En América Latina, han existido empresas y compañías que, luego de pasar por una exitosa racha a nivel económico y comercial, se han visto obligadas de declararse en bancarrota o reducir considerablemente su nómina de trabajadores para subsistir a las crisis. Ya sea por mal manejo de capital o dificultades en el ámbito político y económico del país donde se encuentran, muchas no lograron resurgir y, desafortunadamente, han desaparecido de la palestra comercial.
Tecnología en las empresas:
Cómo mejorar la productividad, los beneficios y la competitividad con innovación digital
Al contrario, casos interesantes relacionados con la recuperación y autogestión obrera se han llevado a cabo. Un ejemplo de ellos es la FaSinPat (acrónimo de Fábrica Sin Patrones), empresa argentina gestionada por sus propios obreros desde 2002, luego de que su antecesora, la fábrica Cerámicas Zanón, decretara un lockout o paro patronal ante una supuesta crisis suscitada dentro de la compañía, generándose así su cierre y el posterior despido de 380 empleados de la planta.
No conformes con la medida, los obreros tomaron cartas en el asunto, haciéndose del control de la empresa para reactivar la producción y ser un ejemplo de autonomía.
Los inicios de Cerámicas Zanón
Fue fundada en 1979 por el empresario italiano Luiggi Zanón ante el auge de la promoción industrial, aperturando la planta después de haber recibido créditos por parte del Estado e instituciones privadas. Enclavó la empresa en las cercanías de Neuquén, capital de la provincia homónima del norte de la Patagonia argentina, a más de 1100 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Su ubicación estratégica fue tomada en cuenta por su cercanía a los puertos del vecino Chile, ruta adecuada para las venideras exportaciones.
De inmediato, la fábrica destacó por la elaboración de productos de la más alta calidad, como cerámica de gran estilo y durabilidad y la línea de producción de porcelanato. A pesar de que el mercado se tornó competitivo por la existencia de otras plantas productoras de este rubro, lo cierto es que, en poco tiempo, Cerámicas Zanón pasó a ser una de las más exitosas empresas de la región.
Con más de 500 empleados y la exportación de más de 10 millones de dólares en productos durante 1998, se convirtió en la fábrica con mayor productividad y tecnología de punta en Latinoamérica para ese entonces, contando con modernas y extensas instalaciones.
Sin embargo, y después de tanto tiempo en funcionamiento, la misma no tenía organización de base regida por el personal obrero para la lucha por sus reivindicaciones laborales, y más luego de la latente amenaza de reducción de personal y disminución de salarios, algo que claramente contrastaba con el éxito de la fábrica en cuanto a producción y exportación se refiere. Esto motivó la creación de una comisión interna que tomara las riendas de esa instancia luego de las elecciones de delegados.
La exitosa realización de los comicios significó que la plantilla obrera de Zanón proporcionase la mayoría del padrón del Sindicato de Obreros y Ceramistas de Neuquén (que agrupaba a otras tres fábricas), organización que, luego, hizo frente al patronato de las productoras de cerámica que adoptaron posturas similares a la propuesta por Zanón relacionadas con despidos de trabajadores. Otro punto a destacar es que, históricamente, la provincia patagónica fue uno de los centros más fuertes para la lucha obrera de la Argentina.
Fábrica sin patrones, el control obrero se hizo sentir
Entre 1998 y 2001, una profunda inestabilidad económica que derivó en una crisis en este ámbito en el país. Esto de alguna manera golpeó a la fábrica Zanón, cuyo patronato introdujo recursos preventivos ante el Ministerio de Trabajo alegando disminuciones en las ventas de sus productos y, por consiguiente, problemas para pagar sueldos, servicios y proveedores. Los afectados directos fueron los empleados de la ceramista, quienes cobraban sus salarios en cuotas o con atrasos, hecho que agudizó el conflicto entre obreros y patrones.
Las constantes amenazas de un próximo cierre de la fábrica obligaron a que sus obreros se movilizaran en un intento por preservar sus puestos de trabajo.
Ante las distintas medidas del dueño, entre impedir el ingreso de los trabajadores a la planta y el corte de servicios a fin de detener la producción, los empleados se opusieron a estas decisiones, señalando que podían producir y vender cerámicas hasta generar ingresos que servirían para el pago de sus salarios.
No obstante, a fines de octubre de 2001, los 380 obreros recibieron su notificación de despido ante la clausura de la fábrica que tuvo efecto al mes siguiente. Esta acción generó inmediatamente una ola de manifestaciones por parte de los perjudicados por la injusta medida y sus familias quienes, indignados, acampaban a las afueras de la fábrica en señal de protesta. Aunque contaban con el apoyo de la comunidad, fueron duramente reprimidos por las autoridades locales en múltiples oportunidades.
No fue sino hasta marzo de 2002 que los trabajadores, posterior a una asamblea, decidieron reingresar a la empresa y reactivar la producción bajo su propia responsabilidad, generando un hecho sin precedentes no solo en Argentina, sino en toda Latinoamérica.
Bajo la premisa de «ocupar, resistir y producir», los obreros, ahora organizados en cooperativa, llevaron a cabo la recuperación de la planta, ahora bajo el nombre de FaSinPat, modelo que fue replicado en otras empresas que corrieron con la misma suerte que la antigua Zanón, sobre todo luego de la agudización de la crisis en la economía argentina del año anterior.
Muchos fueron los operativos de organismos policiales a fin de desalojar de las instalaciones a los obreros, pero la fuerza trabajadora, en conjunto con la comunidad neuquina, impidieron la medida. En los siguientes años, la operatividad de la ceramista sin patrones fue todo un éxito, aumentando su producción y nómina de empleados.
Esta experiencia de lucha obrera y autogestión fue presentada en 2004 a través de una película documental llamada FaSinPat: fábrica sin patrón, dirigida por el director italiano Daniele Incalcaterra, obteniendo múltiples reconocimientos y premios por presentar este ejemplo de autonomía trabajadora.