La palabra pandemia parece haberse puesto de moda comenzando esta nueva década del siglo XXI, que se inaugura con el brote del Covid-19: un Coronavirus hasta ahora desconocido. Las causas exactas del actual virus no han sido determinadas hasta el momento, pero todo indica que se produjo como resultado de una acción humana.
El Covid-19 se origina en el mercado de Wuhan (China), donde se vendían, además de carnes y mariscos, diversos tipos de animales salvajes sin ningún control sanitario, tales como ratas, murciélagos, serpientes, cocodrilos, salamandras y puercoespines.
Este incidente que ha dado pie a una pandemia a nivel global ha tenido como consecuencia una ley inédita hasta la fecha: la prohibición del consumo de animales salvajes en China que, por las informaciones que llegan del país asiático, parece que no se está cumpliendo a rajatabla.
La naturaleza es un engranaje perfecto, pero inusitadamente su mayor amenaza es el ser humano, que está propiciando peligrosos desequilibrios, como el cambio climático, a consecuencia de los gases de efecto invernadero. Igualmente, debido a la práctica desmedida de ciertas actividades económicas, se destruye el hábitat natural de muchas especies –aumentando el riesgo de extinción– y se practica el tráfico de animales silvestres, provocando innumerables enfermedades.
El efecto invernadero y las especies salvajes
Se conoce como efecto invernadero al incremento de la temperatura de la atmósfera, debido a un manto que forman ciertos gases emitidos por las industrias y otras actividades productivas, entre las que destaca la ganadería, así como por el uso de vehículos, aviones y barcos.
La Tierra recibe la energía del sol y luego devuelve el calor sobrante a través de los rayos infrarrojos, pero los gases de efecto invernadero no permiten que escape hacia el espacio.
Los gases de efecto invernadero más importantes son el dióxido de carbono y el metano, y sus consecuencias más palpables se observan en el derretimiento de los casquetes polares y los grandes incendios forestales. Esto atenta contra la biodiversidad y es causante de que muchas especies salvajes se vean oblilgadas a escapar de sus entornos naturales.
Consecuencias de la ganadería intensiva
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de carne roja para el consumo humano ocasiona un 18% más de gases de efecto invernadero que el transporte. La ganadería genera dióxido de carbono y metano ocasionados por la producción de alimentos y consumo eléctrico, así como por la descomposición de materia orgánica y gases digestivos del ganado.
Por otra parte, la ganadería ocupa nada más y nada menos que el 30% de todo el territorio útil del globo terráqueo, lo que obliga a la deforestación de los bosques mediante la tala y la quema. Esta deforestación conlleva a que las especies salvajes emigren o mueran y a que las tierras pierdan su fertilidad. A todo ello hay que añadir que los climas se tornan áridos debido a la escasez de árboles, que contribuyen a la absorción de la lluvia y a la formación de depósitos subterráneos de agua.
El consumo de carne vacuna en el mundo es absurdamente excesivo, lo cual no resulta saludable, ni para el ser humano ni para el planeta. Lo recomendado es comer más o menos 80 gramos de carne diarios, que equivalen a 29 kilos anuales. No obstante, por ejemplo en Estados Unidos, el promedio anual per cápita es de 120 kilos, mientras que a nivel mundial, según la FAO, se consumen 42 kilos anuales de carne roja per cápita.
Por suerte, existe un grupo de personas, cada vez más numeroso que, distribuidos entre vegetarianos, veganos y flexitarianos (eventuales comedores de carne), se han forzado a un cambio en sus hábitos a favor de la protección de los animales y del medio ambiente. Se estima que existen 600 millones de personas veganas y vegetarianas a nivel mundial.
Los peores incendios forestales de toda la historia
El año 2019 fue especialmente significativo en cuanto a incendios forestales, los que acabaron con grandes extensiones de bosques y selvas, específicamente en la Amazonía y en Australia. Este fenómeno fue asociado tanto a la práctica de tala y quema, como al calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero.
En Australia, en los incendios del pasado año, se perdieron cinco millones de hectáreas y murieron más de 800 millones de animales, aparte de que desaparecieron el 30% de la totalidad de koalas. Existen diferentes teorías acerca de cuál pudo haber sido el detonante del fuego, pero las altas temperaturas, no conocidas hasta la fecha, facilitaron que se extendiera y dificultaron su control.
Mientras tanto, en la Amazonía se quemaron 2.5 millones de hectáreas solo en el mes de agosto y los incendios se produjeron en las zonas que habían sufrido la mayor deforestación como producto de la expansión de la ganadería y la explotación de madera. Igualmente, sucedió en una época de altas temperaturas y murieron una gran cantidad de animales endémicos de esta zona, considerada uno de los principales pulmones del mundo.
Atendiendo a todos estos datos, es innegable que la falta de conciencia ha causado graves daños a nivel planetario, lo que promete continuar e incluso agravarse, propiciando que en los próximos años aparezcan nuevas enfermedades, epidemias y pandemias.
No existen dudas acerca de que los Coronavirus, que son altamente peligrosos, están asociados al consumo de animales silvestres, como es el caso del Covid-19 y del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave), que surgió en el año 2002, también en China, asociado a otro mercado similar en Guandong.
Reducir el consumo de carne parece vital para reducir los gases de efecto invernadero y las enfermedades cardiovasculares, pero especialmente para preservar la vida de centenares de especies de animales que tienen el mismo derecho que el ser humano a vivir y desarrollarse en este planeta.
Afortunadamente, ya muchas personas en el mundo han comprendido que, tanto para proteger a la especie humana como al resto de animales, hay que pensar primero en la naturaleza, pero, por desgracia todavía falta mucho camino por recorrer.