Durante el año 2015 la industria eléctrica fue muy agresiva con el ambiente ya que debió quemar más carbón que nunca, con un récord nacional en la utilización del contaminante mineral. Sin embargo, 2016 registra una caída mayor al 30% en la generación de electricidad por esa misma vía, lo cual permitió que la emisión de CO2 del sector eléctrico bajase en 21% respecto del año anterior.
Las razones para este cambio no son del todo buenas. Por una parte, las condiciones del clima han permitido un crecimiento de 25% en la generación hidroeléctrica, una de las menos agresivas con el ambiente; pero también en 2016 el país importó más electricidad que la que exporta.
Es la primera vez que esto ocurre desde el año 2003, y Portugal ha salido ganando, dado que le vendió a España más energía que la que compró.
El año 2016 ha sido un año de regreso a las fuentes limpias para obtener electricidad. De acuerdo con los datos de Red Eléctrica de España, el 39,6% de la energía producida en 2016 se logró acudiendo a fuentes no contaminantes, lo cual implica un incremento del 4% respecto al año 2015, cuando apenas se llegó a 35%.
Lo mejor de los datos es la reducción de la quema de carbón, responsable de casi la mitad de las emisiones de CO2, así como el 40% de dióxido de azufre y el 15% de los óxidos de nitrógeno en el sector energético.
En resumen, es uno de los combustibles más contaminantes y menos eficiente de los que se dispone. La buena noticia es que este año la producción eléctrica por medio de quema de carbón apenas fue el 14% del total, por debajo de la nuclear y la eólica.
El crecimiento de la energía hidroeléctrica ha sido un factor determinante, pero lamentablemente depende de los factores climáticos: si llueve poco, los embalses son incapaces de producir toda la electricidad que se requiere y en ese caso debe recurrirse a otras formas de generación energética.
El Ministerio de Energía ha señalado también que la reducción del precio del petróleo ha permitido que las centrales térmicas utilicen este combustible (coque de petróleo), reduciendo así la dependencia del carbón. De acuerdo con las mediciones más recientes, el sector eléctrico español expulsó 55,8 millones de toneladas de dióxido de carbono, 14 millones menos que en 2015.