Cuando a Richard Drew, un desertor universitario, se le ocurrió la idea de inventar una cinta capaz de unir pedazos rotos, nunca se imaginó que se convertiría en uno de los productos más icónicos de la historia, además de útil. Sin embargo, llegar a la cumbre del éxito no fue nada sencillo.
Pasaron años e incluso fueron varios intentos hasta llegar a la popular “cinta transparente Scotch”. Su primera aparición fue el 31 de enero de 1930, el fabricante fue la empresa 3M y lo sigue siendo hasta el momento. Quizás nadie se ha preguntado cuántas cintas adhesivas vende 3M al año, lo cierto es que vende tantas que podrían ser capaz de darle la vuelta a la Tierra unas 165 veces.
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Una breve biografía
En los primeros años de su juventud, Drew ejecutó varios oficios. De hecho, tocaba el dulcián –también se le conoce como bajón– en salones de fiestas y su meta final era reunir suficiente dinero para asistir a la universidad. Optó por estudiar Ingeniería en la Universidad de Minnesota, el estado en donde nació, pero solo duró 18 meses en la carrera.
Más adelante, tomó la decisión de hacer un curso relacionado con el diseño de máquinas hasta que más tarde fue contratado por la empresa Minnesota Mining and Manufacturing Company –más adelante (3M)– que en ese momento se dedicaba a la fabricación de papel de lijas.
De papel de lija a cinta adhesiva
El primer trabajo de Richard Drew dentro de 3M era entregar muestras papel de lija a los fabricantes de automóviles, quienes utilizaban dicho papel para el proceso de pintura. Para aquel entonces, alrededor de 1920, los fabricantes usaban papel periódico o el papel carnicero para pintar los automóviles, es decir, empapelaban un lado mientras pintaban el otro. No obstante, ambos productos hacían más difícil el trabajo, ya que era complicado de quitar sin dañar el trabajo previo.
Drew oyó hablar de aquellas historias y de la incomodidad que generaba esa situación, lo que le llevó a prometer una mejor solución. Los años siguientes no fueron fáciles, pero nada le apartó de la meta. Desarrolló diferentes tipos de inventos y probó con diferentes materiales, desde aceite, hasta gomas provenientes de árboles naturales.
Se comprometió tanto en su labor, que uno de los ejecutivos de 3M, William McKnight, le pidió que desistiera y regresara a su trabajo habitual. Drew siguió sus instrucciones, sin embargo, esto no lo alejó de su objetivo. Finalmente, en 1925, encontró la fórmula mágica que le llevaría a crear la cinta adhesiva que se usa en la actualidad. Los ingredientes fueron papel crepé revestido con cola usada en la carpintería mezclada con glicerina.
La primera versión solo era capaz de pegar en los bordes. Cuando los fabricantes de automóviles la probaron, no resultó. Otra vez, Drew tuvo la determinación de no rendirse. pese a que en ese instante las críticas sobre su trabajo no fueron positivas.
Un producto histórico
El estadounidense recibió la patente en 1930 y mostró su cinta adhesiva transparente con una fórmula mejorada. En los años venideros, Drew, junto a su equipo, continuó trabajando arduamente para seguir perfeccionando la cinta. Esto, tomando en consideración que tenían una gran competencia al frente: el celofán.
Crearon máquinas capaces de lograr la transparencia e hicieron la cinta más resistente para que no se rasgara con facilidad. Más allá de la innovación y la utilidad, la cinta adhesiva se convirtió en un producto histórico. La Gran Depresión en Estados Unidos se inició en 1929 y se prolongó durante 10 años.
Los estadounidenses no observaron la cinta adhesiva como una inversión o un lujo, sino como una necesidad. De pronto, comenzaron a reparar libros viejos, cortinas de las ventanas e incluso su propia vestimenta. Los banqueros encontraron en la cinta transparente Scotch la salvación para seguir usando los billetes rotos, mientras que las mujeres la usaban para reparar sus uñas rotas y los granjeros para sellar huevos rotos.
La cinta creada por Drew también representó una “salvación” para las amas de casa, porque podían quitar las pelusas de la ropa y hasta reparar los yesos del techo.
En poco tiempo, otras empresas también se convirtieron en aliadas de la cinta adhesiva. Por ejemplo, los empleados de Goodyear usaban la cinta para cubrir las nervaduras internas y las vigas de sus dirigibles, creando de esta manera un escudo anticorrosivo.
Un gran crecimiento
Así fue como el invento de Richard Drew hizo que 3M creciera como pocas empresas lo han hecho: durante la Gran Depresión no despidieron a ningún empleado y desarrollaron otros tipos de cinta para cubrir necesidades específicas enfocadas al ámbito industrial y doméstico.
Además de progresar en el ámbito económico y convertirse en una empresa de envergadura mundial, 3M también creció a nivel empresarial: William McKnight, el ejecutivo que le dijo a Drew que desistiera de su idea, se convirtió en el presidente de la junta de la compañía y entendió que las investigaciones experimentales, muchas veces, son el camino para la innovación.
Por esa razón desarrolló una política –que perdura hasta la actualidad– conocida como “la regla del 15%”, que permite a los ingenieros dedicar 15 horas de trabajo a proyectos que realmente les apasionen. Esta idea ha influido en empresarios actuales de Silicon Valley, quienes han decidido proporcionarle tiempo libre a sus empleados para que sean capaces de experimentar.
Después del éxito de la cinta transparente Scotch, Drew se encargó de dirigir el Laboratorio de Fabricación de Productos para 3M. Él y su equipo se encargaron de desarrollar otros inventos y llegaron a patentar hasta 30, tales como máscaras faciales y láminas reflectantes para señales de tráfico.
Más allá de su gran ingenio, Drew, quien falleció en 1980, fue conocido por ser un gran ser humano, una persona capaz de enseñar a los jóvenes, un fiel creyente de sus sueños y con una gran determinación, porque no se rindió frente a las adversidades. En el año 2007 fue incluido en el Salón de la Fama de los Inventores Nacionales de Estados Unidos.
“Richard Drew encarnó el espíritu esencial del inventor, una persona de visión y persistencia implacable que se negó a ceder ante la adversidad”, fueron las palabras de Larry Wendling, ejecutivo de 3M.