de vending, logró cumplir el 95% de los objetivos establecidos en los convenios firmados.
Sin embargo, aún existe «margen de mejora en la reducción» de ciertos ingredientes, según la representante de la Aesan, quien mencionó los límites máximos establecidos para el contenido de sal en el pan como un ejemplo.
Por su parte, Enrico Frabetti, director de Política Alimentaria, Nutrición y Salud de FIAB, reconoció que si bien el plan ha sido «exitoso, como ha reconocido la OMS», también ha sido «largo y no sin dificultades», debido a la participación de numerosas empresas de tamaño reducido.
Frabetti destacó que muchas empresas llevaban ya años reformulando sus productos antes del inicio del plan.
A pesar de los esfuerzos, el representante de la OCU expresó que no están de acuerdo con el ritmo, siempre van a querer más, señalando que el objetivo principal debe centrarse en las grasas saturadas, los azúcares y la sal, aunque reconoció que los propios consumidores están acostumbrados a ciertos sabores.
Ante la preocupante situación de que uno de cada tres niños españoles de entre 2 y 17 años presenta exceso de peso, calificada como «una epidemia» y un problema de salud pública, los expertos coinciden en que se trata de un desafío multifacético que involucra la concienciación, el acceso y la asequibilidad, condicionado por factores socioeconómicos y culturales.
En respuesta, la Aesan trabaja en dos reales decretos: uno para regular la publicidad de alimentos y bebidas con alto contenido en grasa, azúcares y sal dirigida a menores, y otro para fomentar una alimentación saludable y sostenible en centros educativos.
Peña-Rey considera estas medidas muy necesarias e importantes para introducir equidad y reducir la desigualdad social, garantizando que todos los niños tengan acceso a al menos una comida saludable al día.
Enrique García, de la OCU, calificó ambas normativas como «absoluta y urgentemente» necesarias, mientras acusaba a la Comisión Europea de «dejación de funciones» por tener olvidado «en un cajón» el reglamento de perfiles nutricionales, dejando a la UE sin instrumentos propios y obligándola a recurrir a los de la OMS.
Durante el evento, la OCU destacó la importancia de basar las recomendaciones alimentarias en evidencia científica para evitar desinformación y malos hábitos.
Asimismo, insistió en que las herramientas y etiquetados para consumidores deben estar respaldados por «la evidencia científica más actual», siendo flexibles para adaptarse a nuevos descubrimientos, pero sin perder el rigor.
Desde la Aesan, se aboga por un etiquetado frontal «más accesible y claro» para los consumidores y por educarles sobre su interpretación de manera continua en el tiempo.
Por otro lado, Enrico Frabetti, de FIAB, pidió no perder el foco en la educación, considerándola una cuestión «fundamental», ya que un etiquetado basado en colores o números, aunque se mejore, no debe sustituir la formación en nutrición que debería tener el consumidor.