El desarrollo de los postulados de la economía ecológica surge de la alerta ante los cambios medioambientales sufridos en la Tierra. Cambios provocados, sobre todo, por la explotación financiera de los recursos naturales. Lógicamente, estos procesos económicos han ayudado a la humanidad a su crecimiento. Pero el planteamiento formulado por la ecología económica es si realmente la civilización humana se ha desarrollado o solo se ha quedado en crecer y gastar sus recursos.
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La visión de la economía ecológica se sustenta epistemológicamente en varias disciplinas. Así que interpreta a las ciencias económicas no solamente desde la perspectiva monetaria, sino desde la calidad de vida de las personas y los ecosistemas. Es así como establece que la relación de la economía con la ecología es inseparable y por lo tanto, exige ser ejecutada como un todo.
La economía ecológica no es una subdisciplina ni de la ecología ni de la economía. Es un campo interdisciplinario donde convergen tanto el interés ecológico como el económico. Por lo tanto, no puede ignorar otras ciencias naturales ni sociales. Al contrario, las involucra en su metodología y enfoque de pensamiento.
Es así como en la ecología económica se asume un papel integrado de la producción de bienes y servicios dentro de un marco ecológico. Es así como asume una postura consciente de los límites de carga y, por lo tanto, busca el diseño de un futuro sostenible.
Asimismo, ecología y economía no pueden verse de manera separada, como una externa a la otra. Al contrario, estudia a las ciencias económicas en el soporte vital ecológico del cual depende el ser humano. El esquema de la economía ecológica en la historia está planteado como un ámbito comprensivo y de investigación con fines y aplicaciones prácticos.
En la década de 1980, ante las realidades sociales del momento y los profundos cambios financieros con sus altas y bajas, no faltaron intelectuales y científicos que analizaran el rumbo productivo bajo el enfoque de las teorías ecológicas.
Es así como se postula qué es la economía verde y por qué tenía que observarse dentro de los sistemas naturales en lugar de externas ellos.
En 1982, se organizó una reunión en Suecia a las que asistieron economistas que ya tenían basamentos financieros con las teorías ecológicas. Entre ellos se encontraban Robert Costanza, cofundador de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica años más tarde, en 1989.
Esa primera reunión internacional tendría como objetivo sentar las bases de una nueva economía que está inmersa en el medioambiente. Entre otros estudiosos financieros, economistas medioambientales e intelectuales de los ecosistemas también figuraron Herman Daly, David Pimentel, Charles Hall, HT Odum y Bruce Hannon.
5 años después, Daly y Costanza publicarían un número del Ecological Modeling y así tantear a qué se enfrentaban por defender su enfoque económico. 1987 fue un año prolífico para ese campo interdisciplinario gracias a la obra de Joan Martinez Alier, titulada Ecological Economics.
Más recientemente, la economía ecológica se ha actualizado gracias a los esfuerzos de Clive Spash e Inge Ropke, quienes han cubierto los análisis de la historia y el desarrollo de este campo de estudio.
Uno de los mayores aportes de la bioeconomía ha sido la comprensión de la capacidad de carga de la Tierra. Así, año tras año, por ejemplo, se anuncia el Día de la sobrecapacidad de la Tierra. Con ello se expone cuánto ha sido el consumo de recursos y servicios ecológicos que el planeta puede brindar. Esta fecha se ha adelantado cada vez más, indicando el consumo excesivo de recursos y la huella ecológica que se ha marcado anualmente.
Con la fundación de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica, también conocida como ISSE por sus siglas en inglés, se establecieron sus fines o principios fundamentales. Estos son:
El primero es comprender que la economía de los seres humanos se encuentra inmersa en la naturaleza. Así que los procesos económicos son en realidad transformaciones biológicas, físicas y químicas.
En segundo lugar, postular que la economía ecológica es un campo de estudio en el que se pueden y deben encontrar todos aquellos científicos e investigadores involucrados en el tema medioambiental.
Y como tercer postulado, exponer que la economía ecológica exige el esfuerzo transdisciplinario para poder detallar los procesos económicos en función a las realidades físicas del medioambiente.
La economía verde y la convencional marcan su diferencia principal al exponer los objetivos que persiguen. Para la economía ecológica es fundamental disminuir la huella ecológica con un modelo patrimonial incrustado en el ambiente y sus ecosistemas.
Mientras que la convencional mantiene un esquema en el que economía y biología son mutuamente excluyentes. Por lo tanto, los esfuerzos de la economía convencional por conservar el medioambiente se ve como una preocupación externa y no como una realidad en la que deba comprenderse a sí misma.
Otra de las diferencias es que la relación de la economía con la ecología da como resultado una auténtica preocupación por la realidad de la escasez de los recursos naturales. En cambio, la economía convencional mantiene su interés focal en satisfacer las infinitas necesidades de las personas, sin importar el coste ecológico.
Este interés de la ecología económica se basa en la comprensión de las ciencias naturales, entendiendo que los recursos del medioambiente tienen un límite y que, del mismo modo, la economía debe tener también un punto en el que ya no crezca más. Es así como insta a que los defensores de la economía convencional se enfoquen en su desarrollo más que en su crecimiento.
La economía verde establece tres fines fundamentales. Para desarrollarlos, tiene una agenda de 9 temas de interés sobre los cuales ha ido desarrollando sus teorías y soluciones ante la sobrecarga del planeta.
La economía ecológica se distingue de la economía neoclásica básicamente por su comprensión de las ciencias naturales. Es así como idea uno de sus postulados principales: todos los organismos llegan a un punto en el que no continúan creciendo. Igualmente debería ocurrir con la economía.
También ha postulado que la Tierra tiene una capacidad de carga finita. Y ese debería ser el punto que delimite anualmente el uso de recursos naturales que, eventualmente, se acabarán.
Del mismo modo, defiende que los seres humanos al estar contenidos en el medio ambiente, no deben tratar a la naturaleza como un agente externo a ellos. Al contrario, todas sus acciones tienen un impacto ambiental y por ende, tienen un coste para las generaciones actuales y futuras.
El segundo tema de interés de la ecología económica es la distribución de los recursos para el desarrollo, no para el crecimiento. En sus postulados explican la analogía de los seres vivos, los cuales crecen hasta cierto punto y luego, se transforman en pro del desarrollo de sus capacidades.
Así pues, llegar a un punto en el que el crecimiento se detiene no es sinónimo de algo malo, sino de una etapa en la cual explotar la creatividad para vivir mejor y fomentar el bien común. De esta forma se podría hacer una distribución equitativa de los recursos y se favorecería el cuidado de los ecosistemas de los que dependen tales bienes naturales.
La teoría económica convencional, también llamada economía neoclásica, postula que todos los bienes y servicios creados por el hombre pueden sustituir al patrimonio natural. Esta teoría es conocida como sostenibilidad débil, debido a que carece de viabilidad en el largo plazo.
Por esta razón, la economía verde se concentra en una concepción de la sostenibilidad fuerte, es decir, aquella que comprende que los recursos naturales son insustituibles. Por ello, existe una responsabilidad intrínseca en su uso racional.
En el mismo orden de ideas, el uso adecuado de los recursos naturales requiere un diseño en el que se sepa emplear la energía. Utilizar fuentes alternativas de energía, emplear la creatividad para disminuir su uso y maximizar la calidad de vida, son sus metas fundamentales.
Por el contrario, la economía ecológica ve como un fracaso la constante ansiedad de crecimiento, que más bien sería un factor antieconómico, pues no mide su impacto ambiental.
Del punto anterior se desprende el concepto de la contabilidad de energía. Este postulado describe la necesidad de conocer a fondo los procesos económicos de transformación de los recursos naturales. De esta manera puede presupuestar con exactitud la magnitud de recursos energéticos necesarios para adecuarlos al mínimo posible.
La economía ecológica propone el uso de las leyes de la termodinámica para establecer cuánta energía se requiere en cada punto clave del sistema productivo. Finalmente, la contabilidad de energía tendría que calcular cuánta energía entra, sale y cuánta fue utilizada de manera menos eficiente en los procesos transformadores del sistema.
Uno de los temas más polémicos de ha planteado la ecología económica es la necesidad de valorar económicamente los ecosistemas. Para los investigadores de este campo interdisciplinario es necesario conocer el precio que se le puede asignar a los innumerables servicios y productos aprovechados de los ecosistemas.
Los defensores de la economía neoclásica e incluso los movimientos ambientales se han opuesto a esta visión, explicando que los organismos naturales son invalorables. No obstante, la ecología económica arguye que solo así se puede analizar el coste-beneficio y efectivamente, se le otorgaría a los ecosistemas la importancia real que tienen.
Para comprender este tema abordado por la economía ecológica es preponderante definir qué es una externalidad. Para la economía neoclásica, los sacrificios o costes ambientales y sociales son un “mal necesario”, son partidas económicas capaces de cancelarse entre sí. Se ven como consecuencias alternas y no como un sacrificio directo del proceso productivo.
La economía ecológica postula que esas externalidades no son tales. Y que más bien la economía se encuentra incrustada en ellas: las sociedades y el medioambiente. Solo cuando se asuma esta realidad, se podrán cuantificar los costes en el momento preciso, en lugar de dejarle a las comunidades y a las generaciones futuras una deuda ambiental que ellos no adquirieron.
El modelado matemático es otro de los aspectos abordados por la economía verde. Entre estas metodologías figuran los enfoques de criterios múltiples, el de entrada-salida, la curva de Kuznets, el evolutivo, entre otros.
Estos modelos no son los que se utilizan en la economía neoclásica por estimarlos como inherentes a otras ciencias.
El tema de las políticas monetarias también forma parte de los intereses de la ecología económica. La finalidad planteada por este campo interdisciplinario es el de ubicar la asignación eficiente de recursos a una escala sostenible y de manera equitativa. El mayor exponente de estas teorías es Frederick Soddy quien plantea su visión del uso del dinero ecológico.
Existen diferencias clave entre la economía ambiental y ecológica. A continuación se detallan los puntos conflictivos entre los enfoques de la economía ambiental y la ecológica.
Tema fundamental | Economía ecológica | Economía ambiental |
Enfoque de pensamiento | Pluralista | Neoclásica |
Lenguaje | Novedoso, desconocido | Utiliza términos monetarios |
Asignación de los recursos económicos | Desarrollo | Crecimiento |
Indicador económico | GPI (Genuine Progress Indicator o Índice de Progreso Real) | PIB (Producto Interno Bruto) |
Mientras el enfoque de pensamiento de la economía ecológica es pluralista y tiene como fundamento a las actividades financieras incrustadas en la naturaleza y los ecosistemas, la economía ambiental se basa en un enfoque neoclásico. Por ende, los economistas ambientales siguen considerando al medioambiente como una externalidad en el proceso productivo.
La propuesta de la ecología económica es que se pueden consumir los recursos naturales, siempre que se aumente la inversión en renovarlos.
La economía ambiental tiene en este sentido una ventaja sobre la economía ecológica, y es que utiliza un lenguaje conocido a escala mundial. El mismo lenguaje de la economía neoclásica. La utilización de términos ya conocidos le permite una mayor influencia sobre los actores preponderantes de las políticas financieras y de ser tomados en cuenta al momento de tomar decisiones importantes.
En cambio, la ecología económica maneja una terminología distinta, poco conocida que tiene a generar confusiones. En consecuencia, su participación en esos altos niveles de toma de decisiones es mucho menor.
En la transición de la economía ambiental a la economía ecológica es urgente comprender que el crecimiento llegará a un punto límite. Y que, por lo tanto, la asignación de los recursos económicos debe hacerse en función del desarrollo y la estabilidad. Dejar de crecer no es un hecho negativo; es más bien propicio para emplear la creatividad y desarrollarse.
Otra de las diferencias importantes entre la economía ambiental y la ecológica es el uso de los indicadores económicos. Mientras la economía ambiental utiliza el PIB, la economía ecológica emplea el GPI.
Para entenderlo mejor es necesario definir el PIB o Producto Interno bruto como una magnitud macroeconómica que muestra el valor monetario de todos los bienes y servicios producidos en un territorio y por un tiempo establecido. En otras palabras, es la forma en que se miden las riquezas de una nación en un tiempo determinado.
Sin embargo, el PIB no mide otros factores de índole económica también relevantes. Por ejemplo, los alimentos que diariamente se consumen deberían entrar en esta suma de riquezas de un país. Pero algunos no son tomados en cuenta, como los bienes de autoconsumo, es decir, alimentos generados por sus mismos consumidores.
Por otra parte, el Genuine Progress Indicator (GPI) o Indicador Real de Progreso toma en cuenta factores que el PIB ignora, como los bienes de autoconsumo, es decir que añade la economía de la naturaleza. También añade el trabajo doméstico y cuidado de familiares no remunerados, así como las acciones del voluntariado.
En síntesis, la economía ecológica dista notablemente de los patrones establecidos por la economía neoclásica y la ambiental. No le hace oposición, sino que entiende su campo de acción de una forma integral para alcanzar la sostenibilidad. De no tomarse en cuenta los planteamientos de la ecología económica, se puede llegar a un punto de no retorno en el medioambiente.
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Claramente la economía y la ecología pueden ir de la mano. Pero todo parte de la "conciencia" tanto del entorno como de los principios económicos de sustentabilidad. Cualquiera que desea que tanto él como sus siguientes generaciones disfruten de una vida plena y prospera descubrirá tarde o temprano que ese es el camino.