Las obras de arte robadas son, sin duda, un negocio muy lucrativo. Según las estimaciones, se trata de uno de los negocios ilegales que produce más ganancias, después de la venta de armas, el narcotráfico y la trata de personas.
El valor económico de algunas de estas obras es prácticamente incalculable, ya que con el paso del tiempo se han convertido en obras míticas acompañadas de cierta leyenda, como ocurre en el caso de La Gioconda, por ejemplo.
Precisamente debido a su gran valor son muchos los que sueñan con poseerlas, aunque sea a la fuerza; en más de una ocasión, llegando a robarlas con sus propias manos a la vista de todos.
Algunas obras de arte robadas han sido sustraídas más de una vez, como el retablo La adoración del cordero místico, expuesto en la catedral de San Bavón, robado hasta en trece ocasiones desde su creación.
A continuación, te contamos en detalle la historia de 10 de los robos de obras de arte más impresionantes de todos los tiempos. Los guionistas de Hollywood aún tienen mucho que aprender.
1. La Gioconda (Leonardo da Vinci)
También conocido como Mona Lisa, se trata del retrato de Lisa Gherardini, la esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo, según la hipótesis más aceptada respecto a la identidad de la modelo. Gioconda significa alegre en italiano.
Leonardo da Vinci realizó el retrato a principios del siglo XVI y es una de las pinturas más famosas en la historia del arte. Se considera que el genio renacentista consiguió dominar la técnica del sfumato en este cuadro.
La Gioconda no debe su popularidad solo a su belleza y técnica pictórica, sino también a todos los enigmas que la rodean.
Se ha especulado sobre que la modelo podría tratarse de una vecina de Leonardo, o que estaba embarazada en el momento de ser inmortalizada. Además, muchos aseguran que su perfil puede ser de hombre o de mujer, según el lado desde el que se mira el cuadro.
Su robo en 1911 acrecentó su leyenda. Vincenzo Peruggia, un carpintero italiano que había trabajado anteriormente en el Museo del Louvre, se vistió igual que los empleados de mantenimiento, separó el cuadro del marco y salió con él escondido bajo la ropa.
Mientras estuvo desaparecida la obra, el museo recibió a más visitantes que nunca, todos con el objetivo de ver el hueco vacío que antes ocupaba el cuadro en la pared de la galería.
La pintura se recuperó dos años y 111 días después, cuando Peruggia intentó venderla a la Galleria Uffizi de Florencia. El detenido alegó que un comerciante argentino, Eduardo Valfierno, le había convencido de que sustrajera el cuadro para llevar a cabo una estafa, aunque esta teoría no se probó.
La Gioconda es una de las obras más enigmáticas y que más teorías ha suscitado a lo largo de la historia:
2. El grito (Edvard Munch)
Existen cuatro versiones de este cuadro y todas llevan el mismo título: El grito. La versión más famosa es la que está expuesta en la Galería Nacional de Noruega (pintada en el año 1893), mientras que otras dos se encuentran en el Museo de Edvard Munch. La cuarta forma parte de una colección particular.
Munch representó un mensaje universal: la profunda angustia y la desesperación existencial del hombre moderno, por eso la obra trasciende nacionalidades y sexos y se considera una de las más relevantes en la historia del arte.
La pintura expuesta en la Galería Nacional fue sustraída en 1994 por una banda liderada por Pål Enger, el ladrón de arte más conocido del país, empleando solo 50 segundos. Incluso dejaron una nota: «Gracias por la falta de seguridad». Con la colaboración de la policía noruega y Scotland Yard fue posible recuperarla tres meses después.
Por otra parte, una de las versiones expuestas en el Museo de Edvard Munch fue robada en el año 2004 por tres enmascarados armados. Además, también se llevaron otra obra del autor: La Madonna.
La policía noruega logró recuperar ambos cuadros dos años después. Lamentablemente, se detectaron daños irreparables en la parte baja de El grito debido a la humedad.
3. El concierto (Johannes Vermeer)
Johannes Vermeer es, junto con Rembrandt, la gran figura del barroco holandés. En sus obras, solía representar escenas de la vida cotidiana, con solo una o dos personas en una estancia. Por otra parte, su hábil uso de la iluminación incrementaba el realismo y realzaba la sensación de intimidad.
El 8 de marzo de 1990 fue robado El concierto del Museo Isabella Steward Gardner (Boston), junto con otras 12 pinturas, incluyendo valiosas obras de Manet, Degas y de Rembrandt. De este último sustrajeron Tormenta en el mar de Galilea (1633), la única escena marítima que pintó el artista.
Dos hombres entraron en el recinto vestidos de policía e inmovilizaron a los dos guardias atándolos en sendas sillas. Lamentablemente, los cuadros siguen en paradero desconocido.
El concierto (1664) se considera una de las obras de arte robadas más valiosas en todo el mundo.
El FBI sigue investigando el caso. En la actualidad, tanto las autoridades como el museo ofrecen recompensas por cualquier información que sirva de ayuda para recuperar las pinturas. El total de las recompensas asciende a cinco millones de dólares.
4. Adolescencia (Salvador Dalí)
El artista español, conocido mundialmente por ser el padre del surrealismo y el autor de obras magistrales como La persistencia del tiempo o la polémica La Falla, pintó Adolescencia en el año 1941 utilizando la técnica del guache.
En ella, Dalí se representó a sí mismo como un niño acompañado de Lucía, quien fue su cuidadora y la de su hermana. Es probable que la figura que observa desde el horizonte sea Gala.
En 2009, un grupo de encapuchados robó a mano armada esta obra en pleno día, junto con La música (1929) de Tamara de Lempicka, del Museo Scheringa del Realismo (al norte de Ámsterdam).
Encañonaron tanto a los empleados como a los visitantes, e hicieron que todos se tumbaran en el suelo. Descolgaron rápidamente las dos pinturas y huyeron en un Volkswagen Golf negro.
Afortunadamente, en julio del 2016 se recuperaron ambos cuadros. Las valiosas obras llegaron hasta una banda criminal, cuyos integrantes decidieron ponerse en contacto con el detective Arthur Brand a través de un intermediario. Las pinturas fueron devueltas en perfecto estado.
5. Retrato del duque de Wellington (Francisco de Goya)
Goya se encargó de pintar tres retratos del general británico Arthur Wellesley, el duque de Wellington, entre los años 1812 y 1814. En 1961 se subastó el realizado en 1812, luciendo uniforme rojo, y la pintura se expuso el 2 de agosto en The National Gallery (Londres).
La historia de esta obra de arte robada es una de los más extrañas e increíbles que se conocen. Kempton Bunton, un taxista jubilado, entró por la ventana de uno de los baños del famoso museo y consiguió llevarse el cuadro. A los pocos días, la policía recibió una nota del ladrón pidiendo que disminuyeran las tasas de televisión para los jubilados.
Cuatro años después, Bunton se entregó a las autoridades y devolvió la pintura. La robó con la intención de conseguir que los jubilados tuvieran televisión gratuita. Fue juzgado y sentenciado a tres meses de prisión.
Este hecho tuvo tanta repercusión que el cine aprovechó el tirón haciendo culpable del robo (en la ficción) al mismísimo Dr. No en la película Agente 007 contra el Dr. No. El propio James Bond lo descubre expuesto en su guarida, expresando “así que ahí está…”.
6. Salero de Francisco I de Francia (Benvenuto Cellini)
Esta obra de arte, considerada por muchos expertos la Mona Lisa de la escultura, fue realizada con oro, marfil y esmalte por el orfebre, escultor y escritor Benvenuto Cellini, a mediados del siglo XVI.
Corresponde al estilo manierista y representa una alegoría de la tierra y el mar, con las figuras de la diosa Ceres (la tierra) y del dios Neptuno (el mar), de cuya unión surgiría la sal que llenaría el accesorio de mesa. Está valorado en 65 millones de dólares.
En mayo del año 2003 la pieza fue sustraída del Museo de Historia del Arte de Viena (Kunst Historisches Museum), donde en aquel momento se estaban realizando reformas y varios andamios rodeaban el edificio. El museo anunció que se ofrecería una recompensa de 70.000 euros por su recuperación.
El ladrón, Robert Mang, se entregó él mismo a la policía después de que se publicaran fotos suyas como sospechoso del hurto. Había enterrado el salero en un bosque a unos 90 kilómetros al norte de Viena, en el interior de una caja de plomo.
7. Los girasoles (Vincent van Gogh)
El artista holandés Vincent van Gogh pintó una serie de 7 cuadros con girasoles durante los años 1888 y 1889, cuando vivía en Arlés, al sur de Francia. Su enigmático color se debe al uso del cromato de plomo, ya que, con la exposición a la luz solar, el amarillo brillante original se convirtió en una tonalidad parda-verdosa.
El amarillo era el color preferido del artista y, para él, simbolizaba su mundo interior, el calor, la luz y, en definitiva, la vida. Incluso pintó de este color su propia casa en Arlés.
El 14 de abril de 1991, dos ladrones armados consiguieron robar 20 obras del famoso pintor impresionista del Museo Van Gogh de Ámsterdam, entre las que se encontraban Los girasoles (1889) y La habitación de Vincent en Arlés (1888).
Para conseguirlo, uno de los asaltantes pasó la noche escondido en el museo y, por la mañana, obligó a los guardias de seguridad a desconectar las alarmas y luego los encerró. Sin embargo, uno de ellos consiguió huir a través del doble techo de la habitación y avisó a la policía.
Encontraron todos los cuadros a 3 kilómetros del museo, en el interior de un vehículo. Al parecer, los ladrones tuvieron que abandonar el automóvil porque el segundo coche que debía pasar a recoger las obras se averió y no pudo llegar al encuentro.
8. Pobreza (Pablo Picasso)
Pobreza (1903) es una de las obras que Pablo Picasso realizó en la llamada etapa azul, entre los años 1901 y 1904. Durante este período, el artista utilizó tonalidades frías, con predominio del color azul, y con personajes de figuras alargadas. Principalmente, los protagonistas de esta etapa son vagabundos, prostitutas y borrachos.
Esta pintura fue robada en el año 2003 de la Whitworth Art Gallery (Manchester), uno de los museos más antiguos del Reino Unido, junto con otras dos obras: Paisaje tahitiano (1899), de Paul Gauguin, y Las fortificaciones de París con casas (1878), de Van Gogh.
Los ladrones entraron un sábado por la noche sin ser captados por las cámaras y sin activar alarma alguna. No se echaron de menos las tres obras sustraídas hasta el domingo por la mañana.
Sin embargo, una llamada anónima condujo al día siguiente a la policía hasta un baño público muy cercano al museo. Allí encontraron las tres obras enrolladas dentro de un tubo y una nota en la que se explicaba que el robo se había perpetrado para llamar la atención sobre la escasa seguridad del museo.
9. Conversación (Pierre-Auguste Renoir)
Renoir fue un pintor francés impresionista que dedicó gran parte de su carrera a inmortalizar cuerpos femeninos y paisajes. Su interpretación del impresionismo era más sensual e inclinada hacia la belleza y lo ornamental. En sus obras mostraba la alegría de vivir, con personajes divirtiéndose en entornos naturales agradables.
En el año 2000 se produjo el espectacular robo de Conversación (1879), cuando el Museo Nacional de Estocolmo (Suecia) iba a cerrar sus puertas al final de la jornada. Tres hombres enmascarados entraron a punta de pistola y se llevaron el cuadro junto con otras dos pinturas: Autorretrato, de Rembrandt, y Joven parisina, también de Renoir.
Los tres cuadros se encontraban en diferentes salas, lo que indica que las habían seleccionado previamente. En unos pocos minutos, los ladrones consiguieron su botín y huyeron del museo empleando un bote a motor.
Un año después, la policía de antinarcóticos sueca recuperó Conversación durante una redada por drogas. «No buscábamos el cuadro, pero fue toda una suerte», declaró el portavoz de la policía. Las otras dos pinturas también fueron recuperadas más tarde.
10. Estatua del rey sumerio Entemena de Lagash
A raíz del conflicto de Estados Unidos con Irak en el año 2003, el Museo Nacional de Irak fue saqueado durante los días posteriores a la caída de Bagdad, y numerosas estatuas y antigüedades muy valiosas cayeron en manos ajenas.
La estatua del rey sumerio Entemena de Lagash, esculpida en diorita, se encontró originalmente en unas excavaciones en la ciudad de Ur, y era uno de los tesoros más importantes del museo. La figura no tenía cabeza. Según los expertos, podrían haberla cortado en tiempos antiguos como símbolo de la emancipación de la ciudad de Ur de Lagash.
Tras el robo, la estatua, de aproximadamente 4.400 años, se puso a la venta en el mercado internacional de antigüedades y de esta forma llegó a Estados Unidos que, en 2006, la devolvió al gobierno iraquí.
Al parecer, debido a su peso, la hicieron rodar sobre el suelo cuando la robaron y eso provocó algunos daños, pero será restaurada y volverá a ocupar su lugar de honor en la Sala Sumeria del segundo piso del museo, que volvió a abrir sus puertas en el año 2009.
Muchas de las antigüedades perdidas durante el saqueo han sido recuperadas.
Los ejemplares expuestos en la mayoría de museos del mundo tienen un gran valor histórico y artístico, y muchas persones e instituciones dedican una parte importante de sus recursos a conservarlas para que todos puedan disfrutar admirándolas.
Esta admiración hace que los objetos serán cada vez más valiosos, pero no hay nada que multiplique tanto su valor como convertirlos en obras de arte robadas.
Felicitaciones a la autora de este artículo tan interesante.