Son tantas las anécdotas y los rumores que se cuentan sobre la industria cinematográfica que a veces llegan a ser verdaderas leyendas urbanas, como esa conocidísima sobre la supuesta locura de Linda Blair después de hacer el papel de niña poseída en El exorcista o las misteriosas muertes que ocurrieron a lo largo de la propia filmación.
Y eso se debe a que el terreno de esa “fábrica de sueños” que es el cine ocupa un lugar importante en nuestras fantasías y supersticiones modernas, tanto dentro como afuera de la pantalla.
Eso no significa, claro, que no haya eventos reales que resulten llamativos, sorprendentes o dignos de narrar. Aquí verás una lista de eventos curiosos sobre el cine que, además, tienen el valor de ser completamente ciertos.
El famoso actor chino-americano, Lee Jun-fan, mejor conocido como Bruce Lee, es considerado el más grande practicante de las artes marciales del siglo XX. Su velocidad de movimiento era tal, que en lugar de acelerar las tomas en postproducción, como suele hacerse en las películas de pelea para generar un mayor impacto visual, era necesario ralentizarlas un poco para que pudiera observarse con nitidez el movimiento. De haberlas filmado al natural habrían resultado inverosímiles.
Ningún escritor ni dramaturgo ha sido llevado tanto al cine como el inglés William Shakespeare, con poco más de 350 películas inspiradas directa o indirectamente en sus célebres obras y personajes.
A pesar de ser ya un cineasta consagrado y famoso, el director Steven Spielberg no consiguió los permisos necesarios para rodar su película en las ruinas del campo de concentración de Auschwitz, en Polonia. Por lo que se vio obligado a instalar en las cercanías una réplica casi idéntica del emplazamiento y filmar allí las escenas que ocurren dentro del campo de concentración de Amon Goetz.
También se dice que la dirección fue propuesta a Martin Scorcese en los años 80, pero que el director declinó la oferta al no considerarse apto por no ser judío.
Una simple comparación revela que la filmación de la película de James Cameron costó mucho más que la fabricación en su momento del famosísimo transatlántico.
Este largometraje del mexicano Guillermo del Toro fue la primera película de fantasía nominada al premio de mejor película extranjera en los afamados Oscars. El único norteamericano del elenco completo era Doug Jones, actor especialista en mímica, quien interpretó tanto al fauno como al hombre pálido.
Para este último papel, el actor tardaba unas cinco horas en vestirse y prepararse, y una vez dentro del traje debía mirar a través de los agujeros de la nariz para orientarse en el set. Peor aún, se vio obligado a memorizar sus líneas en español, a pesar de no hablar el idioma, junto con las de la niña Ofelia (Ivana Baquero) para saber cuándo le tocaba intervenir, pues los complicados mecanismos animatrónicos del personaje le impedían escuchar casi nada a su alrededor.
En una entrevista publicada en 1915, Charles Chaplin relata su participación en un concurso de imitadores de Charlot el vagabundo, su famoso personaje mimo. La gracia está en que el artista no clasificó más allá de la primera ronda del concurso, pues el jurado le otorgó la menor calificación entre todos los participantes. El premio a la mejor imitación fue otorgado a un hombre llamado Milton Berle.
Por alguna razón que Quentin Tarantino no se ha dignado a responder, los numerosos relojes que aparecen en la película están siempre detenidos a las 4:20. Una teoría apunta a que 4-20 es el código policial norteamericano respecto a la posesión ilegal de marihuana.
Casi todos los personajes de los clásicos largometrajes animados de Disney deben enfrentar la muerte de sus padres. Las únicas excepciones a la regla son: 101 Dálmatas, Mulán, La bella durmiente y Wendy de Peter Pan.