El presidente filipino Rodrigo Duterte planteó recientemente que está dispuesto a lanzar a los altos gerentes de su gobierno desde un helicóptero en marcha, incluyendo ministros y gobernadores, si se les acusa de corrupción.
La medida no es sorprendente si se toma en cuenta que recientemente había afirmado que había matado personalmente a presuntos delincuentes: «Tenía que mostrar a los agentes que si yo podía hacerlo, ¿por qué no ellos?», indicó.
El polémico personaje es abogado de profesión y fue primero vicealcalde, y luego alcalde de la ciudad de Dávao, al sur del archipiélago, durante 22 años, en los cuales adquirió el sobrenombre de “El Castigador”.
En ese largo período enfrentó fuertes mafias del narcotráfico a las que logró doblegar por medio de un alto precio: de acuerdo con cifras que ofrece el mismo gobierno filipino, durante su gestión en esa ciudad fueron ejecutadas más de 5 mil personas presuntamente vinculadas con el narcotráfico.
Es importante señalar que en Filipinas no sólo el tráfico de drogas, sino también su consumo, y el presidente indicó que mataría a 3 millones de drogadictos. No ha ejecutado a los adictos pero desde que inició su mandato, en junio de 2016, ha enviado a rehabilitación a más de 700 mil de ellos.
Con sus métodos brutales, Duterte ha logrado hacer de Filipinas un país mucho más seguro, lo cual le ha granjeado una altísima aceptación en la ciudadanía. Contrariamente a lo que podría pensarse desde la perspectiva de los Derechos Humanos, la población aplaude este tipo de acciones y el mandatario cuenta con 76% de apoyo popular, de acuerdo con las encuestas.
El Jefe de Estado también afirmó que ya antes ha lanzado gente desde un helicóptero, dado que lo hizo con un secuestrador que mató y violó a una mujer incluso tras haber cobrado el rescate. «Ya lo hice una vez, ¿por qué no podría hacerlo de nuevo?” preguntó.