¿Las zancadas, las flexiones y los ‘press’ de pecho solo fortalecen músculos y articulaciones? Expertos descubren que el rendimiento académico y la felicidad guardan relación con una vida activa.
Mucho se ha dicho de los beneficios físicos y estéticos que brinda un plan de entrenamiento constante: kilos menos, un abdomen más plano o unos músculos fuertes y definidos.
Pero, más allá de mejorar el aspecto físico y favorecer al mantenimiento de un cuerpo saludable, realizar actividad física con frecuencia aporta más beneficios a la vida cotidiana de los que comúnmente se cree.
El entrenamiento físico fortalece algo más que los músculos. Una rutina de ejercicios diaria puede ayudar a mejorar el rendimiento académico y favorecer el proceso de aprendizaje.
Un estudio llevado a cabo por las universidades de Edimburgo y Stirling (Escocia) determinó que una sesión de ejercicios físicos de quince minutos después de las actividades académicas puede influir en el fortalecimiento del cerebro.
La tesis aseguró que realizar alguna actividad física entre clases puede incidir positivamente en la memoria, el humor y la atención de los alumnos.
Según la investigación, la capacidad de atención se incrementó significativamente en un grupo de estudiantes que hicieron jogging y caminatas después de clase, en comparación con aquellos que no ejecutaron ningún tipo de deporte. Además, el grupo analizado afirmó sentirse más alerta después de un descanso con un poco de actividad física.
La memoria también se ve potenciada tras el deporte. El análisis comprendió actividades para la memoria verbal y visoespacial. Los estudiantes ejecutaron tareas que consistían en recordar palabras y memorizar objetos geométricos.
¿Los resultados? Los chicos que se ejercitaron fueron capaces de recordar una mayor cantidad de palabras.
Por su parte, un trabajo realizado por el Centro Médico de la Universidad de Radboud en Nimega, (Holanda), agrega que el ejercicio físico ayuda a fijar mejor en la memoria los nuevos recuerdos.
La investigación se basó en el estudio, durante 40 minutos, de 90 imágenes asociadas a distintos lugares por parte de 72 adultos voluntarios.
De la muestra, un grupo de personas fue escogido para descansar después de la tarea, otro grupo fue sometido a una sesión de ejercicio físico intenso inmediatamente después de realizar la labor de aprendizaje, mientras que el resto se sometió a la prueba física transcurridas cuatro horas de la tarea inicial.
Los resultados arrojaron que aquellos que se ejercitaron después de las cuatro horas tuvieron una mayor cantidad de retención que los que se ejercitaron inmediatamente o de quienes no hicieron esfuerzo físico alguno.
La actividad física además incide en el estado de ánimo. Tras la sesión deportiva, los estudiantes manifestaron sentirse más felices, por lo que se concluye que el ejercicio genera en las personas un estado de tranquilidad.
Se ha demostrado que durante y después del entrenamiento, el cuerpo libera endorfinas, neurotransmisores responsables del sentido de bienestar y felicidad.
Adicional a ese proceso bioquímico, el ejercicio también produce un efecto psicológico: reduce el estrés y la ansiedad.
En ese sentido, una encuesta de las universidades de Yale y Oxford aseguró que el ejercicio físico aporta tanta felicidad como el dinero.
Un grupo de investigadores comparó el grado de bienestar que reportaron las personas en función de sus ingresos. Para ello, analizaron el comportamiento físico y estado de ánimo de cerca de 1,2 millones de estadounidenses.
El sondeo comparó la cantidad de días de “mal estado de salud mental” que declararon tener las personas que mantenían una rutina de ejercicios con aquellas que no realizaban actividad física alguna con frecuencia.
Después de confrontar ambos grupos en términos de edad, raza, sexo, ingresos y otros factores, descubrieron que las personas físicamente activas se sienten tan bien como aquellas que no practican ningún tipo de deporte pero que ganan unos 18.000 euros más al mes.
De la investigación se desprende que los sujetos que hacían ejercicios con frecuencia manifestaron que solo unos 35 días al año habían experimentado malestar por estrés, depresión o problemas emocionales.
Por el contrario, las personas sedentarias, en promedio, afirmaron haberse sentido mal unos 18 días más que los primeros.
El estudio, publicado por la revista británica médica The Lancet, concluyó que cualquier tipo de actividad física constante representa una menor carga en la salud mental que la que presentan las personas con las mismas características físicas y demográficas pero que son sedentarias.
En definitiva, mantener una vida activa y un plan de entrenamiento constante ofrece, además de un cuerpo saludable y funcional, beneficios psicológicos y emocionales que aportan a un bienestar integral.