La drunkorexia o ebriorexia es una conducta que consiste en reducir la ingesta de alimentos para compensar las calorías que aporta el consumo de alcohol. El fenómeno no es tan nuevo, pero en la actualidad está llamando la atención de los organismos de salud pública por sus graves consecuencias.
Este comportamiento se observa principalmente en los estudiantes universitarios y en un rango de edad que va desde los 18 a los 24 años. Las razones principales de la drunkorexia son mantenerse delgado y que el efecto del alcohol sea más rápido.
El término drunkorexia es una combinación de los conceptos borrachera y anorexia en inglés, ya que en este trastorno se combinan ambas variables, al reducirse, en algunos casos de forma drástica, la ingesta de calorías para compensar las que aporta el alcohol.
Otro concepto asociado a la drunkorexia es el binge drinking, que se puede traducir como “consumo por atracón” y que significa tomar mucho alcohol en poco tiempo, lo cual está medido por especialistas y equivale a la ingesta de seis tragos o más en hombres y cuatro o más en mujeres, en un transcurso de tiempo comprendido entre cuatro y seis horas.
Esta peligrosa conducta se está convirtiendo en una seria amenaza para la salud de los jóvenes. Afecta principalmente a los que hacen vida en los campus universitarios y forma parte de un modelo basado en la necesidad de mantenerse en forma y ser atractivos, en conjunto con el anhelo de aceptación y pertenencia.
Estudios psicológicos sobre estos grupos han determinado que principalmente la drunkorexia se produce en personas inseguras y con baja autoestima, que necesitan del refuerzo social permanente para sentirse valiosas.
La adolescencia y la adultez temprana son las etapas más propicias para padecer el trastorno de la drunkorexia, ya que es una época llena de conflictos y búsqueda de la identidad, en la que los jóvenes todavía no saben bien quiénes son ni a dónde van.
Además de los reforzadores sociales que inclinan hacia la drunkorexia, beber implica una liberación del estrés, ya que el alcohol produce un incremento en la producción de serotonina y liberación de endorfinas, lo que origina bienestar e incita a seguir tomando.
Algunas investigaciones señalan que los individuos más propensos a la drunkorexia son aquellos que sienten especial preocupación por mantener su cuerpo en forma, por lo que también pueden someterse a la práctica de ejercicios de forma compulsiva.
Por otra parte, la drunkorexia está afectando de manera importante a las mujeres, ya que ellas están más atentas a su figura y tienen mayor presión social en este sentido, por lo que a veces desarrollan también otros hábitos nefastos como es el uso de laxantes o diuréticos.
En general, de acuerdo a diferentes estudios, los asiduos al binge drinking tienen promedios académicos más bajos, lo cual, aparte de ser una característica, también es una consecuencia. Adicionalmente, un estudio publicado por Clinical & Experimental Research estableció que los jóvenes que acostumbran a tomar frecuentemente presentan un coeficiente intelectual más bajo que el resto.
Una de las mayores preocupaciones acerca de la drunkorexia es que el cuerpo se ve afectado doblemente; por un lado por la ingesta de grandes cantidades de alcohol y por el otro debido a la desnutrición por la falta de una alimentación adecuada. Adicionalmente, al ingerir alcohol sin nada en el estómago, éste resulta difícil de ser procesado por el organismo y existe un alto riesgo de intoxicación.
Por otra parte, el no haber comido bien hace que se incrementan los niveles del alcohol en la sangre y el cuerpo se deshidrata, pudiendo sobrevenir un desmayo o, lo que es peor aún, un coma etílico, que se manifiesta con pérdida del conocimiento, hipotermia, taquicardia e insuficiencia respiratoria, y hasta puede ocasionar la muerte.
Existen evidencias científicas de que una mala nutrición propicia la aparición de graves enfermedades crónicas, así como procesos degenerativos en la actividad del cerebro y el sistema nervioso. Está demostrado que el consumo excesivo de alcohol hace que las neuronas pierdan conexiones, por lo que se pueden ir perdiendo facultades cognitivas en relativo poco tiempo.
A lo anteriormente dicho se le agrega que los jóvenes que practican la drunkorexia presentan altos niveles de ansiedad y depresión. Igualmente, existen muchas posibilidades de caer en el alcoholismo, la diabetes producto del alto consumo de azúcar, o la gastritis crónica, así como adquirir enfermedades del hígado tales como la hepatitis o la cirrosis hepática.
Los números acerca de la incidencia de la drunkorexia son alarmantes a nivel mundial. Los estudios realizados en diferentes universidades muestran porcentajes que van desde el 40% hasta el 80%, por lo cual ya constituye un problema de salud pública y numerosas organizaciones y equipos multidisciplinarios se han abocado a hacer recomendaciones al respecto.
Como elemento fundamental se advierte la necesidad de prevenir, para lo cual se indican las actividades extra cátedras que eduquen adecuadamente acerca de lo importante que es la nutrición y las consecuencias tanto de estar mal alimentado como de beber alcohol en exceso. Así mismo, los expertos recomiendan reforzar los programas de tutorías, para que los consejeros puedan estar más al tanto de cualquier cambio de conducta de los estudiantes.
Los profesores deben estar atentos ante los cambios de comportamiento de su alumnado y saber reconocer los síntomas de la drunkorexia de manera de poder actuar a tiempo. Entre ellos destacan la aparición del mal humor, así como adelgazamiento, inflamación de la cara, deterioro de la piel, desgano y cansancio.
Otro punto crucial es trabajar en el desarrollo de la autoestima de los alumnos, ya que está demostrado que la drunkorexia tiene una alta correlación con esta variable. Igualmente, es muy importante brindar el debido soporte académico para que los estudiantes tengan éxito en sus programas de estudio y estén motivados al logro, así como hacer investigaciones periódicas para chequear el estado de salud física y mental de los educandos.
Pero si la situación ya no es de prevención, sino de intervención, es necesaria la participación de varios especialistas, entre los que se cuentan educadores, médicos, trabajadores sociales, psicólogos y nutricionistas.
Aunque, en todos los casos, el mayor apoyo debe venir de los compañeros y de la familia. Especialmente los amigos pueden ser el gran salvavidas para los que incautamente caen en la drunkorexia, brindándoles afecto y reconocimiento para que refuercen su autoestima y puedan superar la situación.
Si eres un estudiante universitario o estás por serlo, al conocer las terribles consecuencias de este hábito tan común en las universidades seguramente te pondrás en guardia para evadirlo. Pero, por otra parte, si has caído en la drunkorexia inocentemente, busca ayuda en tu familia y en tu universidad que nunca es tarde para evitar sus graves efectos.