Aunque no todos estén consientes de ello, la manera en que una persona hace uso de los recursos y habilidades para transmitir información a otros individuos sirve de base para armar un perfil psicológico de un individuo y una prueba irrefutable de ello es la comunicación pasiva. El estilo de comunicación pasivo es un conjunto de patrones conductuales y sociales que encajan con el perfil de una persona que realmente tiene serios problemas de autoestima y una tendencia frecuente a infravalorar sus habilidades y capacidades.
Comunicación escrita:
Qué es, características, elementos, formas y principales ejemplos de expresión escrita
Si realmente queremos tener una idea aproximada de qué es la comunicación pasiva y cómo el etilo de comunicación pasivo pueden afectar las relaciones sociales del individuo, lo primero que hay que tener en cuenta es cual es la finalidad real del acto de comunicarnos.
Un proceso natural dentro de la comunicación humana es la disertación, es decir, una exposición de planteamientos y opiniones en donde cada uno de los participantes expone abiertamente sus ideas para posteriormente ser analizadas junto con otras formulaciones con la finalidad de crear una solución conjunta para hacerle frente a una situación específica. Sin embargo, para una persona que asume un estilo de comunicación pasivo, este protocolo tiene una connotación negativa.
Para un individuo que recurre a la comunicación pasiva, todo choque de ideas que originalmente son estructuradas de manera diferente es un sinónimo de una confrontación. Esto, automáticamente activa una respuesta intuitiva a la persona a evitar la situación conflictiva, asumiendo un rol extremadamente pasivo dentro del proceso.
Este principio hace de quien asume un estilo de comunicación pasivo intenten solventar la situación conflictiva mostrando una actitud demasiado complaciente. Misma que les conduce a hacerse cargo de tareas o responsabilidades que en la gran mayoría de los casos no tienen un interés real en cumplirlas; percibiéndolas como favores que involucran un gasto de tiempo y energía que pudiesen invertir en otras prioridades.
Otro punto preocupante del estilo de comunicación pasivo, es que esta conducta incita a las personas a apreciarse a sí mismas como un solucionador de problemas, más que como un individuo capaz de aportar ideas y opiniones que pueden ser de utilidad. Es por este motivo que en la mayoría ejemplos de conducta pasiva que existen en libros y páginas especializadas, se señala que las personas que se refugian en la comunicación pasiva tiendan a sentirse frustrados o incomprendidos con mayor frecuencia dentro del grupo.
La comunicación pasiva es solamente uno de los estilos de comunicación que existen, como verás a continuación.
En el estilo de la comunicación pasiva, el individuo tiende a evitar a toda costa expresar sus ideas u opiniones abiertamente dentro del grupo social. Dicha actitud, está motivada principalmente por los sentimientos de miedo, estrés y ansiedad que les ocasiona la posibilidad de entrar en conflicto con el resto de los participantes.
La comunicación agresiva es la antítesis del estilo de comunicación pasivo, puesto que la persona agresiva tiene una necesidad compulsiva por hacer que sus ideas y opiniones sean las que predominen dentro del grupo. Con mucha frecuencia, los individuos que se usan como ejemplos de comunicación agresiva, son personas que poseen una enrome inseguridad alimentada por la idea de sentirse sobrepasados o inferiores al resto de los miembros del grupo.
Actualmente, el estilo de comunicación pasivo-agresiva se ha convertido en una de los tipos de comunicación que se suele practicarse con mayor frecuencia; sobre todo por individuos que no poseen la suficiente madurez emocional para hacerle frente a ciertas situaciones sociales. El patrón pasivo-agresivo se muestra como una combinación entre las tendencias de comunicación pasiva y agresiva; es decir, una persona que huye ante la confrontación directa, pero al mismo tiempo, posee una tendencia a emitir juicios de valor o menos preciar las opiniones ajenas por medio de burlas o comentarios hirientes hacia los individuos que las plantea.
Cuando hablamos de comunicación entre grupos sociales, el estilo de comunicación asertivo es sin lugar a dudas la actitud más recomendable. Ya que, se trata del único dentro de los estilos comunicativos que permite darle el verdadero valor a cada una de las ideas y opiniones que surgen durante el proceso de disertación, incluyendo las propias.
A decir verdad, identificar a una persona que recurre al estilo de comunicación pasivo es un proceso mucho más fácil de lo que muchas personas tienden a pensar. Principalmente, porque sus propias actitudes y patrones conductuales suelen ser mucho más evidente de lo que ellos creen.
El punto de partida cuando se habla de la comunicación pasiva es la propia percepción que el individuo tiene de la discusión como un sinónimo de posible conflicto. Y en los ejemplos de comunicación pasiva más extremos, se puede ver como algunas personas incluso tienden a excusarse o a tomar una postura extremadamente pasiva en dinámicas comunicacionales donde la exposición de ideas es clave para su desarrollo de la dinámica, como es el caso de los debates o los foros abiertos.
Con frecuencia, esta actitud se debe a la propia necesidad de las personas que hacen uso de las técnicas de comunicación pasiva para evitar tener que emitir juicios u opiniones personales con respecto a una situación planteada. Especialmente cuando se trata de las emociones; pues al tratarse de algo tan personal, el individuo tiende a considerarlos como detonadores de situaciones conflictivas.
Lo más preocupante de este hecho, es que la comunicación pasiva hace que la persona se acostumbre a la idea de que la mejor forma de evitar una confrontación con alguien dentro de un grupo social; es aceptando de forma pasiva y asintiendo a todos los planteamientos del resto de los miembros. Y en los casos más extremos, pueden llegar a considerar sus propias ideas como irrelevantes o incluso innecesarias dentro del proceso comunicativo.
Otra cosa a tener en consideración con respecto a las personas que recurren al estilo de comunicación pasivo, es que su propia inseguridad social hace que tengan una tendencia a hacer todo lo posible por “quedar bien” con cada uno de los miembros que forman parte del grupo. Misma que muchas veces, les lleva ignorar sus propias necesidades comunicacionales para sencillamente adquirir una postura de extrema sumisión que les hace creer que están ganando la simpatía del resto de los involucrados.
Dentro de lo que son las características más representativas de un individuo con un estilo de comunicación pasivo encontramos:
Resulta imposible que en algún punto del proceso comunicacional no existan una discrepancia entre los individuos que forman parte de un grupo social, de hecho, esto es una parte fundamental dentro de lo que es la comunicación como una necesidad del ser humano. Sin embargo, para una persona que recurre a la comunicación pasiva, la diversidad de opiniones es percibida como un elemento que puede llegar a amenazar la estabilidad que existe dentro del grupo.
Una de las diferencias más marcadas que existen entre los estilos de comunicación pasivo, agresivo y asertivo es la manera en que la persona asocia las respuestas negativas como parte del proceso comunicativo. En el caso específico del estilo de comunicación pasivo, estos individuos rehusarse a hacer uso de su derecho de decir que “no” a las peticiones por miedo a que dicha respuesta pueda dar origen a una situación de conflicto dentro de la relación.
Mientras que dentro de las posturas comunicacionales más activas, como es el caso del estilo de comunicación asertivo o agresivo, el mirar a los ojos es algo crucial para reforzar su postura ante el resto de los participantes. Las personas con tendencia a la comunicación pasiva, tienden más bien a evitar el contacto visual directo con su receptor, siempre que les sea posible.
Cuando se habla de estilos de comunicación, es importante resaltar el valor que tiene la comunicación no verbal de la persona durante el proceso de transmitir y recepción de la información y cómo esto se refleja en la actitud y percepción que tiene el individuo sobre este acto. En el caso particular del estilo de comunicación pasivo, la propia ansiedad que le genera su deseo de ganar la aceptación de todos los miembros del grupo hace que la persona tienda a adquirir una postura defensiva cuando es interrogado o confronta de forma directa.
Su propia necesidad por ser aceptado a toda costa dentro del grupo social al que pertenecen, hace que la comunicación pasiva sea percibido como uno de los patrones de conducta más recurrentes en personas con baja autoestima o dificultad para aceptarse a sí mismos.
Algo bastante recurrente en la mayoría de los ejemplos de estilos de comunicación pasiva, es que el individuo adquiere el hábito de esconder sus emociones o sentimientos con respecto a las decisiones tomadas por el grupo. Con frecuencia, la persona toma esta actitud al considerarlos algo demasiado subjetivo o personal para darle protagonismo dentro del proceso comunicativo.
Al tratarse de individuos que se niegan a sí mismos la oportunidad de expresar sus pensamientos y emociones con respecto a las situaciones sociales, es frecuente que las personas que adoptan el estilo de comunicación pasivo se muestren más susceptibles a tener arranques de ira. Si bien en muchos ejemplos de pasivo y agresivo en la comunicación las expresiones de emociones de forma violenta es algo frecuente; los detonantes son completamente distintos.
Pese a que las personas que recurren a la comunicación pasiva buscan mantener un perfil bajo que les impida llamar la atención. Lo cierto es que sus patrones de conducta y reacciones durante el proceso comunicativo hacen que muestren reacciones que resulta extremadamente difíciles de ignorar, sobre todo cuando se trata de discusiones en un medioambiente laboral.
Un punto realmente curioso es que una misma situación de interacción social es posible encontrar muchos ejemplos de comunicación, asertiva, pasiva y agresiva. Desde el punto de vista de la psicología, esto se debe a que la interacción social es uno de los estímulos externos en donde el individuo siente que cuenta con mayor libertad de accionar y hacer uso de las herramientas para obtener lo que realmente desea de ella.
Y en el caso del estilo de comunicación pasivo, la prioridad del individuo es ser aceptado por cada uno de los miembros que forman parte del grupo. Una tarea que evidentemente trae consigo un enorme gasto de energía para la persona, tanto física como emociona y psicológicamente.
El problema más grande de la comunicación pasiva, es que aparenta ser un sistema que brinda una solución inmediata ante cualquier posible diferencia de criterios que surja dentro del acto comunicativo. Pero, la cruel realidad es que adoptar una actitud demasiado pasiva hace que el individuo sea mucho más susceptible a condiciones como estrés o ansiedad; producto del estrés que le genera sentirse como el responsable de mantener la armonía dentro del grupo.
Si se trata de identificar algunos de los patrones de conductas más frecuentemente mostrados por personas que recurren a un estilo de comunicación pasivo; existen situaciones particulares en donde su propia necesidad de sentir que cuentan con la aprobación y aceptación del grupo los conduce inevitablemente a adquirir un rol extrema vulnerabilidad dentro del entorno social.
Aunque se trate de hechos tan triviales como acordar una hora de encuentro, toda circunstancia que involucre una discusión representa una situación extremadamente estresante para una persona con un estilo de comunicación pasiva. Tal es el nivel de ansiedad que esto puede provocar en algunos individuos, que algunos individuos tienden a hacer uso de frases como “lo que sea mejor para todos” para así evitar verse obligados a emitir una opinión que pueda ser vista como impopular o errada por otros participantes.
El individuo que asume un estilo de comunicación pasivo no es capaz de percibir la verdadera importancia de aprender a establecer límites dentro de las situaciones. Por lo tanto, son sumamente propensos a tener dificultades para concretar ciertas tareas dentro de su área de trabajo; pues una parte importante de su energía la pierden resolviendo tareas pequeñas delegadas por otros compañeros.
Una de las tácticas de comunicación pasiva más frecuentemente utilizadas por este tipo de individuos, es buscar el argumento expuesto por otra persona que más se acerque a su propia perspectiva de la situación y admitir abiertamente que está de acuerdo con ella. Dar una opinión o un argumento en una situación social involucra asumir la responsabilidad de lo que se ha dicho y las consecuencias que esto trae consigo; esto es un claro detonante de estrés para una persona que desea contar con la aprobación de todo el grupo.
Sin importar que tan frustrados o impotentes puedan llegar a sentirse, las personas que recurren a un estilo de comunicación pasivo harán todo lo posible para evitar expresar abiertamente sus emociones. Ya que para la mayoría, esto no aporta nada productivo al diálogo, ni siquiera en dinámicas sociales que están diseñadas para esto como una charla con la pareja.
Cuando se trata de hacer llegar información a otras personas, ni la actitud demasiado complaciente de los estilos de comunicación pasivo, ni la necesidad de establecer un dominio de los estilos de comunicación más agresivos, se presentan como las alternativas más adecuadas para darnos a entender dentro de una situación social. Tanto la comunicación pasiva como la comunicación agresiva, son muestras claras de lo realmente valioso que son elementos como la inteligencia emocional y la empatía cuando se trata de desenvolvernos en un entorno social.