Si hablamos de sorprender con la carcajada, no puede faltar en nuestra biblioteca Ignatius J Reilly, el disparatado protagonista de “La conjura de los necios”, la obra maestra de John Kennedy Toole.
El otro personaje imprescindible es Wilt. En la novela homónima, Tom Sharpe nos plantea giros argumentales inesperados y una esperpéntica sátira de la estereotipada sociedad británica. Una verdadera delicia literaria.
La fórmula perfecta para conseguir una sonrisa en el lector es plantear el contraste de cultura entre dos épocas o dos civilizaciones antagónicas.
Esta es precisamente la estrategia que utilizó Mark Twain en “Un yanqui en la corte del Rey Arturo”, donde enfrenta la civilización decimonónica con la del medioevo.
No hace falta recurrir a la ficción para buscar la nota de humor. En nuestro trabajo, en el círculo de amistades o incluso en nuestra familia se producen las anécdotas más divertidas. Si no, que se lo pregunten a Gerald Durrell, el autor de “Mi familia y otros animales”.
En el año 2007 se publicó la primera novela de David Safer con el título de “Maldito karma”. En ella, una presentadora de televisión alemana estaba a punto de disfrutar del mejor día de su vida cuando la aplastó de forma inopinada el inodoro de una estación espacial rusa… En ese preciso instante comenzaron todos sus males.
Mejor suerte tuvo Allan Karson cuando se disponía a celebrar su centésimo cumpleaños. En lugar de dejarse llevar y asistir a la típica fiesta melosa decidió encaramarse a la ventana y huir, todo lo velozmente que le permitía su artrosis de cadera, de la residencia en donde vivía. A partir de ese momento se sucederán las más extravagantes metahistorias.
Con este curioso planteamiento comienza “El abuelo que saltó por la ventana y se largó”, la desternillante novela del sueco Jonas Jonasson.
Si el protagonista de una banda de guante blanco se llama Miguel el Melancólico y, si además, la obra está escrita por Enrique Jardiel Poncela, las carcajadas están aseguradas. Su título: “Diez minutos antes de la medianoche”.
Una de las novelas más divertidas de Ramón J Sender es “La tesis de Nancy” en donde una joven norteamericana decide realizar un trabajo de campo en Sevilla, con la finalidad de obtener documentación sobre nuestro folklore.
Pablo Tusset pone en negro sobre blanco la historia de Pablo Miralles, el hijo procaz de una familia barcelonesa acomodada, cuando tiene que localizar al misterioso propietario de un caserón. El título no podía ser más arriesgado: “Lo mejor que le puede pasar a un cruasán”.
Si en una novela un extraterrestre se infiltra en la España de los ochenta adoptando diferentes personalidades, es imposible pasar las páginas y no reírse. Eduardo Mendoza con “Sin noticias de Gurb” supo encandilar a generaciones de lectores con esta trama descomedida.
Ulpiano Pizarro –apodado el Zanahorio– es un profesor taheño y desairado que tendrá que enfrentarse a la vida del día a día de un curso cualquiera. Este personaje es el alter ego de Miguel Sandín, el autor de la desternillante “El lazarillo de torpes”
Para finalizar nos quedamos con una de las frases más ingeniosas de Eduardo Mendoza:
“Esta vida no es más que un valle de lágrimas de alto standing”.
Ya solo resta escoger, leer y reír.