El feminismo es un movimiento que promueve y lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Apareció a finales del Siglo XIX, cuando los colectivos feministas reivindicaban la igualdad de salarios para todos los trabajadores y trabajadoras. Lamentablemente, aún queda mucho camino que recorrer.
Liderazgo femenino:
¿Qué prefieren las empresas?
El feminismo no es para atender clientes
Una de estas ideas es la de que los hombres, en general, gozan de privilegios con respecto a las mujeres y que tales privilegios deberían ser compensados de alguna manera. Bajo esta premisa, abrió sus puertas en Sydney, Australia, la cafetería Handsome Her, con la idea de hacer justicia.
El mecanismo elegido por las dueñas del local para igualar las cosas entre hombres y mujeres fue aumentar la tarifa de los consumos en un 18% si el cliente era un hombre. Además, las mujeres tenían prioridad a la hora de ser atendidas y de escoger el sitio en el que deseaba ubicarse.
La idea de cobrar más a los hombres por el mismo consumo se justificó en la brecha salarial mencionada antes. Pero el resultado fue completamente opuesto al que esperaban. La cafetería nunca logró buenos comentarios en sitios como Trip Advisor o en sus propias redes sociales.
Si bien la idea era privilegiar a las mujeres, lesbianas y vegetarianas, este comportamiento causó malestar no sólo entre hombres, sino entre muchas mujeres, que veían asombradas cómo sus acompañantes varones eran discriminados.
Un cliente dejó testimonio de que, a pesar de haber llegado antes, debía esperar a que atendieran a todas las mujeres del local, incluso las que llegaron después que él, y no podía escoger donde sentarse. Todo esto por ser hombre, y además, blanco.
En el mundo comercial nunca es buena idea maltratar a un cliente, y entender equivocadamente el feminismo hasta llevarlo a un extremo como éste es un buen ejemplo. Al parecer, se pasaron de vueltas.
Algo positivo dentro del estrepitoso fracaso
El experimento de incorporar discriminación de género a las ventas de este local lo llevó al fracaso, dado que se convirtió en un lugar hostil para buena parte de la población. Sin embargo, las dueñas decidieron donar todo lo recaudado a una organización de beneficencia.
Se trata de Maiti Nepal, una organización sin fines de lucro dedicada a rehabilitar a víctimas del tráfico de personas con fines sexuales. La organización tiene una sede en la capital nepalesa, Katmandú, y algunas sedes menores en ese país. Al menos, el esfuerzo dio frutos positivos.