Los primeros meses de la guerra resultaron un paseo triunfal en todos los frentes para el ejército alemán. Parecía que nadie ni nada podría detenerlos. Ellos lo sabían y estaban muy crecidos de moral y ambiciones.
A finales de mayo de 1940 habían conseguido expulsar a un maltrecho ejército británico del continente, en las playas de Dunkerque. Y al mes siguiente se paseaban por los Campos Elíseos de París. Parecían invencibles. Ya habían devuelto a Francia la humillación de la Gran Guerra. Ahora tocaba a los británicos.
El siguiente objetivo de Hitler era invadir el Reino Unido y bautiza la operación como León Marino. Los preparativos se habían puesto en marcha. Y en la isla se temían lo peor.
Ya en primavera, viendo como se desarrollaban los acontecimientos en el continente, el ministro de la Guerra británico, Anthony Eden, decidió crear una fuerza de apoyo al ejercito con voluntarios, que en un primer momento se denominó Local Defence Volunteers, LDV y fue conocido popularmente como Dad’s Army (“el ejército de Papá”).
Nada mas hacer el llamamiento, miles de británicos, generalmente no aptos para el ejército regular, se alistaron y, solo en el primer mes, se alcanzó la cifra de 750.000.
Ex combatientes de la Gran Guerra, reservistas veteranos con experiencia en combates, pusieron su conocimiento militar al servicio de su país y fueron los primeros mandos de la tropa. A comienzos de octubre, un total de 1.700.000 británicos se habían unido a las fuerzas armadas.
El 22 de julio de 1940, ya con Winston Churchill como primer Ministro, y a instancias suyas, se cambió el nombre por Home Guard (“guardia doméstica”).
Uno de los grandes problemas que tuvo en su inicio la Home Guard fuesu armamento. En plena guerra, las prioridades las tenia el ejército regular y más después del descalabro de Dunkerque.
Y ante la escasez de armas, tuvieron que ser equipados con armamento obsoleto de la Primera Guerra Mundial e incluso con alguno mas viejo del siglo anterior. Como anécdota, en algunas ocasiones se utilizó el atrezo de algunas compañías de teatro e incluso volvieron a tener protagonismo las picas napoleónicas del buque del almirante Nelson, el Victory, de más de 150 años, y que se encontraba anclado en el puerto de Portsmouth. Las picas se hicieron famosas y se mandó hacer una partida de 250.000 para la Home Guard. Pensaban que podrían ser muy útiles en un ataque paracaidista.
Cuando la amenaza de invasión iba cobrando fuerza, la Home Guard fue debidamente equipada y se intensificó su adiestramiento militar. Se dotó de modernos fusiles automáticos, pistolas y ametralladoras que sustituyeron a las viejas escopetas de caza, trabucos, mosquetes y espadas que aportaba cada miembro. La instrucción fue más completa y profesional.
Con la uniformidad pasó algo parecido. La improvisación fue la norma habitual y las tallas no tenían porqué ajustarse a las requeridas. Predominó en un principio el mono de campaña (overol) que se ponía sobre las ropas civiles, y todos llevaban con orgullo su brazalete identificativo de la unidad.
La organización militar fue análoga al ejército regular salvando las distancias pero el modelo era el mismo: batallones, compañías, pelotones y secciones.
La Home Guard sirvió como fuerza de cobertura y apoyo a las unidades regulares, y se previó que se constituyera en guerrillas si el país era invadido. Debían frenar o entorpecer el avance enemigo mientras las tropas regulares se reagrupaban para repeler el ataque.
Su primera función consistió en observar la posible aparición del enemigo por mar e informar de sus movimientos si llegaban a la isla. Patrullaron a pie, en bicicleta y hasta en barca a lo largo de los ríos.
Una de sus tareas fue cambiar las señales de trafico para desorientar a los posibles paracaidistas alemanes que se pudieran lanzar sobre la isla. Proteger fábricas y enclaves de comunicación fue otra de sus tareas.
Su mayor preocupación, antes de un eventual ataque, eran los quintacolumnistas, aquellos traidores afines a los nazis que pudieran dar información al enemigo. Este estado de sospecha permanente hizo que se vivieran momentos de psicosis.
Cuando desapareció la amenaza de invasión alemana, la Home Guard siguió existiendo, mantuvo sus puestos de vigilancia y llevó a cabo las tareas que podían liberar a las tropas regulares. Dejó de prestar servicio oficialmente el 3 de diciembre de 1944 y se disolvió el 31 de diciembre de 1945.