En 1817, el médico británico James Parkinson escribió un ensayo acerca de la parálisis temblorosa. Hoy esta enfermedad que lleva su apellido, afecta a alrededor de seis millones de personas en el mundo.
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La enfermedad de Parkinson es un padecimiento neurodegenerativo que afecta los sistemas motrices. Un tipo de células cerebrales especializadas dejan de producir dopamina, sustancia que es fundamental en las funciones del movimiento.
Los científicos no han encontrado alguna causa en particular para determinar por qué se manifiesta la enfermedad, pero coinciden en cuatro factores principales:
Tampoco existe una prueba única con la que se pueda diagnosticar al paciente, sino que se determina por síntomas específicos.
A primera vista destacan los síntomas motrices:
Existen otros síntomas llamados secundarios, como la micrografía: escribir a mano letra muy pequeña; arrastrar el pie afectado o disminución del arco de movimiento en el brazo, o la festinación, que consiste en la afectación de la manera de caminar dando pasos cortos y rápidos.
También hay una serie de síntomas no motrices como el estreñimiento, la depresión, la ansiedad, la reducción de reflejos automáticos, como parpadear o tragar, y trastornos del sueño.
Es preciso proceder con precaución y siempre consultar a un especialista para que no exista duda del diagnóstico, ya que es posible confundir el origen de los síntomas con otro tipo de enfermedades. Para estar seguro, es mejor acudir con un neurólogo con especialidad en trastornos motores.
Debido a su origen todavía desconocido, no existe alguna indicación para evitar contraer esta enfermedad. Los resultados de algunas investigaciones indican que el ejercicio aeróbico y el consumo de cafeína disminuyen el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson.
El Parkinson afecta a hombres y mujeres, pero en su mayoría a hombres de entre 50 y 65 años. Existe también el Parkinson prematuro, que se presenta en personas menores de 40 años, como fue el caso del actor Michael J. Fox, quien a los 29 años fue diagnosticado con este mal, motivo que lo condujo a crear la fundación que lleva su nombre y que se encarga, entre otras cosas, de encontrar una cura y garantizar el desarrollo de terapias mejoradas para las personas con Parkinson.
Aunque existen diversos tratamientos y terapias para el control de la enfermedad —porque no existe una cura— los investigadores se empeñan en encontrar una solución que pueda brindar una mejor calidad de vida a los pacientes y detener o erradicar de forma definitiva este mal que se ha convertido en una de las principales enfermedades neurodegenerativas en personas mayores de 50 años.
Los especialistas recomiendan la actividad física, una alimentación saludable, no aislarse y mantener una vida social para sobrellevar la enfermedad y sobre todo, mantener una actitud positiva para adaptarse a un nuevo estilo de vida una vez que ha sido diagnosticado con la enfermedad de Parkinson.