En Creta se descubrió un sistema de escritura muy primitivo que utilizaba como soporte tablillas de arcillas en lugar de papiros.
Fue a comienzos del siglo XX cuando un inglés –sir Arthur J Evans (1851-1941)– descubrió las ruinas del Palacio de Cnosos (Creta), uno de los mayores acontecimientos arqueológicos del momento. Allí halló fragmentos de tablillas de arcilla con inscripciones realizadas en un tipo de escritura desconocida hasta ese momento.
Este hallazgo revelaba que, antes de escribir en papiros, la civilización minoica había usado tablillas de arcilla, a semejanza de lo que había sucedido tiempo atrás en Mesopotamia.
Escritura lineal B
Evans comprobó, sorprendido, que había, al menos, tres tipos diferentes de escritura: una incompleta y más antigua (fechada en torno al 2.000 a.C), otra más reciente (la bautizó como «escritura lineal A») y una tercera que, a su juicio, había reemplazado a la anterior («escritura lineal B»).
Este tipo de escritos recibieron la denominación genérica de “lineal” porque estaban realizadas con “trazos lineales”, en lugar de ideogramas.
De la escritura lineal A se conservan poco más de siete mil signos, una cifra irrelevante, en comparación con el lineal B, del que disponemos de casi cincuenta y ocho mil, dosificados en más de cinco mil tablillas de arcillas diferentes.
En 1936 Evans pronunció una conferencia en Londres en la que daba a conocer todo tipo de detalles de la civilización cretense y su enigmática escritura. Entre el público se encontraba un adolescente de tan solo catorce años, un verdadero entusiasta de las lenguas antiguas. Su nombre era Michael Ventris (1922-1956) y daría mucho que hablar.
En 1952, después de años dedicados al estudio de la escritura lineal B, Ventris dio a conocer las primeras traducciones completas. Las tablillas encontradas por Evans eran inventarios y listas exhaustivas de alimentos y animales que formaban parte de los archivos reales.
En esta titánica labor no estuvo solo. Ventris contó con la ayuda inestimable de John Chadwick (1920-1998), un filólogo especialista en lenguas clásicas.
El verdadero laberinto de Creta
La escritura lineal no fue el único hallazgo cretense de gran relevancia. En la isla también se encontró una tablilla circular –realizada en arcilla– y a la que se bautizó como «disco de Festos».
Fue en el año 1908 cuando un arqueólogo italiano –Luigi Pernier– descubrió en el palacio de Festos, entre fragmentos de cerámica fragmentada, una tablilla de color ocre con doscientos cuarenta y dos signos en torno a una línea espiral. Este disco se ha datado en torno al 1.850 a.C.
En el año 2005 el profesor Gareth Owens, un lingüista británico afincando en Creta, afirmó haber traducido parte del mismo y algunas palabras clave, con lo que estaba en condiciones de defender que se trataba de una oración dirigida a la diosa Astarté. Esta divinidad es una de las más importantes del panteón minoico y es la encargada de la fertilidad, de la sexualidad y la guerra.
A pesar de esta aportación, el disco de Festos sigue siendo uno de los grandes enigmas arqueológicos hasta el punto de que se podría afirmar que simboliza para la cultura minoica lo que la piedra Rosetta fue para la egipcia.
Me fascina la historia de la cultura universal, son el verdadero soporte xa poder vivir y conocer la luz y salir de la oscura ignorancia