El arte y cultura de Mesopotamia son dos de los variados ámbitos que se llevaron a cabo en esta antigua civilización que se asentó en el extenso territorio que actualmente ocupa Irak, Irán, Siria, Kuwait y Turquía. Gracias a las diversas excavaciones arqueológicas hechas en esta región desde el siglo XIX, se han descubierto numerosas esculturas mesopotámicas que conforman el invaluable patrimonio heredado de los diferentes periodos que se vivieron durante la existencia de este imperio. Cada una de las culturas dejaron significativas huellas para la consolidación del arte de Mesopotamia, que no era más que una manifestación histórica del progreso social, político, económico, cultural, religioso y tecnológico desplegado en la primera civilización de la historia universal. No te pierdas este interesante artículo, que aborda de forma detallada la historia, características, tipos y ejemplos de estatuas mesopotámicas.
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Las diferentes manifestaciones artísticas de Mesopotamia surgieron a la par del desarrollo integral de las ciudades-imperio que conformaron el territorio de esta civilización y, concretamente, la escultura mesopotámica se llevó a cabo de forma simultánea con la escultura egipcia, por lo que su origen data del IV milenio a.C. aproximadamente. La escultura como arte en Mesopotamia cuenta con diferentes periodos conforme se iba desenvolviendo el poder sucesivo en Acadia, Asiria, Sumeria y Babilonia, por lo que realizaremos este repaso histórico considerando la producción de estatuas de Mesopotamia durante las etapas dinásticas mencionadas previamente.
Los primeros descubrimientos de esculturas sumerias se hallaron en la antigua Ur, específicamente en las ruinas de un templo dedicado a la diosa Nin-Kharsag que fue erigido alrededor del 3100 a.C. En dicho sitio se encontraron pequeñas estatuillas sumerias de fines votivos elaboradas con materiales como metal y madera y recubiertos con plata, oro y/o piedras preciosas. Por otra parte, también se notó en este recinto la presencia de relieves mesopotámicos decorados con lapislázuli, elemento procedente en su gran mayoría de la Baja Mesopotamia y que demuestra la similitud del arte local con el egipcio.
Sin embargo, ambas civilizaciones primigenias tenían creencias distintas, hecho que impactó en gran medida en el arte en general, por lo que mientras en Egipto la escultura funeraria buscaba enaltecer a la persona fallecida y se creaban figuras de su persona y de los dioses que habrían de acompañar al muerto en el inframundo, el arte mesopotámico se inclinó a la representación de figuras fantásticas que mostraban a un ser mitad humano y mitad animal, en ocasiones como guardianes de los templos y en otras como imagen representativa de un rey o una deidad destacada.
De este tiempo también datan las primeras estelas mesopotámicas, que no eran más que losas verticales con relieves que formaban parte de la decoración de un monumento o templo, y que tenían como finalidad narrar gráficamente un acontecimiento relevante como una victoria o conquista. Un buen ejemplo de este tipo de relieves de Mesopotamia fue el descubierto en el antiguo pueblo de Susa, con una estela elaborada en el año 2400 a.C. aproximadamente (es decir, durante la época acadia) y que reseña la superioridad del rey Naram Sin, entonces gobernante de la ciudad-estado de Lagash, acumulando triunfos y territorios arrebatados a sus enemigos.
Babilonia estableció su dominio como ciudad-imperio mesopotámica en el periodo entre los años 1900 y 539 a.C., por lo que el arte babilonio fue el que acaparó la escena creativa durante esa época. Una de las más famosas imágenes de Mesopotamia es el reconocido Código de Hammurabi, la primera gran obra de carácter jurídico de la historia universal, la cual fue reseñada en forma de inscripción acompañada de una estela en la que el mencionado rey es representado en compañía del dios Shamash y portando símbolos de justicia y poder.
Por tanto, se puede observar que el arte escultórico tuvo su primera evolución al dejar de ser meramente votivo para convertirse en un medio de reseña de hechos trascendentales para dicha civilización.
Por otra parte, en este periodo se desarrolló buena parte de la producción de esculturas de bulto redondo, inusuales dentro del arte mesopotámico por la escasez de piedras duras dentro del territorio de dicho imperio, lo que hacía que este material fuera adquirido de lugares remotos, siendo así un elemento de lujo que solo podían comprar los poderosos monarcas de aquel entonces.
Para los tiempos del periodo asirio (1800-612 a.C.) se afianzó la producción de relieves para la decoración de edificios. De este periodo se han descubierto varios bajorrelieves elaborados en losas de piedra, alabastro y mármol, dedicados a representar ilustrar tanto las conquistas militares y políticas del monarca del momento como de las ceremonias religiosas presididas por deidades, con figuras con robustez exagerada (haciendo alusión a la potencia y la fuerza del personaje representado), grandes barbas y rizos escalonados y posando de perfil. En esta etapa también se dio gran parte de la talla de marfil, con énfasis sobre todo en la elaboración de estatuillas y objetos personales.
Como dato curioso, las figuras fantásticas características del arte mesopotámico de esta época son talladas de forma mixta, es decir, con una parte abultada y otra en relieve, y dispuestas en las puertas de importantes recintos como palacios reales, monumentos públicos o templos, recibiendo el nombre de lamasu, que bien recuerda a las esfinges.
Llama la atención el poco desarrollo de pintura de Mesopotamia, hecho que ha llevado a los investigadores a determinar que las pinturas mesopotámicas pudieron haber sido agregadas a las obras escultóricas, ya sea de forma parcial o total sobre los relieves o estelas.
Las esculturas mesopotámicas presentan ciertos rasgos que ayudan a determinar el desenvolvimiento y progreso de este arte a lo largo de la existencia de esta trascendental civilización que, como se ha mencionado anteriormente, evolucionó en el transcurso de los periodos dinásticos vividos en dicha cultura. Entre los aspectos más resaltantes se encuentran:
El tamaño de las esculturas de Mesopotamia está ligado con la relevancia de la persona o figura representada en el acontecer de esta civilización. En muchos relieves de esta cultura se puede ver al personaje principal sobresaliendo o con mayor tamaño que las demás figuras mostradas en escena.
Dentro de la escultura mesopotámica se han encontrado una amplia gama de materias primas para la elaboración de estas obras de arte, entre ellos la arcilla, bronce, madera, marfil, metal, mármol y alabastro. Poco común fue la elaboración de esculturas en piedra, debido al alto costo de este material.
Por otra parte, como complemento a estas piezas, se agregaban piedras preciosas en los ojos y se incorporaban decoraciones en oro y plata.
Al igual que el arte egipcio, los relieves mesopotámicos muestran figuras representadas de perfil, mientras que las estatuas posan de forma frontal. En ambos casos se dejaba un espacio para agregar escritura cuneiforme.
En términos generales, los protagonistas de las esculturas de Mesopotamia se asientan sobre una base, ya sea de pie o sentados, muestran profundidad en sus ojos, las manos grandes y juntas, torso que acentúa los hombros, lo que le da forma triangular a la parte superior de la figura, nariz pronunciada y boca pequeña. La incorporación de la barba dependía del rango de la persona representada y de la época en la que se elaboró la escultura en cuestión.
Hasta la fecha, se han determinado dos grandes tipos de esculturas mesopotámicas, de acuerdo a los descubrimientos arqueológicos realizados desde el siglo XIX hasta la actualidad. Estos son:
El desarrollo de estatuillas, figuras y estatuas de gran magnitud demuestran la habilidad que tuvieron los artistas mesopotámicos al tallar materiales como madera, mármol o la difícil diorita, una de las piedras con mayor dureza.
A esto hay que agregar el manejo de los metales destinados para la producción escultórica y artística en general, coincidiendo con el desarrollo y auge de la metalurgia durante el tercer milenio a.C., llamando la atención la fabricación de dos tipos de bronce: el de estaño en gran parte del territorio mesopotámico, y el arsenioso en el sur de la región. Para la elaboración de figurillas metálicas se recurría a la fundición y moldeado a través de la técnica de cera perdida.
Como dato curioso, en los numerosos hallazgos arqueológicos se han encontrado gran parte de las estatuas decapitadas, producto del vandalismo ejecutado por los enemigos que conquistaron el territorio de Mesopotamia y pretendieron borrar la historia de esta legendaria civilización. Se han descubierto tanto torsos como cabezas de estas esculturas y, por ejemplo, solo tres de las encontradas en Lagash se han logrado restablecer en su forma original.
Fue el tipo de escultura más común en todas las épocas mesopotámicas. Ya sea en forma de bajorrelieves o estelas, estas obras eran destinadas para decorar templos religiosos, palacios, monumentos públicos y otros recintos de interés, teniendo como narrativa la temática mitológica, las hazañas gloriosas de los monarcas, las ceremonias y rituales religiosos, actividades del acontecer político y legislativo y la representación de guardianes y espíritus protectores.
Dentro de este tipo de escultura destaca el mosaico mesopotámico, que no era más que un bajorrelieve policromado con la técnica de cerámica vidriada, producido sobre todo durante el periodo babilónico.
Por ser una civilización antigua, no hay fotos de Mesopotamia en la actualidad. Sin embargo, los descubrimientos arqueológicos realizados en los últimos siglos han permitido que el mundo conozca sobre esta milenaria cultura, a través de las obras artísticas resguardadas en el presente en algunos de los recintos más consagrados del planeta.
Entre las esculturas mesopotámicas más famosas se encuentran:
Se trata de una de una de las estatuillas sumerias más reconocidas del mundo artístico. Data del 2100 a.C., época en la que Gudea tenía el poder en Lagash, una de las ciudades-estado más importantes de Mesopotamia. La escultura está elaborada en diorita, representando al monarca de forma sedente, cara redonda, ligera musculatura en brazos y hombros y con las manos cruzadas al estilo sumerio. Esta pieza se encuentra en el Museo del Louvre en París.
Este relieve es uno de los máximos referentes del periodo escultórico acadio. Data del año 2569 a.C., y con una altura de dos metros, esta estela de piedra arenisca rememora la victoria del rey Naram Sin y sus soldados sobre los lullubitas. El monarca es representado con una tiara de cuernos, como si fuera una figura divina. Hoy se exhibe en el Louvre de París.
También conocida como Dama de Uruk, Máscara de Warka o, coloquialmente, La monalisa sumeria, es una escultura de arenisca que, se dice, originalmente estuvo policromada para distinguir el color de la piel de otros detalles como el cabello y accesorios. Data del año 3300 a.C., siendo una de las primeras piezas escultóricas dedicadas al rostro femenino.
Durante la invasión de Irak, esta escultura fue uno de los tantos tesoros saqueados del Museo Nacional de Irak en 2003, siendo devuelta afortunadamente en septiembre de ese mismo año.
Reconocido como la primera norma jurídica de la historia, el código de Hammurabi fue realizado alrededor del 1753 a.C., es decir, durante el periodo babilónico. Este tesoro legal está tallado en diorita, y en su parte superior está adornado con la representación del rey Hammurabi acompañado de Samash, el dios de la justicia.
La pieza también se encuentra dentro de la colección de arte mesopotámico del Museo del Louvre.
Conocido como Relieve Burney, se trata de un altorrelieve tallado durante el periodo paleobabilónico (1800-1750 a.C.), en tiempos de la regencia de Hammurabi. Representa a una figura femenina desnuda, con alas hacia abajo, rasgo indicativo de que se trata de una diosa, no obstante, aún no se ha logrado determinar quién es la deidad. Los investigadores han manejado tres hipótesis referentes a la protagonista de la pieza: 1) Ishtar, diosa sumeria del amor, la guerra, la fertilidad y el sexo, 2) Lilitu, criatura maligna de origen judío, y 3) Ereshkigal, diosa mesopotámica del inframundo.
Actualmente, el relieve se encuentra preservado en el Museo Británico.
Se trata de un par de esculturas que datan del periodo asirio, donde se representa a unas criaturas fantásticas, cabeza humana, cuerpo de león y alas de águila, figuras que servían como guardianes y custodios de los templos religiosos o palacios reales, en este caso, para la residencia del monarca asirio Ashurnasirpal II.
Se encuentran expuestos en el Museo Británico.
Las estatuas mesopotámicas son una muestra fehaciente de la producción artística de esta civilización primigenia, una de las más importantes de la historia universal, conjuntamente con la egipcia. Aunque en las últimas décadas el territorio que una vez ocupó el mítico imperio ha sido testigo de diversas convulsiones políticas y bélicas que han destruido gran parte del patrimonio histórico local, aún sobreviven muchas esculturas mesopotámicas preservadas en diferentes museos y galerías como legado de esta cultura milenaria al mundo.