Mientras en París ya tenían grandes almacenes como Bon Marché o le Louvre, inaugurados antes de 1900, en España se seguía vendiendo todavía como en el siglo XVIII.
La sociedad española de bajo poder adquisitivo, con economía de autoconsumo, no presionaba para modernizar el comercio.
Las tiendas eran lugares poco agradables donde solo se acudía por necesidad. Los precios se cerraban mediante el regateo y la mercancía se guardaba fuera de la vista de los clientes, ya que se creía que un artículo expuesto al público se deterioraba.
Algo muy distinto ocurría en otros países europeos, donde incluso las pequeñas tiendas utilizaban el estilo de los grandes almacenes.
Los almacenes pioneros de España se abrieron en las ciudades de Barcelona y Madrid.
En 1881 se inauguró en la ciudad de Barcelona uno de los primeros grandes almacenes de España, de nombre El Siglo.
Eduardo Conde, Pablo del Puerto y Ricardo Gómez, empresarios del ramo textil, se dedicaron al comercio minorista y, en el año 1871, crearon una empresa de nombre Conde Puerto y compañía.
Unos dos años después inauguraron un taller de camisas llamado El Siglo. La tienda y el taller se quedaron pequeños gracias al éxito de ventas, y se trasladaron a un lugar mayor y más céntrico, primero en la Rambla de Santa Mónica, y después compraron el edificio casa Taltabull, en la Rambla de los Estudios número 5, donde proyectaron su negocio más ambicioso los Grandes Almacenes El Siglo.
Estos almacenes fueron presentados con una imagen de poderío estilo y lujo. Tenían de todo: diferentes salones, rótulos luminosos independientes y una zona para estacionar carruajes.
Contaban con una revista catálogo y fueron los pioneros en regalar globos con el logotipo de la empresa a los hijos de los clientes. También los primeros en el reparto a domicilio, contando con una flota de 25 camiones.
En 1921, tenían una plantilla de unos 1000 trabajadores de cara al público y unos 600 externos dedicados a la confección de prendas para el Siglo. Los empleados tenían un buen sueldo, contaban con un médico y disfrutaban de vacaciones remuneradas.
Las dependientas todas eran jóvenes, bonitas, serviciales, vestían uniforme, y se las conocía por un sobrenombre: las sigleras.
En las Navidades de 1932, un incendio destruyó todo el edificio. En 1934 inauguraron en la calle Pelayo otros almacenes, que ya no recuperaron su antiguo esplendor. Este nuevo local estuvo abierto hasta mitad de los años 60.
Por otro lado también destacaban los Almacenes Jorba, inaugurados en 1926 en la conocida calle Portal del Ángel. Estos fastuosos almacenes fueron comprados en 1963 por Galerías Preciados.
En Madrid estaban ubicados en la zona centro, y destacan:
Pero fue el almacén Madrid-París, vinculado a una sociedad anónima francesa, el que se puede considerar como el gran almacén de Madrid.
Se pretendía construir un gran y vistoso almacén parecido a los de Francia, al estilo de la Galerías Lafayette.
El almacén Madrid-París se inauguró el 3 de enero de 1924, en el edificio que ocupa hoy en día la franquicia Primark en la Gran Vía. La inauguración tuvo la presencia de Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia de Battemberg.
Tenía una lujosa decoración en madera, mármoles y azulejos; una galería cubierta sobre los escaparates de la fachada principal; un gran hall; una escalinata de doble cuerpo y una cúpula de 30 metros de diámetro. Además, tenía 3 montacargas, 6 ascensores y contaba con unos 400 empleados.
En estos almacenes se vendían perfumes, joyas, escopetas y sombreros, entre otros productos.
Fue el primer gran almacén con variedad de productos y servicios, y abastecía a los clientes de Madrid ciudad y de toda la provincia.
Durante la república, en Madrid se abrieron dos comercios, que fueron el germen de los dos grandes almacenes del país: Sederías Carretas y sastrería el Corte Inglés.
Los dos empresarios habían emigrado a Cuba y trabajado en unos grandes almacenes de la Habana, e incorporaron la técnica de ventas americana una vez en España.
Años después, cada uno abrió sus grandes almacenes: el propietario de las Sederías abrió Galerías Preciados y el dueño de la sastrería, El Corte Inglés.
A los empleados se les exigió gran pulcritud y buen trato con los clientes:
Tenían que ir perfectamente vestidos, mostrar una buena presencia, estar bien aseados, con las manos muy limpias y bien afeitados. Tenían la prohibición de hablar con voz alta y de tutear a los clientes.
Con el tiempo, el apoderado de las Sederías Carretas adquirió la sastrería El Corte Ingles y, el 25 de enero de 1935, traspasó el negocio y existencias manteniendo el mismo nombre.
“D. José Fernández, gerente y apoderado de Sederías Carretas, paga a Julián Gordo Centenera 250.000 pesetas, mediante un cheque contra el Banco Hispano Americano, como pago a cuenta del traspaso y existencias del establecimiento de su propiedad El Corte Inglés (Preciados 28) corriendo desde hoy los ingresos y gastos de dicho establecimiento a cuenta del señor Rodríguez.”
Dos años después de este hecho, el Corte Inglés se convirtió en una de las primeras empresas privadas del país.
La sastrería estuvo abierta durante la guerra, siendo muchos de sus clientes el propio ejército.
En época republicana, se abrió el primer almacén popular de España Sepu, con muchos artículos a un mismo precio, una técnica de venta nacida en EE. UU. Su eslogan “Quien calcula compra en Sepu” fue muy popular.
En 1995 el Corte Inglés termino absorbiendo Galerías Preciados.