La verdad es que es convivimos con ellos sin pensarlo: Vas por la calle y te cruzas con una pareja que se da besos; revisas las redes sociales y dos amigos suben una foto besándose para anunciar su relación; estás viendo una película o leyendo una novela y los protagonistas se dan un beso apasionado; o incluso puede que tengas la costumbre de besar a tus mascotas o a algún familiar cercano como muestra de afecto.
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A lo largo de la historia de la humanidad, el beso ha pasado por diferentes etapas. Por eso, esta vez vamos a explicar un poco el origen del beso y cómo ha sido considerado y tratado en diferentes culturas hasta llegar a como hoy lo conocemos.
El origen del beso todavía no está muy claro. Hasta el momento, según estudios antropológicos, las primeras señales de los besos aparecieron en los homínidos como una reacción instintiva hacia las crías por parte de sus progenitoras. También se especula que surgió del período de lactancia e infancia, al succionar la leche, o que nació de una costumbre primitiva de las tribus de olfatearse mutuamente, e incluso que proviene del canibalismo.
Lo certero del caso es que el registro más antiguo referente a los besos viene de la India, tallados en las paredes de Khajuraho en el año 2500 años a. C. Luego le sigue el libro sagrado de Vatsyayana, del III d. C., que incluye referencias a los besos como una práctica íntima y se teoriza que se difundió por Europa durante el período clásico debido a las conquistas de Alejandro Magno. Por otro lado, los griegos veían los besos como una muestra de afecto y admiración, tal como señalan algunos escritos de Ovidio e incluso en la Odisea.
A medida que el tiempo transcurría, el acto de besar se adaptaba a las costumbres y culturas de cada lugar. Para los antiguos hombres persas, besarse en la boca era una señal de unión entre quienes tenían su mismo nivel social, mientras que los celtas le adjudicaban a los besos el poder para curar. En la Italia medieval, si dos personas eran descubiertas besándose, tenían la obligación de contraer matrimonio. Por el contrario, los franceses podían besarse con quien quisieran.
Luego, con la llegada de la Revolución Industrial, los besos se consideraron como un acto de amor entre dos personas, además de tener un papel importante en las relaciones íntimas. Por ende, se le denominó como un acto de carácter privado que no debía darse bajo ningún concepto en público.
Ya en el siglo XIX, con la llegada del Romanticismo, deja de ser un acto privado. Como este movimiento pregona la exteriorización de los sentimientos de parte de los autores, el beso fue comúnmente utilizado como una forma de expresión estética.
No obstante, la verdadera revolución del beso fue durante el siglo XX. Durante las primeras décadas, el beso fue un símbolo de la voluptuosidad y la lujuria. Ya para la década de los 60 era visto como un acto natural que podía hacerse públicamente, aunque no fue hasta los 90 cuando realmente fue aceptado y dejó de considerarse como algo reprochable, por lo que ya no tenía (o quedaba muy poco) ese significado de a principios de siglo.
Si bien los besos no despiertan a princesas ni transforman en príncipes a sapos, sí tienen un gran efecto positivo en las personas, científicamente hablando. Besar libera oxitocina y puede bajar los niveles de cortisol (conocida como la hormona del estrés), por lo que reduce la ansiedad. Siguiendo esa línea, un beso puede resultar más efectivo que la morfina, siendo capaz de disminuir hasta diez veces más el dolor.
Además, pese a que la boca está llena de bacterias, besar refuerza el sistema inmunológico. Hay investigaciones que demuestran que besar ayuda a que la circulación de la sangre mejore, a prevenir las caries e incluso calma los dolores de cabeza.
El acto de besar no se ha quedado solamente en la vida privada de la gente, sino que también ha sido llevado al ámbito público y dejando huellas en el libro de la humanidad. A continuación algunos besos tan emblemáticos que quedaron registrados en la historia:
Esta icónica foto fue tomada el 14 de agosto de 1945. Aquel día se dio a conocer el triunfo sobre Japón al lanzar dos bombas atómicas, dando por terminada la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, dos fotógrafos (Alfred Eisenstaedt y Victor Jorgensen) lograron inmortalizar el apasionado momento en el que un marinero y una enfermera, en medio de la celebración, se besaban.
La de Alfred Eisenstaedt fue publicada una semana después en la revista Life, pero ambas fotos (porque fueron dos) se volvieron sumamente famosas, tanto por lo preciso del momento, como por las especulaciones que se hicieron respecto a la identidad y relación entre los protagonistas.
Esta romántica pintura fue realizada por el artista austriaco alrededor de los años 1907 y 1908. Aquí, los amantes parecen unirse en uno solo. Se rumorea que se trata del propio Klimt con su concuñada, Emilie Flöge, con quien mantenía una estrecha relación y quien llegó a ser su musa, pero no hay ninguna prueba que señale que llegaron a ser amantes. Se encuentra en la Galería Belvedere de Viena, siendo considerada una de las joyas de esta.
Frente al Hotel de Ville en París, el beso de una pareja es capturado por la cámara del fotógrafo francés Robert Doisneau. Esta fotografía rápidamente cobró fuerza como una de las fotos más románticas del mundo. Según se aprecia, la pareja está sumergida en su mundo, mientras que alrededor nadie parece prestarles atención.
Aunque quizás no es tan tierno como las anteriores, esta pintura también es muy famosa. Ocultando lo evidente a la vez que hace visible lo invisible, Magritte consigue ese efecto surrealista característico de sus obras. Al negarles una identidad, lo que queda es el acto en sí del beso, el momento de la pareja. Un dato curioso es que también aparecen en otras obras suyas, siempre emparejados.
La fotografía, conocida como el «beso fraternal socialista”, la tomó Regis Bossu en 1979 cuando se conmemoraba el 30 aniversario de la República Democrática Alemana. En aquel entonces, el líder de la URSS, Leonid Brezhnev, y el presidente alemán Erich Honecker se besaron en señal de confianza, pues en ese momento era costumbre hacerlo como muestra de hermandad, tanto en Rusia como en otros países.
Dicha foto fue utilizada por el artista ruso Dimitri Vrubel en 1989, para pintar un mural en una parte del muro de Berlín. Hoy en día es un lugar donde muchos turistas suelen sacarse fotos. Bajo el mural se puede ver escrito: “Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal”. Vrubel ha declarado que nunca creyó que aquello pudiera convertirse en un símbolo como lo es ahora.
Después de toda esta información, seguramente no veas los besos de la misma manera que antes. Aún así, besar sigue siendo una manera de demostrar a nuestros seres queridos cuánto les apreciamos, así que, la próxima vez que estés con ellos, anímate a darles un beso.