En la catedral de Sigüenza se encuentra una escultura cuyo protagonista lleva leyendo más de quinientos años.
Sigüenza es una ciudad con personalidad propia, con un número considerable de edificios antiguos bien conservados. Entre sus joyas arquitectónicas merece una especial consideración la plaza mayor, el castillo –actual Parador Nacional- y la catedral de Santa María.
Será precisamente en la catedral en donde fijaremos nuestro foco poético, ya que alberga una de las mejores alegorías a la lectura de todo nuestro legado artístico.
Una trágica muerte en la vega granadina
Durante la reconquista de Granada los Reyes Católicos emplazaron a todos los nobles castellanos para que participarán en la contienda. Sin duda alguna fue uno de los acontecimientos bélicos más publicitados de todo el medievo.
Hasta allí acudieron el duque del Infantado y su ejército, entre el que se encontraba su hijo Martín Vázquez de Arce.
En julio de 1486, en una de las numerosas batallas que tuvieron lugar en la vega granadina, el joven, que guerreaba con la divisa de la Orden de Santiago –con la cruz dibujada en el pecho- fue abatido por las huestes enemigas.
Inicialmente el cadáver fue enterrado junto a la Acequia Gorda, en Granada. Sin embargo, su padre solicitó a los reyes que se le permitiera trasladar el cuerpo hasta la Sigüenza natal y enterrarlo en una capilla que poseían en la catedral de Santa María.
De esta trágica forma, Martín Vázquez fue el primero en inaugurar la capilla familiar. Allí se esculpió una conmovedora y elegante escultura funeraria, cargada de enorme realismo y considerada una de las joyas del Renacimiento español.
El doncel de Sigüenza
A pesar de que la escultura recibe el nombre de doncel del Sigüenza, en un sentido estricto no es correcto, ya que Martín Vázquez falleció con veinticinco años y únicamente podían ser donceles aquellos niños pertenecientes a la nobleza que no superasen la quincena.
La escultura nos muestra una particular iconografía. En ella podemos observar a un joven recostado, a sus pies aparece un paje que llora su muerte, apoyado sobre el yelmo del caballero, y tras él un león –representa la resurrección– levanta la cabeza.
Martín Vázquez aparece con las piernas cruzadas, que simboliza su muerte peleando contra los infieles. Levanta el torso para leer el libro que sostiene entre sus manos y meditar. No hay que olvidar que estamos en el Renacimiento y una de sus esencias es el ser humano pensante.
Este es precisamente uno de los grandes enigmas de la catedral. ¿Qué hacía el doncel leyendo un libro, una actividad más propia de una persona de letras que de armas? Algunos estudiosos han intentado interpretar en este gesto la formación humanística de Martín Vázquez de Arce.
En cualquier caso, ¿qué mejor forma hay para aliviar el descanso eterno que una buena lectura? Y puestos a elucubrar, ¿qué estaría leyendo el hidalgo? ¿Cuáles eran los superventas de la época?
La mayoría de los estudiosos barajan tres posibles obras: la primera edición de la Biblia de Guttenberg, muy de moda en aquella época entre la nobleza, el “Amadis de Gaula” y “Coplas por la muerte de su padre” de Jorge Manrique.