Si alguna vez has visto por la tele algunas series de guerra medieval, o simplemente, has sido partícipe en juegos de guerra con arcos y flechas, podrás haber notado las particularidades presentes en los campos de batallas medievales, donde las tropas con brillante armadura hacían todo lo posible por tomar el control de una plaza determinada. Y es que, para lograr dicho objetivo, a medida que iban avanzando las guerras medievales, se desarrollaron diferentes técnicas, estrategias y armas de guerra que, actualmente, siguen siendo referente dentro del estudio de las ciencias y artes militares, por ser precedentes de las mismas.
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Conociendo más sobre las guerras medievales
En un contexto donde los imperios se disputaban el dominio territorial a toda costa, era necesario apoyarse en los ejércitos con oficiales y soldados medievales especialmente entrenados para desgastar, hostigar y asediar al bando enemigo. A continuación, explicamos en qué consistieron las guerras medievales, qué factores generaron estos conflictos, en qué época se originaron y las batallas medievales más destacadas.
¿Qué fueron las batallas medievales?
Fueron el tipo de guerra generado a fin de lograr la toma del control de una plaza determinada, llevada a cabo principalmente por pequeños bandos respaldados por un poder superior o hegemónico, que hacía todo lo posible por hacerse de puntos estratégicos evitando grandes combates que movilizaran un gran número de tropas. Con esta finalidad, las guerras en el feudalismo contaron con diversas características que ayudaron a determinar el arte de la guerra de ese contexto, como bien describiremos más adelante.
En ellas se evitaba el enfrentamiento decisivo o campal para no perder gran cantidad de efectivos, aunque sí hubo muchos muertos en las guerras medievales, sobre todo con pérdidas humanas dejadas en los pueblos donde ocurrían las confrontaciones.
Período histórico en el que se dieron las guerras medievales
Como ya se ha hecho hincapié, este tipo de guerra fue desarrollado entre el siglo V, con el derrumbe del Imperio romano occidental, y el XV, en plena caída del Imperio bizantino y la invención de la imprenta, en un período denominado por la historiografía como Edad Media o Medioevo.
Causas de las guerras en la Edad Media
Los factores que generaron la confrontación de bandos durante la Edad Media bien pudieron estar vinculados directamente con las mismas causas del desarrollo del feudalismo en dicho contexto, por lo que se deben considerar los siguientes aspectos:
Inestabilidad política
Luego de la caída del Imperio romano, predominó un estado de incertidumbre y desorganización que generó invasiones por doquier entre regiones débilmente protegidas por señores feudales que ejercían el poder de forma descentralizada.
Factores religiosos
En una época donde el Oriente próximo se encontraba dominado desde hace siglos por el Islam, se generaron diversos enfrentamientos propiciados por la Iglesia Católica con el fin de reconquistar la cristiandad en la denominada Tierra Santa, al igual que en otros territorios estratégicos donde reinos cristianos e islámicos fueron representados por guerreros de la Edad Media para defensa o conquista.
Consolidación económica
Ya que la economía durante la Edad Media estaba basada en la subsistencia, era fundamental poseer una considerable cantidad de tierras para la consolidación del poder en aquella época, hecho que propició diversas contiendas a fin de tomar posesión de territorios y aumentar un feudo específico.
Algunas de las guerras medievales más importantes
A continuación, se hace mención de algunas de las batallas medievales que han sido ejemplo del tipo de guerra implementado en dicho período histórico y promovido por las causas ya descritas.
Reconquista de la península ibérica
Entre las batallas medievales en España (llamada Hispania durante el Medioevo) destacó el período de reconquista propiciado por los reinos cristianos del momento, con el fin de hacerse del territorio tomado desde el siglo XVIII por causa de la invasión musulmana, la cual estableció diferentes califatos, sultanatos y reinos, como fue el caso de Al-Ándalus, región donde se asentados estos distintos estados musulmanes.
La toma de Granada en 1492 por parte de los Reyes Católicos, significó el fin del reino nazarí y la restitución de cristianismo en esta localidad.
Guerra de los Cien Años
Una confrontación compleja y extensa, generada por 116 años, enfrentó a las potencias de aquel entonces, Francia e Inglaterra, en una lucha que se llevó a cabo entre 1337 y 1453, dividida en cuatro fases e interrumpida por diversos factores, como treguas, cambios dinásticos y eventuales tratados de paz.
Francia se encontraba regida por la dinastía de los Capetos e Inglaterra por la casa Plantagenet, y ambas monarquías querían ejercer el control territorial de todas las maneras posibles, estableciendo ducados y condados en la frontera cercana al Sacro Imperio Romano Germánico.
Un buen ejemplo de los territorios en disputa fue el condado de Flandes, el cual para ese contexto dependía de Francia en su política y, a su vez, Inglaterra imponía sus actividades económicas, por lo que fueron constantes las amenazas entre monarquías por cortar los suministros en dicha localidad.
Este prolongado conflicto definió los destinos de ambas naciones, sobre todo el nacionalismo por parte de Francia y los principios de institucionalidad de manos de Inglaterra.
Las Cruzadas
Como parte de las guerras religiosas que se generaron durante la Edad Media, las cruzadas fueron campañas militares que concentraron a los mejores soldados del mundo de dicha época para disputarse el poder en Tierra Santa, para entonces controlada por los musulmanes. Así, entre 1096 y 1291, se dieron un total de nueve cruzadas auspiciadas por la Iglesia católica, institución que buscaba expandir su dominio religioso y cultural en el Oriente próximo.
En dicha época, los participantes del conflicto se hacían de importantes rangos militares medievales, tomaban votos religiosos y sus pecados eran perdonados.
Principales estrategias militares y técnicas de guerra en la Edad Media
Con el derrumbe del Imperio romano, las tradicionales tácticas y estrategias militares fueron desplazadas por completo, a causa del ingenio que se originó durante la Edad Media, lo cual afianzó nuevas formas de lucha y un gran impacto en el arte de la guerra. Entre las técnicas de ese período, podemos mencionar:
Implementación de la caballería acorazada
El uso de la caballería como arma pesada fue uno de los principales exponentes de sofisticación bélica en la media guerra, lo cual trajo consigo una importante técnica que fue implementada por los diferentes cuerpos combatientes a fin de generar un enorme daño a la infantería enemiga.
Este elemento fue adaptado por los contendores del momento conforme a diversos factores que intervenían en el combate, como el caso de la protección con armadura de los caballos impulsada por Bizancio, o una caballería más ligera, despojada de peso, lo que iba a significar mayor agilidad y rapidez en jinete y animal, algo muy característico en los árabes.
Fuego griego
Como las batallas medievales consistieron, más que todo, en asedios, sitios y hostigamiento de parte y parte, lo ideal era desarrollar estrategias que garantizaran la supervivencia de los beligerantes para así obtener el éxito esperado. El Imperio bizantino fue el único que logró mantenerse durante toda la Edad Media pero, para ello, sus gobernantes y tropas tuvieron que soportar los contantes intentos de invasión sufridos a lo largo de su existencia, por lo que erigieron sendas fortificaciones y entrenaban eficazmente a sus soldados.
Pero una de sus tácticas más famosas fue la que ayudó a mantener a raya a sus enemigos, capaz de incendiar vorazmente a una flota completa. Esto fue el fuego griego, estrategia inspirada en el arte y las armas de guerra antiguas, que consistía en el lanzamiento de una sustancia inflamable y pastosa como proyectiles para atacar a las fuerzas enemigas, siendo casi imposible de sofocar debido a la misteriosa composición química de este elemento.
Este fue uno de los más efectivos antecedentes de la artillería militar del momento.
Protección por medio de armaduras de hierro
A la par de los progresos de la industria metalúrgica de dicho período, se fundieron lotes de piezas que fueron utilizadas por los soldados medievales tanto como armas como para protección en el terreno de batalla. Por tanto, apareció la muy característica armadura, la cual, a su vez, era símbolo de distinción de aquellos cuerpos que la portaban. Una guerrera medieval podía estar compuesta de malla y cubierta con metal, llegando a ser tan pesada que, si no se tenía buen dominio de dicha vestimenta, se convertía en una desventaja.
Incorporación de mercenarios
Durante toda la Edad Media, muchos señores feudales y monarquías del momento, recurrieron a cuerpos profesionales extranjeros que eran entrenados para ser expertos en un regimiento específico, y contratados por cierto tiempo para encabezar destacamentos determinados. En casi todas las batallas medievales estuvieron presentes los mercenarios, considerados en esa época como soldados respetables.
Características de las estrategias militares en las batallas medievales
Muchos son los rasgos que caracterizan al tipo de guerra implementado en el Medioevo. De esas características vale la pena destacar:
Caballo como elemento de combate
Como ya mencionamos, la caballería fue vital para todos los cuerpos medievales, ya que garantizaba cierta ventaja sobre los cuerpos de infantería enemigos. La monta a caballo aseguraba un rápido y cómodo desplazamiento al jinete en el campo de batalla, permitiendo que usara toda su fuerza para su arremetida contra las tropas contrarias.
Armaduras financiadas por los más ricos
Por supuesto, no todos tenían acceso a este tipo de indumentaria, debido al alto costo que generaba su producción, por lo que solo las hegemonías más estables económicamente, podían darse el lujo de incorporar este elemento en sus tropas.
La creencia religiosa como principio en el terreno de batalla
Guerra y religión fue un vínculo prácticamente inquebrantable en el Medioevo, gracias al rol que tuvo la Iglesia católica al garantizar la redención de los soldados que participaban en las diversas contiendas. De hecho, se consideraba un pecado que aquellos hombres aptos para la batalla no se involucraran en la misma, por lo que fue una manera eficaz de reclutar vasallos para el aumento gradual de tropas.
Control total de los castillos
Luego de un asedio o sitio determinado, el hecho de tomar la fortaleza o castillo enemigo era símbolo de triunfo, ya que en dicha estructura iban a converger los diferentes elementos que representaban el poder de aquel entonces, siendo el núcleo del líder que ocupara esta edificación, siendo su centro de operaciones para las posteriores estrategias y planes.
Regimientos que conformaban al ejército medieval
Diferentes cuerpos tomaron protagonismo en las numerosas batallas medievales, siendo los grupos más significativos los siguientes:
Infantería
No en vano, muchos países aún la consideran la reina de las batallas. Y es que la infantería era la principal fuerza utilizada en los ejércitos medievales, siendo sus tropas frecuentemente entrenadas para cumplir efectivamente el combate cuerpo a cuerpo que, conjuntamente con el uso de armas de proyectil, fácilmente podían derrumbar hasta el cuerpo de caballería más destacado.
Caballería
La incorporación de cuerpos de caballería garantizaba el rompimiento de las líneas enemigas a través de cargas efectivas o escaramuzas más ligeras, ya que el jinete iba a tener un mayor y más rápido desplazamiento en el terreno hasta llegar a las formaciones de la infantería contraria, siendo, en muchas ocasiones, determinante para hacerse con la victoria.
Artillería
La artillería militar de esa época iba a ser fundamental en momentos de sitio o asedio donde, en conjunto con el uso de la pólvora y otros elementos explosivos, serían lanzados por medio de cañones para así derribar las murallas y fortalezas del bando contrario.
Destacadas armas en la Edad Media
Entre el armamento utilizado en el contexto de la Edad Media, resaltaron los siguientes:
Ballesta
Esta arma impulsora fue generada durante el perfeccionamiento del arco y la flecha, siendo utilizada tanto por cuerpos de infantería como de caballería por igual, siendo una eficaz arma a distancia que prácticamente cualquier soldado podía manipular.
Arco
Debido a que la ballesta podía ser un tanto lenta para su manipulación, el tradicional arco seguía siendo el arma preferida, sobre todo para los cuerpos ingleses, por lo que fue fundamental su uso durante la Guerra de los Cien Años. Tanto ingleses y galeses desarrollaron un poderoso arco largo con alcances de hasta más de 200 metros, siendo manejados por arqueros medievales específicamente entrenados para su eficaz dominio.
Catapulta
Una de las armas de guerra antiguas perfeccionadas en la Edad Media fue la catapulta, utilizada para el derribo de fortificaciones y murallas y para la toma por asalto de los castillos contrarios. Esta fue una de las armas más comunes durante los asedios medievales, siendo efectiva hasta la aparición de nuevas técnicas defensivas.
Trabuquete
También llamado fundíbulo o almajaneque, fue una especie de catapulta impulsada por la fuerza de la gravedad, originalmente desarrollada por combatientes asiáticos y adoptada por bizantinos. A través de esta arma, utilizada en asedios y sitios, se lanzaban todo tipo de proyectiles, tales como piedras, animales muertos, cabezas de enemigos, esferas de materiales moldeables, entre otras «municiones».
Las diferentes batallas medievales demostraron un perfeccionamiento en el arte de la guerra tradicional, el cual había estado limitado hasta la caída del Imperio romano. Sin duda, el ingenio fue fundamental para el desarrollo de las diferentes armas de combate y estrategias planteadas durante las guerras medievales, las cuales garantizaron en su momento, importantes dominios territoriales para las potencias de aquel entonces, a su vez que abrieron la puerta para nuevas formas de estudio dentro de las ciencias y artes militares.