En la segunda mitad del siglo XIX, el perímetro de la ciudad aún se encontraba dentro de la muralla cristiana, excepto algunos arrabales. Pero Valencia necesitaba crecer y para ello era necesario librarse de ese incómodo cinturón que representaba la muralla, la cual ya había sido rota para dar paso al ferrocarril, hasta la plaza de San Francisco, hoy del Ayuntamiento.
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En 1864 ve la luz la Primera Ley del Ensanche, aunque no sería hasta 1865, cuando el Gobernador Civil, don Cirilo Amorós, aúna la necesidad de expandir la ciudad, con la de dar solución al paro producido por la crisis de la seda, y emprende el derribo de dicha muralla cristiana, que traería consigo el, tan deseado, crecimiento de la ciudad.
Más los sucesos revolucionarios de septiembre de 1868 ─la Gloriosa─ que derrocará a la reina Isabel II y paralizará en Valencia, todos los proyectos, que se iban configurando para el crecimiento de la ciudad, que no se pudieron retomar hasta 1876. Un proceso largo que concluiría con la aprobación,en 1887, del proyecto que habían presentado en 1884 Joaquín Mª Arnau, José Calvo y Luis Ferreres.
Es en ese año cuando todo este territorio se anexionó a Valencia, junto con el municipio de Ruzafa ─que en 1811, con los actuales distritos de Ensanche, Quatre Carreres y Poblados del Sur, constituían un municipio independiente. La dificultad de mantener sus servicios debido a la crisis fue lo que determinó dicha anexión.
Sus diseñadores se habían inspirado en el proyecto más moderno que, en ese momento, tenía España: el Plan Cerdá de Barcelona, con su trazado de manzanas regulares, con cruces perpendiculares y aceras de cuatro metros de anchura.
El Ayuntamiento, desde 1876, comenzó a aprobar el trazado de las futuras calles, que habrían de nacer al otro lado de la ronda creada al desaparecer la muralla. Una de las primeras instalaciones fueron tres grandes depósitos de la Compañía del gas del Marqués de Campo, entre las actuales Navarro Reverter y Grabador Esteve, para el suministro de la ciudad. Al tranvía se le debe el empujón final, cuando el 15 de agosto de 1886 comenzaba a circular la línea 5; línea de circunvalación, que hacía todo más cercano.
Aunque la aprobación definitiva del Ensanche se debe a una Real Orden de 11 de julio de 1887, la realidad es que el F, se había adelantado unos años antes, al nombrar concejal del Ensanche a Pascual y Genís; siendo la primera sección del nuevo barrio, la que iba desde Colón a Cirilo Amorós con las actuales calles de Félix Pizcuela, Pizarro, Isabel la Católica, Hernán Cortés y Sorní, a la que en un principio se le dio el nombre de don Juan de Austria por ser prolongación de aquella.
El Ensanche, desde una perspectiva histórica, fue un proceso natural más que especulativo. Partiendo de la nueva acera de la calle de Colón, donde se fueron levantando casas de corte burgués de tres o cuatro plantas, los edificios en las últimas décadas del siglo XIX, nos muestran interesantes ejemplos modernistas.